Alejandro Teitelbaum*
La sátira literaria que existe por lo menos desde Aristófanes, suele ser un instrumento de lucha contra la estupidez. Especialmente la sátira iconoclasta como la practicó desde hace decenios Charlie Hebdo, primero con el nombre de Hara Kiri.
Iconoclasta de todos los poderes: religiosos, políticos, económicos y sociales, para tratar de sacudir las neuronas de la gente cómodamente instalada en sus creencias y certidumbres y en la reverencia de sus íconos, religiosos o seculares.
No es exacto que Charlie Hebdo se haya dedicado especialmente a ridiculizar a la religión musulmana.
Mucho antes de arremeter contra ésta, ‘Charlie-Hebdo’, que entonces se llamaba ‘Hebdo hara-kiri’, lo hizo contra los poderes públicos y las personalidades francesas. Fue incluso prohibido, en 1970, por haber anunciado en portada, en 1970, la muerte del general Charles de Gaulle (el principal ícono de los franceses) con el siguiente titular:»Baile trágico en Colombey: un muerto».
Y lo siguió haciendo hasta ahora, con ilustraciones totalmente irreverentes referidas a los sucesivos presidentes franceses, a las autoridades de otros países, a la religión católica y a la judía. La gente mal informada cree que se dedicó solamente a la religión musulmana porque las sátiras sobre ésta suscitaron reacciones virulentas de los fundamentalistas (denuncias ante la justicia, amenazas y atentados anteriores a la matanza del siete de enero) que tuvieron trascendencia pública que por cierto llegó también a los quizás nunca tuvieron en sus manos un ejemplar de la revista.
La variedad de los objetivos de la sátira de Charlie Hebdo se puede comprobar si se busca en Internet las 1000 “tapas” de Charlie Hebdo entre 1992 y 2011 : “images correspondant à les 1000 une de charlie hebdo”.
Uno de los miembros de la redacción asesinados es Bernard Maris, economista también iconoclasta que se burló siempre de los economistas al servicio del sistema que nunca aciertan en sus previsiones y dan doctas (y falsas) explicaciones después que se produjeron los acontecimientos.
Escribió numerosos libros con esa orientación, entre ellos:
- Economistas por encima de toda sospecha o la gran mascarada de las predicciones;
- Los siete pecados capitales de los universitarios;
- Carta abierta a los gurus de la economía que nos toman por imbéciles.
La libertad de expresión ha sido bastardeada por el sistema dominante. Eso no quiere decir que no haya que defenderla con uñas y dientes porque, la experiencia lo demuestra, es indispensable para conquistar una sociedad sin clases y también para que ésta sea sustentable y no fracase, como ha ocurrido con el “socialismo real”.
De modo que el equipo de Charlie Hebdo merece el respeto y el homenaje sin reservas de todos los que, sin telarañas en la cabeza, aspiran a que no prospere el giro a la derecha de una parte de la población que se advierte en muchas regiones del mundo y que los pueblos emprendan decididamente el camino de la liberación de las ideologías (seculares y religiosas) dominantes y del yugo capitalista.
- Columna distribuida por la Agencia Latinoamericana de Información (ALAI)
- Publicado inicialmente en Argenpress