Felipito Takatún nos hizo reír a más de uno. Había gente que no le tragaba al buen hombre. Un argentino que llegó en una España que emergía; algo más que la de ahora que se llamaba Joe Rígoli.
Solamente con ese nombre tuvo éxito y quién no le recuerda en Un, Dos, Tres. Se va un día después de Demis Roussos; personas de aquella época, personas que nos traen más de un recuerdo. Un enero que no hace nada más que despedir a gente de aquellos años en donde no reinaba la corrupción pero sí la expectativa de un futuro bueno para España.
En este mes negro que parece terminar con más y más muertes, recordamos a los del Holocausto en un día en el que Auschwitz está en la mirada de todos los que hoy no pueden ver de frente el horror. Hace tan poco de aquello que se nos ponen los pelos de punta. Vagones repletos de personas, la cámara de gas, tu número tatuado para que no haya duda, y la muerte. La muerte de millones de personas nos hace palidecer por mucha vela que hoy enciendan los mandatarios. Eso sucedió en Europa y aún, los que se libraron, siguen vivos para contarlo. Terrible aquella situación cuya imagen es lo más parecido al infierno que reconocemos. Las voces aún latentes de sus supervivientes nos conmueven cuando creen que a lo mejor, alguna vez, podría suceder que nadie se acordara de aquello. La Shoah ofrece una memoria imborrable para los testigos de esa historia que no deja indiferente a nadie.
Felipe VI no para. Todo lo que tiene delante es un panorama desolador. Cuando no es por hache es por b, pero siempre sucede algo. Ora en el Senado, ora siendo testigo del mayor accidente áereo en suelo español; diez muertos y trece heridos en Albacete y siempre con la destreza de explicar con buenas palabras qué sería mejor para España. Ese país que se ve desvertebrado, charanga y pandereta de nuevo, dolor e impunidad ante los chorizos que gobernaron una España repleta de errores. Una nación que inaugura el primer mes del año 15 con dimes y diretes en torno siempre al mismo tema; la corrupción. Ya no hablamos de sacar esto adelante, ni siquiera de ofrecer un cambio político entre hombres de estado. Señorías, dicen cada vez que dan patadas en los escaños. Señorías, ¿qué? ¿de qué señores estamos hablando? No sé, quizá no hay que pensar tanto y decir como Joe Rígoli, yo sigo, porque esto ya no se comprende. Esto es España y ellos son los corruptos.
Mientras Grecia se estrena con tres grandes ministerios y de un plumazo se quita varios de encima y no hay ministras ni miembras que yo sepa. Un Podemos a lo Demis Roussos que no sabemos por dónde saldrá, a ver si nos cantan el «triqui, triqui, triqui,,,» No sé yo si Draghi comulga con su proyecto pero démosle una semana a ver cómo nos sorprende el mozo.
En España, el ministerio de Sanidad suspende nada más que la comercilización de 29 medicamentos genéricos. Me he perdido ya. Si para hacer un medicamento se necesita autorización, un ensayo clínico de más de 15 años y hablamos de 29 que han sido vendidos irregularmente sin la misma hay algo que falla. Seguimos hablando de España, y también de corrupción aunque sea en las farmacéuticas o en el de turno que hizo la vista gorda, y mientras, yo, sigo.
El papa Francisco sigue dando ejemplo al ser humano al abrazar a un transexual que le preguntaba si había para él un lugar en la casa de Dios. Quizá este mundo necesite un Papa así que no deja indiferente a nadie y siempre tiene una silla para aquel que se acerca a él. Mientras se imputan a los pederastas de Granada; estamos tranquilos porque este hombre está detrás de esa otra barbarie contra niños indefensos y pagarán lo que han hecho.
Nueva York y Boston no desaparecen enterrados por la nieve, ¡vaya notición que no fue para tanto! Hasta los veinte centímetros les parece poco. Esto debe ser como las hamburguesas que si no son maxi no te entran. Los hombres del tiempo siempre se equivocan; allí también. Ahora deben sonreír; es una broma. Recordemos a Mariano Medina que tantos disgustos nos dio en aquella época en la que Demis Roussos cantaba en los programas de Íñigo, y Joe Rígoli hacía el tonto con Mayra o Kiko Ledgard y todos le reíamos las gracias, de paso. A veces pienso en voz alta que cualquier tiempo pasado fue mejor, pero visto lo visto, creo que sí; éramos más felices con menos y no pensábamos que si nuestra pareja no nos controla por el móvil no somos víctimas de violencia de género.
He leído que si tu padre es calvo no tienes por qué serlo tú. Ya podemos dormir tranquilos al menos no se nos va a caer el pelo como a Pujol.