Cual si de una representación bufa se tratara, estamos asistiendo en Andalucía a una transposición de la obra de Lope de Vega “El perro del hortelano” que, fechada en 1618 en Madrid, la vemos representada ahora en Sevilla, a la altura de 2015, en el ámbito de la política.
Susana Díaz ofrece programa de 135 medidas para la legislaturaSi en la obra original del “Fénix de los ingenios” conocíamos las cuitas de Diana, Teodoro, Tristán o Marcela, en el sainete sevillano estamos presenciando, ya por tercera vez, el papel que están ejecutando los partidos de la oposición que, vigilantes del huerto de su amo, los intereses creados a corto plazo, ni comen ni dejan comer.
Esta situación puede ser el preludio de lo que pudiera suceder a partir del próximo día 24, cuando millones de ciudadanos votemos a las personas que han de gobernar nuestros municipios y comunidades autónomas. Tras la posible caída del bipartidismo, al que tanto algunos denostan sin darse cuenta de que si ha existido ha sido por la voluntad soberana de la mayoría de los españoles, lo más probable es que cuatro o cinco partidos políticos, a lo sumo media docena, tengan la responsabilidad de llevar las riendas de miles de municipios y una docena larga de comunidades autónomas.
Es por ello que el caso de lo que está sucediendo en Andalucía se antoja más que paradójico. Resulta que el partido ganador de las últimas elecciones, el PSOE, ha sacado 10 puntos de ventaja al segundo, en esta caso el Partido Popular; 20 puntos al tercero, Podemos, unos 30 al cuarto, Ciudadanos, y bastante más a Izquierda Unida. Y sin embargo, a la presidenta en funciones del gobierno andaluz, Susana Díaz, como responsable del partido ganador con dichos resultados en la mano, se le ha negado por tercera vez el pan y la sal; esto es, la posibilidad de formar gobierno.
Hay que decir que semejante hecho es legal democráticamente hablando, vaya por delante, porque todos los partidos de la oposición juntos, al alimón, como están haciendo, tienen mayoría de votos en la cámara andaluza. Pero lo cierto es que ni comen ni dejan comer, ni forman gobierno entre los cuatro partidos (pudieran hacerlo, también es democrático por inverosímil que parezca), ni dejan que se forme, en compacta y unísona oposición a la hora de votar.
Ante semejante situación cabe pensar que si esto sucede con semejantes resultados, ¿qué puede pasar a partir del día 24 de mayo en miles de pueblos y una docena de comunidades autónomas donde, a tenor de las distintas encuestas, los cuatro partidos que parecen encabezarlas en número de votos, PP, PSOE, Podemos y Ciudadanos, están separados por apenas tres o cuatro puntos de diferencia? ¿Seguirán primando los intereses de unos y otros, dejando al pueblo soberano (del que tanto se les llena la boca a algunos), al albur de los intereses creados o por crear?
Es posible que algunos estén esperando a ver qué pasa en las próximas elecciones municipales y autonómicas para empezar a poner precio a cada voto, ya sea afirmativo o negativo. Mal augurio en el terreno estrictamente democrático. Pero mientras tanto, el pueblo andaluz, que ha ejercido soberanamente su voluntad en las urnas, puesta de manifiesto en los resultados, sigue preso de ciertos intereses creados, convertido en posible moneda de cambio puesta sobre el tapete para ofrecer al mejor postor en las próximas fechas. No se merecen eso, pero lo están recibiendo.
Claro que, como decía el que fuera canciller de Alemania, Helmut Schmidt, “Políticos y periodistas comparten el triste destino de tener que hablar hoy ya de cosas que hasta mañana no comprenderán totalmente”. Es posible que algunos periodistas no comprendamos ciertas cosas, pero también ese posible que algunos políticos no sepan dónde están, ni qué se espera de ellos.