Siempre he tenido a Josep Borrell por un político decente. Esto, en España, tiene mucho más mérito que en cualquier otro lugar de la Europa a la que pertenecemos. Puede que por ser decente, Borrell no haya medrado en política como otros, a pesar de haber sido un excelente secretario de estado de Presupuesto y Gasto Público del ministerio de Hacienda entre 1984 y 1991. También fue ministro de Obras Públicas, Transportes y Medio Ambiente en 1999. Un año antes derrotó en unas primarias de su partido a Joaquín Almunia como candidato a la Presidencia del Gobierno.
Además de persona decente, Borrell es un tipo sabio y muy lúcido y elocuente como economista. Por esta razón, por ser catalán y porque acaba de escribir un libro titulado «Las cuentas y los cuentos de la independencia», la televisión pública de Cataluña había previsto citarle en su plató para debatir con otros expertos sobre qué cuentas y cuentos son esos. La cita estaba planteada para este jueves (10 de septiembre de 2015), pero TV3 vetó al exministro a última hora.
Lo único que sabemos por parte del propio afectado es que la televisión pública catalana le ha ofrecido a Borrell la alternativa de programar ese debate pasadas las elecciones del día 27 del presente, algo que en sí mismo delata la intencionalidad política con la que los directivos de ese medio han actuado. Esa intencionalidad se debe interpretar, tal como Josep Borrell resalta, como un comportamiento más “en la espiral de silencio que sufre Cataluña desde hace mucho tiempo”.
Lo más llamativo, alarmante y sucio de este veto o posposición del debate no es sólo que se haga con un libro que está teniendo mucho éxito en aquel país -en correspondencia con la autoridad de su autor en la materia- y que, por lo tanto, se pretendan mermar sus efectos sobre la postura independentista fomentada por el gobierno de la Generalitat, sino que quienes han tomado esa determinación lo han hecho después de haber planteado y acordado fecha, hora y concurrentes para su difusión como un programa de indudable interés informativo.
Se ha actuado, por lo tanto, de modo tan contradictorio y chapucero por parte de los responsables de TV3 -sin duda a la vista de la reñida convocatoria electoral que las encuestas anuncian, que abochorna pensar hasta qué punto carecen de dignidad deontológica y profesionalidad competente quienes dirigen ese medio, al que no creía tan devaluado de tales, según suele ocurrir en el resto de las televisiones públicas autonómicas.