El tribunal de apelación de Lyon ha condenado a la multinacional Monsanto a indemnizar al agricultor francés Paul François por “enfermedad profesional”: la intoxicación sufrida a causa del empleo de un herbicida para el maíz.
La condena obliga al gigante estadounidense a indemnizarle ”enteramente”; es decir, a compensarle por todos los problemas que viene padeciendo desde hace una década y el incierto futuro que tiene por delante.
Paul François, de 47 años, agricultor de la localidad de Bernac, en Charente, sufre de alteraciones neurológicas que le obligan a efectuar análisis clínicos cada seis meses como consecuencia de la inhalación, en 2004, de vapores de Lasso, un pesticida para el maíz de la firma Monsanto compuesto, entre otros, por monoclorobenzeno, sustancia prohibida en Canadá desde 1985, y en el Reino Unido y Bélgica desde 1992, finalmente retirada del mercado en Francia en 2007, fecha en la que el agricultor comenzó su larga batalla jurídica contra la multinacional.
El juicio en primera instancia, celebrado en febrero de 2012, ya le había dado la razón y condenado a la firma estadounidense por “haber faltado a su obligación general de información al no respetar las reglas en materia de embalado y etiquetaje de los productos”.
En rueda de prensa en París, recogida por los principales medios franceses y las agencias internacionales, Paul François se ha felicitado porque ”por primera vez, un fabricante de pesticidas ha sido condenado por intoxicar a un agricultor”, y ha añadido que espera que su sentencia sea «el punto de partida de un gran movimiento de indemnizaciones porque abre una brecha en la responsabilidad de los fabricantes …Las firmas que venden estos productos tienen que entender que a partir de ahora no podrán dejar de asumir sus responsabilidades frente al usuario, y también frente a los poderes públicos”.
La vida de Paul François cambió radicalmente el 27 de abril de 2004 cuando, al verificar la limpieza de un pulverizador inhaló una fuerte dosis de vapores tóxicos, lo que le llevó inmediatamente al servicio de urgencias. Tras cinco semanas de tratamiento, reanudó el trabajo aunque con problemas en el habla, períodos de ausencia, fuertes dolores de cabeza y pérdidas de conocimiento.
“De reconocimiento en reconocimiento, de coma en coma, finalmente le encontraron lesiones cerebrales”, escribe el diario Le Monde. Un año más tarde se pudo identificar al culpable de sus problemas: el monoclorobenzeno, que forma parte del herbicida Lasso en un 50 %, considerado altamente tóxico. Desde entonces, Paul François padece una alteración cerebral, tiene problemas neurológicos, le han aparecido nuevas lesiones y tiene que someterse a una resonancia magnética dos veces al año.