Nueva York es una ciudad que vive auto definiéndose, buscando nuevas atracciones, creando nuevos barrios, nuevas actitudes. Después del 9/11 muchas cosas cambiaron, hay más policía, más control, la gente está en alerta, muchas corporaciones se trasladaron y no volvieron, pero también se vive una explosión inmobiliaria, viejos depósitos sobre la riviera del rio Hudson fueron reciclados en Chelsea y nuevos barrios empezaron a surgir remozados en distintas partes como el Bronx y Harlem.
El nuevo edificio del Museo Whitney marca esa pauta de cambio y renovación.
Pero hagamos historia, según fuentes, hacia 1914, fue una artista, Gertrude Vanderbilt, quien creó una especie de encuentro para los artistas Americanos, ese espacio se estableció en Greenwich Village. Finalmente, en 1930, se funda el Museo Whitney de Arte Americano, que se abre en el citado barrio. Para 1954, el museo se muda a la calle 54 y en la década del 60, se construye un bello edificio, en la avenida Madison, abierto al público en 1966, con la colección de arte americano moderno más importante del país. Allí pude ver las Bienales dedicadas al arte americano, verdadero pulso de tendencias y técnicas del mundo artístico estadounidense.
En mayo de 2015, el edificio diseñado por el famoso arquitecto Renzo Piano, con el doble de espacio, salas, terrazas y amplia recepción, con biblioteca, área educativa y auditorio, se inaugura en 99 Gansevoort, barrio de Chelsea, donde hay numerosas galerias de arte, frente al mítico Río Hudson y con panorámicas de la ciudad de Nueva York.
El Museo Whitney, se levanta como gran centro cultural y espacio de arte contemporáneo americano. Ocho pisos en una estructura de cemento, hierro, vidrio y metal, en un lugar muy único y especial no solo para los amantes del arte, sino para el público en general.
Este colosal edificio costó 422 millones de dólares, además de costos de seguros y otras expensas, y fue realizado entre 2008 -2015. El inmueble, después del huracán Sandy, está previsto contra catástrofes ambientales y si bien no es un edificio ecológico (podría haberlo sido), considera el reciclaje y el impacto de los servicios comunales.
Ana Krsmanovic, ejecutiva de Lumas Galeria, enfocada en fotografía clásica y artistas emergentes, nos dice: “Apoyamos al museo y a la fuerza artística y económica que aporta a este lugar”.
Sin duda, su proyección en el lado oeste de Manhattan traerá consecuencias positivas para la región y creará una nueva zona de atractivos y visitas.
Todos celebramos este acontecimiento artístico, social y económico, porque la cultura es un compendio de muchos aspectos. Ahora bien, el museo tiene una filosofía cultural que dio origen a su fundación: difundir y promover el arte americano, en relación con sus raíces históricas y proyectándolo hacia su contemporaneidad. Este legado de preservar e interpretar el multifacético arte americano, sin olvidar lo histórico, no se refleja totalmente en la presentación museográfica de la colección que abarca los dos pisos centrales de la estructura, ni en su curaduría, se presuponen aspectos que no todos tienen por qué saber; en la presentación de una colección, lo pedagógico también debe contar. Maravilloso inspirarse en el gran poeta Robert Frost, arte y poesía siempre tuvieron puntos de contacto, pero la excelente idea no está expresada con claridad para una colección que exige estudio por lo vasta y heterogénea.
“Yo vengo de Europa, soy profesora italiana- me manifiesta Vera Donatti-no conozco mucho arte americano aunque me gustan algunos maestros modernos: Warhol, Rauschenberg, Cornell, Jaspers, Julian Schanbel; pero me siento decepcionada porque la colección está presentada muy confusamente, no es cronológica, ni temática, ni hay suficiente información, no me orienta.”
Concepto que luego me repiten otros visitantes y que yo misma pude apreciar. Esperemos que pronto se organice de una manera más comprensible este acervo de casi 20.000 obras (en arte no se trata de cantidad sino calidad), seleccionando con un criterio más coherente las obras y los autores, resaltando aquello que el arte americano aportó al arte mundial: el Op-Art, el Pop Art, el Expresionismo abstracto, el Arte ecológico. Por otro lado, destacando los maestros paisajistas de la Escuela del Rio Hudson como asimismo los paisajistas urbanos, o los post-impresionistas, aunque sea en trazos generales para enmarcar las tendencias del arte americano moderno que surge posteriormente.
Asimismo, incorporar a los artistas extranjeros que vivieron y trabajaron en New York pero dentro de un cuadro referencial, no expuestos sin organicidad, como están las obras de Marisol, Rothko o Kooning, auque se las exhiba en determinados períodos, no es suficiente.
Celebramos la presentación de la muestra del artista Archibald Mottley, que siguiendo el “Renacimiento Afro Americano”, derivado de las actuales políticas culturales del gobierno, se puede apreciar en varios aspectos de la cultura de Estados Unidos y en una actitud general que se observa en centros de trabajo, medios de comunicación y política.
Archibald Motley cautiva con sus cuadros costumbristas y pertenece al llamado “Renacimiento de Harlem” de la década del 20, su obra, interpreta la cultura urbana afro, el mundo del jazz dentro de un expresionismo realista y social de paleta alta.
Esperemos que pronto se ofrezca una exposición comprensiva del aporte de los artistas afroamericanos de las últimas épocas, entre ellos Roman Bearden, Horace Pippin, Jacob Lawrence y otros que merecen estudio. Por suerte, el Whitney tiene por delante un amplio plan de estudio y curaduría para situar armónicamente este acervo cultural del arte americano, plural y diverso, dentro del contexto universal del arte.
Asimismo, esta prevista una magna exposición retrospectiva del maestro Frank Stella, que se abrirá el 30 de octubre hasta el 7 de febrero del 2016.
Por ahora, disfrutemos de la brisa del río, a cuyas laderas los pintores de la “Escuela del Rio Hudson” descubrieron el paisaje americano, esa fue la primera “Mirada” hacia esta tierra y el primer grito de separación artística de los reglas académicas europeas impuestas. Este río ve, ahora, surgir el Whitney, un coloso del arte americano. Congratulaciones!