Todo puede ser en el escenario de la vida. Lo sabemos. Lo percibimos. Nos lo cuentan. No es una cuestión de creerlo o no. La fe nos permite seguir avanzando. De lo que se trata es que sepamos asumir los esfuerzos y los riesgos. Hemos de procurar alegrías que nos impliquen sin condiciones estúpidas. La pérdida de opciones, de tiempo, es consecuencia de malas ópticas.
La igualdad en el trato y en la dignidad ha de ser una premisa con la que navegar de un lugar para otro. Nos hemos de tocar con recuerdos de pacientes estimaciones respecto de nosotros mismos, que hemos de agradarnos en el caminar cotidiano. Debemos intentarlo. Nos hemos de impeler para avanzar con anhelos compartidos. El clan sin exclusiones hace que el itinerario fermente como la levadura. La unión es la idea clave. La historia lo corrobora.
Subamos con templanza solidaria e intentemos sostener a quienes más nos aman. Las horas han de ser aliadas. Nos procuraremos el equilibrio desde la felicidad y la dicha. Nos insistiremos, y eso nos dará un poco de todo, de lo mejor. No seamos excesivamente reservados. Los riesgos, siempre que no se hagan desde una constante ceguera, son consustanciales al ser humano. La voluntad ha de ser la de existir, demostrando cada jornada que somos capaces. El coraje ha de estar presente en la profesión y en lo más íntimo.
Quitemos las barreras. Los filtros no contribuyen a los éxitos. Pongamos los anhelos en el punto. Nos hemos de añadir a las eras más ingentes, ésas que nos pueden ubicar donde las limitaciones no ocurren. Salgamos de los fanatismos. Nos debemos a los intereses objetivos y subjetivos que nos han de marcar hechos de alegría. La jovialidad nos rejuvenece y nos otorga el beneplácito de los años para estar en paz.
No nos acostumbremos a lo pésimo, sino a lo óptimo. Nos hemos de presentar con las figuras más entusiastas. Hay modelos, bastantes, para encariñarnos con los demás, para fomentar el cariño, el altruismo y la voluntad. Los universales se extienden como la hierba en primavera cuando los abonamos convenientemente.
No vivamos encerrados en redes que nos atrapan para no consentir que seamos aquello que imaginamos. Estimemos lo ideal. Nos hemos de ponderar. Unamos energías. Los acontecimientos han de implicar que nos enganchemos a los resultados más extraordinarios. Nos debemos liberar. La autonomía de criterio nos conduce por veredas donde nos formamos como humanos.
Avanzar
No estemos en esos “apriorismos” que nos dejan atrás. Podemos avanzar. Los detenimientos no nos preñarán de opciones. Indaguemos. Las tenemos. Hemos sido importantes. Volveremos a serlo, aunque permanezcamos en el anonimato.
Nos mostraremos sin predicciones. Las inclemencias no nos ganarán. Nos hemos de devolver a cuanto fue y tuvo significado cuando éramos jóvenes y pensábamos que todo era factible. Seamos independientes. Retornemos a ese empeño por alcanzar lo que nos acarreará fortuna y tranquilidad. Nos subrayaremos las eras en las que hemos de ser en sociedad. No aceptemos lo que no nos encumbra al contento. Cada día, hoy mismo, es una tarjeta para la mejor visita, que hemos de llevar a cabo.