Pese a haber sido elegida película revelación del Festival de Málaga 2015 -donde obtuvo el Premio a la Mejor Actriz para Natalia de Molina y el Premio del Público a la Mejor Película-, a su triunfo en el reciente Festival de Orense y a las 18 nominaciones a los Premios Goya del próximo año, a Techo y comida, primera película del jerezano Juan Miguel del Castillo, le falta garra.
Podría haber sido –y seguramente lo pretendió- el testimonio de la crisis pero se ha quedado en un film decente, muy honesto y realizado con las mejores intenciones, con el que cuesta enganchar.
Techo y comida es la historia de un desahucio: el caso de una madre soltera que “más por ignorancia que otra cosa”, deja que las cosas se vayan pudriendo en la espera de que en algún momento aparezca algo, o alguien, que le saque del pozo en que ha ido hundiéndose poco a poco.
Rocío, joven madre soltera sin más trabajo que el reparto de publicidad callejera –y no todos los días- y sin ninguna ayuda ni subvención, literalmente no tiene para comer; mucho menos para pagar el alquiler. Temiendo que acaben quitándole la tutela de su hijo de ocho años aparenta llevar una vida normal y busca explicaciones convincentes para explicar al niño la situación en que se encuentran.
Así van tirando los dos hasta que el dueño de la casa, agobiado también por las deudas, la denuncia. La llegada de la orden de desahucio hará que se tambalee la vida de ambos y que Rocío, totalmente abrumada y sin ninguna salida en el horizonte, acabe abandonando la vivienda, calle arriba, con el niño de la mano y sus pertenencias en una maleta y un fardo.
El director, Juan Miguel del Castillo, ha explicado que la idea de la película nació de su relación con una vecina que a veces le pedía azúcar o aceite alegando que la tienda ya estaba cerrada, y un buen día desapareció. Poco después vio en la televisión que la habían desahuciado: “Fue un proceso duro porque hacer cine no es fácil, pero tuve la suerte de que una productora catalana acogiera el proyecto. Pero no tenemos ninguna ayuda oficial, ni ninguna subvención. Este tema social y tremendo no interesa a ninguna administración que se vea».
A quienes le acusan de haber sido demasiado “crudo” les responde que ha sido “muy light y no he contado ni la mitad de los dramas que se viven cuando no tienes nada. Cuando empecé a escribir la historia, hace unos tres años, pensé que tal vez cuando se estrenara esto ya habría pasado, pero veo que sigue ocurriendo a diario».