Charlie Hebdo, ahora y siempre contra la intolerancia y el oscurantismo

Un año ha transcurrido ya desde los asesinatos del pasado 7 de enero, que provocaron una gigantesca manifestación en toda Francia por la defensa de la libertad de expresión, contra la intolerancia y el oscurantismo religioso.

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Portada de Charlie Hebdo: un an après

Mientras el gobierno y los medios informativos rinden repetidos homenajes  en estos días  a las victimas de aquel atentado, la publicación del numero especial de Charlie Hebdo este 7 de enero de 2016,  vuelve a  provocar las reacciones de los que  no soportan la libertad de expresión,  con una portada  firmada por el dibujante Riss, en la que un Dios armado con una kalachnikov  se escapa, bajo la leyenda: un año después  el asesino sigue suelto…

Cuando el Vaticano considera  “lamentable” la portada de Charlie Hebdo, cuando un candidato a la presidencia de la Republica, Alain Jupé, afirma que “a él no le hace reír”,  cuando los responsables en Francia del culto musulmán se estiman “heridos”,  cuando  como escribe  Riss “los fanáticos embrutecidos por el Corán, y los mojigatos venidos de todas las religiones” siguen deseando la muerte de Charlie Hebdo,  pienso en aquella manifestación de un millón de personas en Paris, y en la hipocresía de los jefes de Estado que intentaron apropiarse los sentimientos de la multitud en nombre de la  “seguridad” y la “lucha antiterrorista”.

Aunque la mona se vista de seda, mona se queda… los que practican la intolerancia en diferentes grados y maneras, vuelven hoy a la carga contra el único y esencial  combate de Charlie Hebdo: la libertad de expresión, dando argumentos a los que afirman  que “Charlie provoca” y que finalmente “ellos se lo buscaron”.  Ante tanta hipocresía y tanta cobardía, no puedo sino romper de nuevo aquí una lanza  por las victimas de Charlie Hebdo, y por sus supervivientes que siguen reivindicando con fuerza y convicción el derecho de blasfemia,  y la condición de laicos y ateos, convencidos de que, como dice Riss, “Las convicciones de  ateos y laicos pueden  desplazar muchas mas montañas que la fe de los creyentes”.

Del atentado contra la libertad de expresión de ese 7 de enero, y el crimen  contra  un supermercado judío, hasta los crímenes de masas del pasado 11 de noviembre también en Paris,  el asesino es el mismo: fanáticos que matan en  nombre de la religión.  Les guste o no a los creyentes esa es la realidad. Es la pura verdad, por mucho que duela a los que consideran que su religión no tiene nada que ver con esos crímenes.

Los responsables de la comunidad musulmana de Francia, deberían pues, en vez de sentirse “heridos” , alzarse y seguir combatiendo -como lo hicieron tímidamente el pasado mes de enero y de nuevo  en noviembre- contra los que buscan hacer callar la libertad de expresión, en este país que es el suyo y que  los acogió con tolerancia.

A guisa de conclusión en esta  indignada reflexión sobre tanta conmemoración y tanta hipocresía, les diré que los que vivimos  durante el franquismo los crímenes del «nacional catolicismo», comprendemos bien el mensaje laico de Charlie Hebdo contra todas las religiones y sus extremistas, sean judíos, moros o cristianos. Con Charlie Hebdo, preferimos pues, ahora y siempre, morirnos de risa, que vivir de rodillas.

Julio Feo Zarandieta
Periodista profesional en Francia desde 1976. He trabajado durante 35 años como periodista (Responsable de edición y critico de cine) en el servicio en castellano de Radio Francia Internacional. Pero también como corresponsal en Paris de diversos diarios y semanarios españoles y critico en Cine Classics (canal plus). Jubilado desde el 2013, escribo ahora en Periodistas en español y en Aquí Madrid. Miembro del Sindicato Francés de la critica de cine y de Fipresci, he cubierto numerosos festivales de cine internacionales, muy especialmente Cannes y San Sebastián. Militante antifranquista en los años sesenta, resido en Francia desde 1974, fecha en que me acordaron el asilo político. Hoy en día tengo la doble nacionalidad hispano francesa.

2 COMENTARIOS

  1. En realidad, a mi no me provoca risa, tampoco aversión o molestia.
    Simplemente es.
    Observo: un profeta o Moisés mismo o similar, ¿Mahoma?, con ojos y rictus dental de maligno; con un Aka a la espalda y un traje túnica con salpicaduras de sangre (lo único en color, en rojo, lo sanguíneo), va corriendo en huida o hacia otro punto de acción suya; en los pies las sandalias del pescador Pedro o de Jesús mismo; sobre la cabeza los principales símbolos masónicos (los que en vida abrazaron personajes de izquierda como Allende, y conservadores como W. Churchill) que también usan otras entidades semejantes y que consideran a los fundamentalismos religiosos como el oscurantismo fanático.
    Si la intención de la caricatura es de crítica, lo que parece obvio, creo que el dibujante los metió a todos en el mismo saco sin ninguna distinción, incluyendo al laicismo también y eso me genera «ruido», mucho «ruido» semántico-conceptual porque no son iguales las «ideologías» espirituales allí caricaturizadas, como tampoco lo son en la individualidad de sus respectivos adherentes.

  2. ChH, raramente me hace reír. Pero evidentemente ese no es el punto, cuanto la libertad de que quienes «no te hacen reír» puedan escribir las sandeces que les parezca.

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