Crónicas Alemanas
Ciñéndonos a la “ley de Murphy”, lo peor que les podía ocurrir a los refugiados en Alemania ha ocurrido: esto es, los sucesos habidos en la estación ferroviaria de Colonia el pasado 31 de diciembre, donde han tenido lugar asaltos a mujeres e incluso violaciones que, según denuncias presentadas a la Policía, son 379 hasta la fecha, de las cuales el 40 % son por agresiones sexuales. Este hecho ha causado una ola de indignación que puede acabar llevándose por delante la esperanza de ese millón largo de refugiados que llegaron al país germano en busca de auxilio y una vida mejor.
Y, de paso, hundir el actual alto índice de aceptación de la canciller Angela Merkel, su principal valedora no solamente en el país, sino en toda la Unión Europea. Como primer paso, Merkel ha manifestado que va a endurecer la legislación para los refugiados, porque “lo ocurrido en nochevieja son repugnantes actos criminales que exigen respuestas decididas”.
Resulta inexplicable que tal desaguisado haya podido tener lugar, pero lo cierto es que lo ha tenido, por desgracia. Partiendo de la base de que no se puede generalizar, culpar a todos los árabes, norteafricanos o sirios de la desgraciada acción, pero el hecho es que unos mil refugiados reunidos en la estación ferroviaria de Colonia protagonizaron unos hechos, al igual que en Hamburgo y otras ciudades, que han sido recogidos por los medios de comunicación a nivel mundial.
Para más “inri”, también la Policía y los medios de comunicación han cometido errores en relación a los sucesos habidos, y eso en un país como Alemania es muy serio. Seguramente tanto unos como otros lo hicieron con la mejor voluntad, dejando pasar un tiempo prudencial para informar, a fin de que las cosas se calmaran, pero ha resultado ser peor el remedio que la enfermedad. Dejaron pasar un día, haciéndolo el día 2, cuando la suerte ya estaba echada. La televisión alemana ZDF, la de mayor audiencia, ha pedido disculpas por no informar a tiempo, pero sin querer se lo han puesto en bandeja al grupo islamófobo Pegida, que ya tiene un eslogan: Lügenpresse (“Prensa mentirosa”). En otros lugares este hecho puede que no tenga importancia, pero en Alemania, con diarios como el Bild Zeitung con varios millones de tirada diaria, son palabras mayores. Junto a esto ha sido sustituido el jefe de seguridad de Colonia, como no podía ser de otra manera.
Todo esto ha sucedido en un año 2015 en que mientras los países miembros de la Unión Europea mareaban la perdiz acerca de qué hacer con el tema de los refugiados, Alemania recibía a 1,1 millones de personas en busca de asilo, con todo lo que ello supone en ayudas, crear infraestructuras necesarias, mantenimiento, etcétera. A continuación ha estado Suecia, con 163.000 peticiones de asilo, siendo por tanto estos dos países los que han cargado con la mayor responsabilidad dentro de la UE. Una Unión Europea que se había comprometido a trasladar a sus países a 106.000 personas desde Grecia e Italia, principales vías de acceso, pero que a la hora de la verdad se han limitado a recoger a 272 refugiados, de los cuales 18 han llegado a España, cifra que produciría risa si no diera pena.
Conrado Granado en la Estación Término de Colonia
Quedan muchas cosas por aclarar a fin de que los responsables de asaltos e intimidaciones respondan ante la Ley, pero los hechos están ahí, y también las consecuencias, ya que no ha sido solamente en Colonia donde han tenido lugar, sino en otras ciudades, con el correspondiente efecto multiplicador. Lo que sí está meridianamente claro es que la barbaridad llevada a cabo por estos “hombres jóvenes de aspecto árabe o norteafricano” según denuncias presentadas, van a traer consecuencias, y que Colonia puede convertirse en la estación término de muchos sueños y esperanzas. Algo que siento personalmente, ya que viví varios años a 30 kilómetros de esta ciudad, que visitaba con frecuencia, y siempre me pareció un lugar tranquilo y respetuoso con los extranjeros, de los que formaba parte.
De entre los miles de testimonios que se han recogido estos días en los distintos medios de comunicación sobre lo sucedido en Colonia, algunos me han llamado la atención por lo que cada uno significa: “Tenéis que tratarme bien, no podéis hacerme nada, soy un invitado de la señora Merkel”, dijo a la Policía un sirio detenido solicitante de asilo, según se ha filtrado a la prensa. La colombiana Juliana Arciniegas, que según comenta al corresponsal de El País Luis doncel en Alemania “dos hombres me metieron la mano bajo el vestido”, decía por su parte: “Sé que es injusto, porque no todos son culpables. Pero desde entonces tengo más cuidado con africanos y árabes”.
Finalmente, el alemán Alexander Schön, voluntario de una ONG que acude asiduamente a la estación de Colonia para ayudar a los refugiados, dijo en la radio de esta ciudad, tras acudir a la estación, ser rechazado y ver cómo al intérprete que le acompañaba le robaran los 250 euros que llevaba: “Pienso continuar como voluntario. Pero creo que la actitud de muchos cambiará. Temo que algo se ha roto”.