Cuando el sábado 6 de febrero de 2016 asistamos en televisión a los Premios Goya 2016 dedicados al cine tendremos oportunidad de observar una imagen hasta ahora desconocida: esto es, que la candidata a actriz revelación tiene nada más y nada menos que 93 años. Se trata de Antonia Guzmán, la actriz más longeva en la historia del cine español, que interpreta con soltura el papel de abuela en la película «A cambio de nada», la ópera prima de su nieto, el director y actor Daniel Guzmán. ¡Suerte y a por el Goya, que 93 años no son nada, Antonia!
A través de un excelente reportaje firmado en El País Semanal por la colega Elsa Fernández-Santos conocemos los pormenores de esta mujer que, como otras, siguen rompiendo moldes, estando al pie del cañón, y eso a su edad. Durante el rodaje de la película Antonia Guzmán se levantaba a las siete de la mañana para estudiar los diálogos. “Los suyos y los de los demás”, afirma su nieto, el director Daniel Guzmán.
Según palabras de la actriz, “estaba obsesionada con hacerlo bien. No quería que repitieran nada por mi culpa”. Su mayor ilusión ha consistido en salir en pantalla conduciendo por pleno centro de Madrid: “Toda mi vida he soñado con sacarme el carné de conducir y nunca he podido. Ahora podré decir que he cogido un volante”…
Esta mujer, que ha sido durante muchos años campesina, después costurera y ahora actriz, espera con tranquilidad el fallo de los Premios Goya, con la impasibilidad de los castellanos viejos que están de vuelta de todo: “Y eso que todo mi pueblo estará pendiente. Y mi familia. Todos me dicen que cómo estoy tan loca para meterme en estos líos”…
No es locura lo de Antonia Guzmán, esta candidata a actriz revelación a los 93 años, sino amor al arte. Y lo digo con conocimiento de causa, sintiéndolo en carne propia, al alternar en estos momentos mi profesión de periodista con la de actor, no sabiendo a estas alturas de mi vida a veces dónde comienza una cosa y termina la otra, en una simbiosis que está enriqueciendo ambos registros, en distintas latitudes.
No es locura, y lo puedo asegurar, porque conozco muchos casos como los de esta mujer, casos que he ido recopilando a lo largo de los años a través de historias contadas, vivencias, papeles interpretados, propios y ajenos, que verán la luz no tardando mucho en el libro que preparo en estos momentos con el título genérico de «Carne de casting».
Historias de hombres y mujeres que pueden frisar los 60, 70, 80, 90 años, y más, que cada día se levantan esperando anhelantes la llamada de la agencia para hacer un casting en busca de oportunidad. Y son reales como la vida misma, unas veces empujados por amor al arte, ese gusanillo que se mete en las venas, y otras, también hay que decirlo, por necesidad, porque hay que comer todos los días, pagar la hipoteca, ayudar a los nietos a salir adelante…
Y lo hacen, como dice la película ópera prima de Antonia Guzmán, unas veces a cambio de nada, por ilusión, porque lo viven, y otras a cambio de algo, porque la necesidad llama a la puerta a cualquier edad. A veces se pregunta el periodista que llevo dentro cómo es posible que existan estas historias que contaré un día, hallando la respuesta en el actor siamés que le acompaña: porque las has vivido, te las han contado de primera mano, y como escriba debes dar fe de ello.