Con respeto pero sin entusiasmo ha sido acogida en Cannes la proyección en competición de “Julieta” un melodrama del cineasta manchego Pedro Almodóvar, autor de una veintena de películas y cinco veces reincidente en este festival de Cannes, en donde sigue teniendo pendiente la asignatura de la Palma de Oro, y en mi opinión esta vez se va a ir nuevamente de vacío.
En la filmografía de Almodóvar, siempre me han gustado más sus películas sobre las mujeres, y dado que este es un melodrama sobre la relación entre una madre y una hija, esperaba mucho más de su película, cuyo guion y tratamiento me han decepcionado.
Tiene en su película una excelente actriz española: Emma Suarez que es la protagonista a partir de los cuarenta, mientras que Adriana Ugarte, a mi juicio menos convincente, hace de Julieta de los veinte años hasta los cuarenta. Almodóvar prefiere utilizar dos actrices diferentes para el mismo papel, pues dice no confiar en la autenticidad del maquillaje para hacer envejecer a un actor.
Desde hace un tiempo, debido sin duda a su edad y a ese tiempo que pasa para todos, el Almodóvar provocador de la movida madrileña ha evolucionado y madurado con muchas y algunas buenas películas, entre mis preferidas figuran “Que hecho yo para merecer esto”, “Entre tinieblas”, “Mujeres al borde de un ataque de nervios”, “Todo sobre mi madre”, “Volver” y “La flor de mi secreto”. Me gustan menos sus más recientes películas, desde “Abrazos rotos” hasta aquí, en donde busca nuevas ideas perseverando en su temática melodramática, y en un tratamiento más serio a la manera de los viejos melodramas de Hollywood.
“Julieta” es un guion adaptado de “Escapade”, tres relatos de la escritora canadiense Alice Munro que hablan del sentimiento de culpabilidad de una madre cuando su hija desaparece sin dar explicaciones y se niega a volver a verla. Asistimos así al trauma de esa madre en un relato que deja muchos cabos sueltos, como el por qué de esa desaparición, o con situaciones que resultan banales o mal resueltas.
Emma Suarez, insisto, lleva en gran parte el peso dramático de la película, y sale bien parada de ese trabajo de introspección sobre el sufrimiento y la culpabilidad, pero el resultado decepciona con personajes de poca fuerza como los que interpretan el argentino Darío Grandineti, o el catalán Daniel Grao, o la jovencita Michèlle Jenner.
Con todos mis respetos por Emma Suarez, añoro sobre todo las “chicas Almodóvar” que fueron Carmen Maura, Cecilia Roth, Marisa Paredes o Julieta Serrano… que a mi entender dieron letras de nobleza a sus mejores películas.
Una formidable excepción en ese casting que rodea a Emma Suarez, es la presencia de la siempre eficaz Rossy de Palma, fiel amiga de Almodóvar -quien ha demostrado ya en otras ocasiones su capacidad de pasar de lo cómico a lo dramático- aquí en el papel de una sirvienta, uno de esos papeles secundarios que no se olvidan. Se echa de menos por eso la presencia de otros secundarios de peso, pero pienso que más que un problema de casting, tropieza “Julieta” con un problema de escritura y de caracterización de los personajes en el guión.
Una bonita canción de Chavela Vargas “Si no te vas”, al final de la película, cierra este melodrama que finalmente no logra a mi juicio provocar esa fuerte emoción deseada por su autor.
En rueda de prensa en Cannes precisó Almodóvar que esta película estuvo a punto de rodarla en inglés, pero finalmente le falló la actriz norteamericana con la que quería trabajar.
En cuanto a su implicación en el caso de los papeles de Panamá, declaró a la prensa que “en ese asunto mi hermano y yo somos meros figurantes… pero la prensa española nos ha tratado injustamente como protagonistas”.