De sublime belleza podría definirse el último espectáculo del bailaor y coreógrafo Antonio El Pipa presentado el domingo 11 de septiembre de 2016 en el Teatro Lope de Vega de Sevilla en el marco de la 19 Bienal Flamenca, estrenado en el Festival de Jerez en 2015. Con acierto llamado Gallardía, pues con gallardía representa la esencia misma del pueblo gitano cuya historia ha sido siempre la de superar cualquier adversidad y levantarse de nuevo celebrando la alegría de vivir. Celebrando siempre con música y ritmo.
Jerezano con solera, Antonio El Pipa viene de una familia gitana con raigambre de artistas como su abuela, gran matriarca del arte flamenco Tía Juana la del Pipa, sus tíos Antonio y Juana la del Pipa de los que ha heredado el nombre artístico. Su formación empieza en familia y continúa con sus maestros Fernando Belmonte, Paco del Río, Angelita Gómez, Matilde Coral, Manolo Marín…Trayectoria profesional plagada de éxitos en Europa, Estados Unidos, América Latina, Egipto, teatros de ópera, teatros de prestigio internacional, premios por decenas, digno sucesor de Antonio Gades, Mario Maya y El Güito.
Gallardía se presenta con un elenco artístico de auténtico lujo, con diecisiete artistas en escena: Bailaor protagonista El Pipa, un cuerpo de baile de ocho bailaoras, las guitarras de Juan José Alba y Javier Ibáñez, cuatro cantaoras y un artista invitado, Dorantes, el mejor pianista flamenco del panorama actual.
Empieza el espectáculo con un Martinete presentado por mujeres. En fila, en cabeza la cantaora protagonista, Felipa del Moreno seguida por todo el cuerpo de baile. En penumbra, empiezan a bailar el Martinete, mientras al fondo suenan los golpes de fragua, las guitarras y compases. Un martinete coregrafiado, respetando el habitual cante a capella. La solemnidad abruma y al mismo tiempo deleita. Es un comienzo que ya anuncia la categoría artística de lo que está por venir. El Martinete deriva en Seguiriya, el otro cante solemne donde los haya. Una coreografía de intenso lucimiento para las ocho componentes del cuerpo de baile, en la que el protagonismo lo ostentan las ocho batas de cola interactuando con arte y sabiduría. Añadir que el vestuario de las bailaoras firmado por Agustín del Moral y Azabache combina diseños y colores con una maestría simplemente genial, algo importantísimo cuando hablamos de baile. Protagonistas también las cuatro sillas de enea tan decisorias en la composición del ballet.
Antonio El PipaAntonio El Pipa hace su aparición en un número de Tarantos y Tangos titulado ‘A voces’. Vestido con traje ajustado, chaqueta corta, adornado con caireles; su diseño de vestuario es también de Agustín del Moral y Díaz Salazar. Muestra su veteranía en el baile, su saber componer la figura, su sincronización corporal, sabio administrando desplantes. Solo una cosita. Antonio tiene que ir pensando en perder algún kilito, no muchos, pero sí alguno. Se notan con el traje tan ajustado, no tanto más tarde con otro vestuario que no marca los límites del cuerpo. Tiene un estilo de baile clásico, tradicional, sin concesiones a derivas modernas. El suyo es un baile flamenco puro, muy gitano y extraordinariamente masculino; se le escapa la virilidad por todos los poros que quedan visibles.
A los tarantos y tangos suceden unas Alegrías que borda todo el cuerpo de baile. Ahora abundan los lunares y otros elementos festeros para el palo más festero de todos. Antonio ya se ha despojado de los caireles; se le ve más cómodo en su traje de pantalón oscuro y chaqueta blanca. Desborda su porte elegante, se mueve con una naturalidad contagiosa, zapatea con el ritmo alegre que le marcan las guitarras y los cantes, se le ve disfrutar sabedor de que transmite a sus espectadores ese espíritu de celebración. El número siguiente, Cantaora, protagoniza una ronda de cantes por parte de las cuatro cantaoras, cada una en su estilo, pero respetando la unidad de estilo. Llevan preciosos mantones de Manila a los que imprimen protagonismo, a la manera más tradicional de raiz flamenca. Felipa del Moreno se levanta para actuar con el bailaor, esta le envuelve con su mantón y él lo toma para iniciar un movimiento que recuerda la soleá del mantón. Hay una deliciosa complicidad entre ambos, una compenetración que no describen palabras.
El escenario se queda solo para Juan José Alba y su guitarra pero también su voz en una canción compuesta por él, algo habitual. Este gaditano de apenas treinta años, compositor y maestro de música, licenciado en musicología, es un auténtico poeta lírico. Solo un foco le ilumina para dotar de gran intensidad a su actuación. Tras él, se cierra el telón pero delante del telón aparecen Javier Ibáñez con su guitarra, en pie, con el pie derecho apoyado sobre una silla, borda una soleá que canta Carmen Cantarota. Entre ambos componen una figura para ser pintada en un cuadro.
El lebrijano David Peña Dorantes protagoniza al piano la segunda parte de este gallardo espectáculo. Y comienza por el Himno Gitano internacional, Gelem Gelem, para el que El Pipa ha creado una coreografía que marca distancias con todo lo anterior. Es un ballet clásico, con el bailaor descalzo y vestido casi de harapos, manifestación del sufrimiento de todas las comunidades gitanas a lo largo de su historia en Europa, en especial la historia de su exterminio en los campos nazis durante la Segunda Guerra Mundial. El himno tiene una larga historia antes de que fuera adoptado como la representación unificada de todos los pueblos romaníes. Gelem Gelem significa Anduve, anduve y su letra habla de sufrimiento y superación, siempre con esperanza. La coreografía del ballet es de una belleza excepcional y emocionante, de lágrimas y gozo, difícil de olvidar.
Dorantes, miembro de la ilustre dinastía de la que su tío Juan Peña El Lebrijano recientemente fallecido fue la leyenda, continúa la noche con su composición Orobroy de 1998, una fusión de flamenco y jazz que le lanzó a su primera gira mundial aclamada en todas partes. Nunca había sido coreografiada hasta ahora y este es un privilegio añadido a este hermoso trabajo, quizá el más hermoso trabajo de El Pipa. Dorantes feliz con esta versión de su música tan bellamente danzada.
El ‘musical Dorantes’, termina con Sin muros, una composición de 2012 por bulerías concebida para derribar todos los muros, abrir todos los candados que impiden disfrutar de una libertad total y eterna. Es un trabajo multicultural, con aires árabes, guasa cubana, pasión argentina, toque afroamericano y en el fondo muy flamenco. Un reto para el baile diseñado por El Pipa, que de pieza en pieza va creciendo en belleza y versatilidad, para gozo del espectador, que a estas alturas está impregnado de bellezas e imágenes de las que se graban en la mente y en el corazón para mucho tiempo.
Un broche final con Gitanerías, un precioso número en el que todos y cada uno se lucen, bailaoras, bailaor, cantaoras y guitarras. Es el broche final profundo y celebrador dedicado a todos aquellos que siempre siguen adelante, superando cualquier adversidad. Es la vida misma, con sus altibajos, con esperanza y espíritu positivo ante ellas, cada superación es un logro, un paso adelante en el camino de la vida.
Hay que hacer mención especial del maravilloso diseño coreográfico de estas Gitanerías, con ese final de baile esperado, cuando ya parecía todo terminado, añorado, solo baile, sin cante ni toque, el baile como música única, percusión y expresión corporal, la más genuina de las expresiones al alcance del ser humano.