Horizontes Latinos: «Rara» un entrañable alegato contra la homofobia
Premiada en Berlín tras su paso por Cine en construcción, premio Sebastiane Latino del colectivo Geitu de gays y lesbianas, “Rara” que compite aquí para el premio Horizontes Latinos, es una entrañable película familiar, apta para todos los públicos, realizada por una directora chilena que reivindica con mucho valor su militancia por el reconocimiento de su identidad sexual.
El guion, escrito en colaboración con la también guionista y cineasta chilena Alicia Scherson, está basado en un hecho real: el de la jueza chilena Karen Atala, a quien la justicia en su país le retiró la custodia de sus dos hijas pequeñas.
“Aunque el caso fue revisado por el tribunal de justicia interamericano y el gobierno de Chile tuvo que pedir excusas por este flagrante caso de discriminación, doce años habían transcurrido y el mal ya estaba hecho” precisa Pepa San Martín.
La película, con un excelente guión, está relatada desde el punto de vista de las dos niñas pequeñas de la jueza: Julia Lubbert, hija del cineasta Orlando Lubbert, interpreta el papel de Sara, la adolescente que tiene 13 años, y su hermana pequeña Cata en la ficción es Emilia Osando, de ocho años de edad. Dos verdaderas joyas ante la cámara que no desmerecen junto a actrices profesionales de la talla de Mariana Loyola en el papel de la madre divorciada, lesbiana y jueza.
Al mismo tiempo que una fuerte denuncia de los prejuicios conservadores y la homofobia de la muy católica burguesía chilena, la película es sobre todo un relato sobre el descubrimiento e iniciación a la vida de esa adolescente. Todo está visto desde el punto de vista de esa niña que sufre de las tensiones en el divorcio de sus padres, pero también y sobre todo se siente rara ante los prejuicios y rumores que circulan en su colegio, sobre las relación es entre sus dos mamás.
El conflicto de Sara tiene sin embargo un contrapunto en la actitud inocente de su hermana Cata, que no entiende lo que sucede a su alrededor. Ese conflicto familiar y humano está tratado con mucha sensibilidad y sin maniqueísmo por la puesta en escena de Pepa San Martin, que nos dice: “no quería hacer una película militante, para los convencidos, sino establecer un dialogo con los no convencidos, los que piensan que una pareja homosexual no tiene la capacidad de educar a los hijos”.
Un tema pues de lectura universal y un desafío bien logrado el trabajo con los niños en esta ópera prima como directora de Pepa San Martin, ya cuadragenaria y con una gran experiencia en el mundo del teatro y del cine, que ha trabajado como ayudante de dirección en cerca de treinta películas, con directores como Alejandro Fernández Almendras, José Luis Torres Leiva, Alicia Scherson, entre otros.