“¿Importa cuánto hay de realidad y cuanto de ficción en una obra literaria?
La realidad no existe, es una interpretación.
La verdad, lo que llamamos la verdad es una interpretación que ha prevalecido sobre otras”
El actor Oscar Martínez, consiguió con su papel en la comedia hispano-argentina “El ciudadano ilustre”, dirigida por Mariano Cohn y Gastón Duprat, la Copa Volpi al Mejor Actor en la última edición de la Mostra de Venecia. Con esta obra, Argentina opta en 2016 al Oscar a la mejor Película de habla No Inglesa, y a los Premios Goya en la categoría de Mejor Película Iberoamericana.
“El ciudadano ilustre” es una pequeña joya que brilla con luz propia en la cartelera –por otra parte con un puñado de buenos títulos- de estas semanas previas a las fiestas invernales. Una comedia inteligente, sarcástica, diálogo continuado entre literatura y ficción, literatura dentro de la literatura y literatura en el cine, que es una conjunción infalible. Una excelente comedia dobre la condición humana.
Daniel Mantovani, un escritor argentino que lleva varias décadas residiendo Barcelona, recibe el Premio Nobel de Literatura. En la ceremonia de Estocolmo, que como es de rigor presiden los reyes de Suecia, Daniel Mantovani sorprende al auditorio declarando que el premio le honra y le horroriza al mismo tiempo, porque viene a consagrarle como un autor académico, conformista y amable (adjetivos que al mismo tiempo reconoce y rechaza, porque eso significa que con el tiempo su literatura ha perdido el aspecto revolucionario inherente a toda obra de arte), y añadiendo que no le gustan las monarquías.
Toda la obra novelística del escritor Mantovani retrata con crudeza la vida en Salas, el pueblecito donde nació y al que no ha regresado en cuarenta años. Tras la concesión del máximo galardón de las letras internacionales le llega una carta de las autoridades del pueblo, invitándole a visitarlo para recibir la distinción de Ciudadano Ilustre.
Contra todo pronóstico decide regresar a ese pueblo que es uno y muchos, porque los directores “rastrearon por 80 pueblos para ‘armar’ el definitivo, un rompecabezas de geografías”, y enfrentarse a sus recuerdos. Tras la primera oleada de entusiasmo que despierta su llegada, aparecen rechazos, animadversiones, envidias y hasta odios larvados… En resumen, la acogida es mucho más complicada de lo previsto, absurda y agresiva.
En el regreso a las raíces de “El ciudadano ilustre” están algunos de los temas recurrentes de la mejor literatura argentina del siglo XX, que es como decir a mejor literatura en castellano: la ignorancia, la legitimación, la reprobación del éxito, el ser argentino, la “traición” a la patria y, por encima de todo, la idea de creación y su relación con el mundo.
El éxito que sin duda va a tener la película, y que con toda probabilidad tendrá mucho que ver con el boca a boca de los espectadores, como pasó hace unos con “Truman”, hay que buscarlo en la mezcla de humor y lucidez de que hace gala el escritor, un personaje contradictorio e irresistible interpretado con solidez por el gran actor que es Ocar Martínez, quien bien se merece seguir cosechando premios. Su interpretación consiguió “hipnotizar” en Venecia, en el festival cinematográfico más antiguo del mundo, donde recibió una ovación de lujo.