Honrar honra, dice el viejo proverbio martiniano, sin embargo la satisfacción es plena cuando se galardona, en cualquier rama del quehacer humano, a una inteligencia que aúna a su sapiencia con la «rara avis» de la humildad.
Tal es caso del escritor y novelista, Eduardo Mendoza Garriga, quien escribe en castellano y catalán, mismo al que después de cuatro rondas de votación, como es de sobra conocido, se le galardonó con el Premio de Literatura en Lengua Castellana “Miguel de Cervantes» 2016.
La vida nos puso en el camino de las luchas gremiales periodísticas, miembro y expresidente del Club Primera Plana, presidente fundador y vitalicio honorario de la Federación de Asociaciones de Periodistas Mexicanos, FAPERMEX, Presidente del Colegio Nacional de Licenciados en Periodismo, CONALIPE, y por ello miembro de la prestigiada Federación Latinoamericana de Periodistas, FELAP, en la cual ocupamos la titularidad de la Secretaría de Desarrollo Social, nuestros pares, en forma precisa el presidente de la organización regional, Juan Carlos Camaño, nos propusieron al Ministerio de Educación, Cultura y Deporte del Gobierno Español, como miembro del Jurado del mencionado “Premio Cervantino”. Distinguida y a la vez grave responsabilidad.
Claro que acertamos con lo antes expresado en la designación de Eduardo Mendoza, por ello reproducimos la parte sustantiva en la que basamos nuestra decisión: El jurado le ha otorgado el premio “porque, con la publicación en 1975 de La verdad sobre el caso Savolta, inaugura una nueva etapa de la narrativa española en la que se devolvió al lector el goce por el relato y el interés por la historia que se cuenta, que ha mantenido a lo largo de su brillante carrera como novelista”. Eduardo Mendoza “en la estela de la mejor tradición cervantina, posee una lengua literaria llena de sutilezas e ironía, algo que el gran público y la crítica siempre supieron reconocer, además de su extraordinaria proyección internacional”.
Ahora queremos, además, distinguir su sencillez y bonhomía. Cuando pergeñábamos algunas reflexiones, que vienen a continuación, nos encontramos con el siguiente correo electrónico, que nos da prueba fehaciente de la personalidad del galardonado:
«Sr. D. Teodoro Rentería Arróyave. Estimado amigo: Hasta hoy no he tenido una dirección a donde poder escribir para expresarle mi más sincera gratitud por la concesión del Premio Cervantes, de cuyo jurado formaba usted parte.
No ignoro la importancia de este premio, que acepto con tanta alegría como humildad.
Reiterándole mi agradecimiento, que espero tener ocasión de expresarle en breve personalmente, quedo a su entera disposición y le envío mi más cordial saludo».
Firma, Eduardo Mendoza.
Nos conmueven las mujeres y los hombres cultos, que por lo mismo son sencillos y humildes en sus triunfos.
Hemos realizado un viaje de 17 días por las comunidades Andalucía y Extremadura y la región de Castilla, que nos han dejado reconfortados con nuestro pasado, con el presente y, desde luego, con lo que el devenir nos tenga reservado.
Vinimos a estas tierras entrañables porque no podemos negar ni historia ni orígenes; los mexicanos en su inmensa mayoría somos producto del mestizaje que algunos lo ubican como un fenómeno brutal e ignominioso, sin embargo otros estudiosos lo presentan como el resultado de transición de una nueva raza que no puede negar ni su origen peninsular y muchos menos sus raíces indígenas. Somos orgullosamente mexicanos.
El Movimiento Iberoamericano es un hecho incontrastable, cada día se solidifica y por consecuencia se engrandece. Esta progresiva historia, nadie la puede interrumpir y mucho menos eliminar.
Pese a quien le pese, España está y seguirá unida a los países latinoamericanos y Latinoamérica está ligada de por siempre con la nación peninsular.
Consecuencia de toda esta acumulación histórica, es entre otros muchos elementos, simiente de la construcción del anual Premio de Literatura en Lengua Castellana «Miguel de Cervantes», el cual sería inconcebible sin la participación de todas las naciones hispanoparlantes.
Desde que se fundara en 1976, el prestigiado y anhelado galardón, ha cumplido con una regla no escrita, pero no por ello significativa: un año se le otorga a un escritor español y al siguiente a otro de oriundez hispana. Nadie discute las tradición porque la misma ha permitido, al marginar regionalismos impropios, reconocer a los grandes de las letras y eso nadie lo puede poner en duda y mucho menos discutir su impronta vertebral.
Es un orgullo, es probable que muy personal, aunque fuimos testigos de la firme entrega de los pares, el haber sido miembro del Jurado del “Premio Cervantes”, que muchos consideran el Novel de habla hispana, por mi parte me quedo sólo con su enunciado primario que lo acredita a plenitud.
Eduardo Mendoza, el docto escritor ahora investido por derecho propio con el «Premio Cervantes», prueba una vez más su cultura., porque además de su cúmulo de conocimientos, aúna su sencillez y humildad.
Muy honrado con su amistad Querido Don Eduardo Mendoza, pronto por ahí nos encontraremos.