Os animo a leer la tribuna abierta en diario.es[1] de Chon Vargas Mendieta, nieta de Timoteo Mendieta, fusilado en noviembre de 1939.
Gervasio Sánchez
En enero de 2016, después de un largo proceso judicial, se pudo abrir la fosa del cementerio de Guadalajara donde se suponía que estaba su abuelo. Pero los restos Timoteo no aparecieron en la fosa.
Hace unos días Chon tuvo que decirle a Ascensión, su madre de 91 años, hija de Timoteo, que su padre no había sido encontrado. Ascensión, una humilde pero vigorosa mujer, recordó que ella, siendo una niña de 13 años, fue la que abrió la puerta de la casa en 1939 cuando vinieron a buscar a su padre.
El dolor de Ascensión y de Chon es inaceptable. Ojalá la clase política de este país, que ha dado lecciones de gran cobardía en relación al drama de los desaparecidos, sea capaz de buscar una solución para que los familiares puedan encontrar a sus seres queridos después de décadas de espera.
Será mi principal deseo al nuevo año porque la dignidad es lo único que importa.