«Es mejor ser ateo que un católico hipócrita». Palabras del papa Francisco para señalar a los malos católicos que dicen una cosa y hacen otra.
Esto se da en todas las sectas religiosas. Ser ateo está tipificado como un delito moral demonizado por los líderes religiosos y los fieles de a pie.
La fe del ateo, no es más que la de un creyente en otras manifestaciones con o sin dioses, más no la que inyectaron por siglos en el disco duro de cada uno de nosotros.
Para ser una buena persona no hay que ser ni católico, ni evangélico, ni musulmán, ni chamán, ni judío, ni budista; sino armoniosos y respetuosos con nuestros semejantes en cualquier punto de la tierra.
A propósito de la iglesia católica, la directora del Bienestar Familiar de Colombia, Cristina Plazas, envió una carta a los prelados católicos para denunciar por enésima vez la pederastia cural, en este caso en Cali, donde día a día se ve atacada la niñez sin que sus dirigentes se pronuncien y obren en consecuencia.
Recordamos, del entonces monseñor quiteño Juan Vicente Córdoba, la siguiente perla en el año 2011, sobre la adopción de niños por parte de homosexuales: «Con dos niñas no tendría ninguna atracción hacía ellas. Le llegan dos jovencitos en una edad que pueden ser una tentación. Es muy difícil que si yo tengo diabetes y me ponen a vivir en una dulcería no caiga».
¿Pasó algo con este monseñor? Absolutamente nada. Es preferible ser un buen ateo y no un católico retorcido.