James Parkinson, médico británico, describió por primera vez en 1817 los síntomas de esta enfermedad. Ésta afecta al sistema nervioso en el área de encargada de coordinar la actividad, el tono muscular y los movimientos. Este proceso crónico tiene su origen en la degeneración y muerte progresiva de las neuronas, las dopaminérgicas, cuyo neurotransmisor primario es la dopamina y que cumple funciones en el sistema nervioso central. Una realidad que sigue diagnosticándose cada año. Esta enfermedad degenerativa es la segunda más común tras el Alzheimer, unos 150.000 casos en España y tarda en ser diagnosticada unos cinco años.
Según la National Parkinson Foundation, existen síntomas tempranos que usted puede referir para que pueda alertar a su médico de la misma. Aparte del temblor, el olfato se va perdiendo, así como la dificultad para caminar, la voz baja, la expresión facial rígida o el encorvamiento de la espalda. Otro síntoma clave es la letra pequeña y las palabras muy juntas y un extraño olor a madera rancia que durante años puede notar en la espalda o en la parte baja de la nuca sin explicación alguna.
El 70 % de los enfermos tiene más de 65 años y aunque es una enfermedad que no suele diagnosticarse en la edad madura, existen casos, pocos, de menores de 45 y excepcionalmente en la infancia o adolescencia. Los síntomas se manifiestan una vez que se ha producido ya la pérdida de neuronas y por ello es complicado determinar años antes qué está sucediendo. La pérdida neuronal se localiza en la zona de unión entre el cerebro y la médula espinal, el tronco del encéfalo, y en las neuronas llamadas, sustancia negra. La pérdida de estas neuronas hace palidecer a las mismas y se deja de producir la dopamina; un aminoácido que actúa como neurotransmisor, es decir, que transporta información desde un grupo de neuronas a otro a través de mecanismos químicos y electrícos.
Existe un dato relevante que confunde a los pacientes ya que estos suelen padecer una depresión que puede ser la primera manifestación de la enfermedad. Eso, junto con los datos que refieren por la vejes, hace que tengan síntomas no motores que no puedan alertar lo que está sucediendo. Si ésta se detectara en una etapa temprana la respuesta farmacológica será excelente. Por tanto, ante la fatiga, la psicosis, el insomnio, trastornos de la conducta del sueño en la fase REM, conductas compulsivas, deterioro cognitiva leve, estreñimiento crónico, acuda a un médico.
El coste de esta enfermedad supone 11 billones de euros anuales en Europa. Si tiene síntomas o considera que no está envejeciendo adecuadamente, acuda a su médico. La enfermedad no se cura pero degenerá lentamente.