Podemos, solidarios con la Francia insumisa
La campaña electoral para la primera vuelta de la elección presidencial en Francia se cierra este viernes a medianoche. El voto tendrá lugar el domingo 23 de abril, después de un compas de espera de 48 horas sin discursos ni mítines electorales.
Quiero en esta crónica romper una lanza por el candidato que ha sido a mi juicio en esta campaña el mejor representante de las ideas y anhelos del electorado de izquierdas en Francia: Jean Luc Melenchon, candidato de “Francia insumisa”, quien celebró el martes su último gran mitin en Dijon, retrasmitido simultáneamente mediante un holograma en otras seis ciudades francesas: Nancy, Grenoble, Montpellier, Clermont Ferrand, Nantes y Port en la isla de la Reunión.
Hoy viernes cerrando ya la campaña una serie de aperitivos populares, insumisos y festivos han sido organizados en toda Francia. El español Pablo Iglesias, dirigente en España de Podemos, se ha desplazado a París, para dar su apoyo a la candidatura de Francia insumisa, destacando su voluntad de construir juntos una Europa social y solidaria.
Una verdadera dinámica de participación popular y de la juventud ha ido creciendo a lo largo de la campaña lanzada por Melenchon con su programa “El futuro en común” que sintetiza las orientaciones sociales y ecológicas de la izquierda francesa, tanto en los medios informativos tradicionales como a través de Youtube e internet.
Lástima que Benoit Hamon, ganador de la primaria socialista, no se haya unido a Melenchon en esta batalla, pues el electorado socialista que derrotó a Manuel Valls, se encuentra en sintonía con el electorado que apoya a Melenchon. Esa Francia de izquierdas que se movilizó contra la “Ley trabajo” y contra el uso autoritario del 49/3 utilizado por Macron y Valls en el gobierno, y que seguirá presente, suceda lo que suceda el domingo, en todas las luchas sociales en este país, por la defensa del empleo y de la dignidad humana. Esa Francia que defiende lo humano como prioridad frente a los pornográficos beneficios del capital financiero.
Una campaña que termina sin verdaderos debates de ideas, escamoteados por la sociedad del espectáculo televisivo alimentado por los sondeos de opinión, y que habrá estado dominada por varios hechos importantes: el fracaso total de las “primarias” de los dos “grandes” partidos; la derrota de políticos como Sarkozy, Hollande, Juppé o Valls, representantes del bipartidismo en crisis; la escandalosa traición a la palabra dada de unos y otros, de Fillon a Valls, o los escándalos de corrupción que desacreditan a la clase política “profesionalizada” y a sus representantes en los medios informativos, dispuestos a defender sus excesivos privilegios.
Por vez primera la incertidumbre del resultado electoral en esta primera vuelta, hace posible una recomposición del panorama político francés. Y como siempre en vísperas de grandes cambios posibles, el miedo es agitado para disuadir al electorado.
El peor enemigo de la democracia es el miedo, como le oí decir un día a un sindicalista boliviano, el miedo es el peor enemigo de las luchas sociales, el miedo al paro, a perder lo poco que se tiene, el miedo alimentado por los poderosos del planeta, por sus guerras y por la casta política en el poder.
El miedo propagado por la xenofobia ultraderechista, el miedo del otro, del extranjero y del refugiado que busca escapar a la guerra, al hambre o a la represión, el miedo destilado por los candidatos que defienden la inercia y el fracaso de la actual Europa neoliberal generadora de austeridad y de desigualdad social, el miedo de los que vaticinan el caos fuera de toda política neoliberal, pero también, como no, el miedo provocado por los terroristas islamistas que han buscado una vez más golpear cobardemente en el corazón de París, matando este jueves a un policía en los campos Elíseos.
Frente a los que buscan manipular todos esos miedos y amenazas, y que agitan como un espantapájaros la teoría del voto útil para ellos mismos, solo cabe una posición coherente: el voto de la convicción, el voto de la resistencia en las luchas sociales, el voto por una VI república en la que el escrutinio proporcional permita por fin la representación real de las fuerzas políticas del país en un Parlamento digno y soberano.