La epilepsia es una enfermedad cerebral crónica que afecta a personas de todo el mundo y se caracteriza por convulsiones que manifiestan movimientos involuntarios que pueden afectar a una parte del cuerpo (parciales) o a su totalidad, (generalizadas) acusando el paciente pérdida de conciencia y control de los esfínteres.
El 24 de mayo es el Día Nacional de la Epilepsia y por tanto se pretende concienciar a la población acerca de cómo actuar si algún familiar presenta estos episodios de convulsiones y cómo son esas descargas eléctricas excesivas de grupos de células cerebrales.
La epilepsia es uno de los trastornos reconocidos más antiguos del mundo, ya que se conocen descripciones de estos síntomas en escritos de 4000 A.C. Durante varios siglos, la incomprensión, el estigma social y la discriminación han hecho que pacientes y familiares se sientan en inferioridad de condiciones ante la sociedad.
Las características son variables y siempre dependen de la afectación del cerebro en donde comienza el trastorno así como su propagación. Pueden producirse síntomas transitorios como ausencias o pérdidas de conocimiento y también trastornos del movimiento así como de los sentidos; visión, audición y gusto, así como humor u otras funciones cognitivas.
La epilepsia se trata y también se cura. El tratamiento suele durar entre dos y cinco años y una vez que desaparecen las convulsiones se pueden retirar el 70% de los niños y a un 60% de los adultos sin que éstos tengan una recaída ulterior. Es posible que conozca pacientes que no hayan respondido a la medicación. En este caso, ellos serán candidatos a la cirugía y el neurólogo les propondrá una evaluación completa con apoyo de un neuropsicólogo, neurorradiológo y otros especialistas.
Si usted ve a una persona con una crisis epiléptica debe actuar con rapidez, sensatez y sin perder la calma. Si no es capaz de hacer tal intervención debería no intentarlo siquiera.
Las personas que rodean a una persona que tiene una crisis suelen tener miedo o manifiestan normalmente cierto grado de ansiedad porque no saben cómo ayudar al afectado. Si este es un niño, acabará por pensar que sus compañeros le odian o no son sus amigos porque él es raro. Dentro de la crisis que suceda hay que comportarse lo más normal posible para que el afectado note que se le está ayudando:
- Es importante no movilizar al paciente y dejarle en el sitio en donde se encuentra.
- No introduzca pañuelos ni trapos en la boca aunque salive mucho.
- Si es posible, colóquelo de lado para evitar que se atragante.
- No sujetarle las extremidades mientras convulsiona.
- Salvo que esté orientado y no se debe dejar al paciente solo. Se recuperará en pocos minutos.
Si todo esto no ha servido y no recupera la conciencia o se ha producido un traumatismo o vuelve a tener crisis, hay que llamar a los servicios de Urgencias.
El problema de la epilepsia es el estigma, el sobrediagnóstico y el subdiagnótisco en muchos pacientes. La incidencia de esta enfermedad es de 5 a 10 de cada 1000 personas en países desarrollados, lo que supone que entre el 40 y el 70 % por cada 100.000 habitantes. Estos datos sugieren que aproximadamente, un 10 % de la población sufrirá alguna convulsión a lo largo de la vida.
Las crisis epilépticas son episodios de alteración de la actividad eléctrica del cerebro que se manifiestan por la alteración en la conciencia o por la aparición de sintomatología motora, sensitiva o conductual. Estas crisis no suelen durar más de 2 minutos, cinco a lo sumo si se repiten sin embargo, son muy aparatosas en muchos casos y pueden tener temblores violentos que hacen que nos asustemos.
Cuando un paciente está subdiagnosticado se suelen confundir con una forma de epilepsia que se denomina, mioclónica juvenil y presenta sacudidas al despertar. Otra forma de sobrediagnóstico es la interpretación de las crisis y los Electroencefalogramas mal diagnosticados porque pueden confundirse con otros episodios muy similares entre los que se incluyen los accidentes cerebrovasculares, los síncopes, las migrañans, los ataques de pánico y las alteraciones del sueño además de otros desórdenes psiquiátricos.
En cualquier caso, un buen estudio y los antecedentes familiares son de vital importancia para saber cómo abordarlo farmacológicamente con antiepilépticos que tienen la capacidad de evitar crisis futuras.