En esta campaña para la primera vuelta de las elecciones legislativas, (primera vuelta 11 de junio, segunda vuelta el 18 de junio), una macronitis aguda se ha apoderado de la prensa francesa, ya no es solo la prensa del corazón, de Gala a Paris Match, la que adula de manera regular en sus portadas a la pareja real (el presidente y su primera dama) sino que el conjunto de los diarios y semanarios, incluidos Liberation y Le Monde, han sido afectados por esa campaña de propaganda sin precedentes, destinada a transformar el éxito presidencial en victoria legislativa pregonada y anunciada.
Para encontrar algún análisis critico sobre Emmanuel Macron y su gobierno, hay que leer el satírico Le Canard Enchainé, o buscar otras fuentes y otros ecos en internet, último refugio hoy en día de la libertad de expresión y de un trabajo de investigación periodístico. La prensa diaria y semanal “políticamente correcta” y bien controlada por un puñado de magnates, hace abiertamente campaña a favor del nuevo monarca-presidente de la República, en aras de la “estabilidad política”.
Los Institutos de opinión, con sus sondeos siempre orientados en la misma dirección, contribuyen también a este bochorno de macronitis, pues nos dicen ya que el voto de los franceses en el extranjero, (hecho con anterioridad) ha sido favorable a Macron, y que en Francia el próximo domingo todo anuncia que obtendrá una mayoría absoluta.
La limitada campaña oficial para las legislativas, con anuncios publicitarios de cada partido, y la exaltación en torno a la corte presidencial, se ha desarrollado en un clima de desinformación y confusión programática. La Republica en Marcha presenta sus candidatos propios, pero sostiene también candidatos socialistas o de derechas en ciertas circunscripciones, como es el caso de Manuel Valls, o con Christian Estrosi. Entre los diputados que se presentan a su propia sucesión corre un viento de pánico y de sálvese quien pueda, ante la amenaza de la ola macronista.
Regresión social y desmantelamiento del derecho laboral
En medio de esta ola de macronitis aguda, cabe detenerse en la anunciada regresión social del programa de Macron. El diario Le Parisien ha publicado ya una versión de la futura “ley trabajo” aun más derechista que la anterior, inmediatamente desmentida por el gobierno, que parece haber querido así lanzar una sonda para medir la reacción de las organizaciones sindicales, que están siendo convocadas, una a una, para una presunta “negociación”.
La reforma Macron, aplaudida por la organización patronal, se propone ir aun más lejos que la ley El Khomri, en su voluntad de precarizar el trabajo asalariado, de liberalizar profesiones y servicios, para desmantelar el código del trabajo. La violencia sarkozysta contra los sindicatos dejó el paso a la traición de Hollande hacia su electorado y la promulgación de la ley trabajo, que ahora Macron se propone llevar todavía más lejos.
¿Cómo terminar con las reivindicaciones obtenidas por los asalariados desde 1936 y consolidadas en el 45 tras la liberación?: facilitando los despidos y limitando los CDI, contratos a duración indeterminada que “encarecen el costo del trabajo” según la letanía neoliberal. Limitando y reduciendo las indemnizaciones obtenidas en magistratura del trabajo. Priorizando la negociación por empresa, y no por rama o sector profesional, limitando el contrapoder de las organizaciones sindicales. Favorecer el referendo de empresa organizado por el patrón, para negociar los horarios de trabajo y la reducción de salarios. Reformar el seguro de desempleo, con medidas coercitivas para los parados.
Tal es el programa que Macron quiere aplicar de urgencia, en cuanto disponga de una mayoría en la Asamblea Nacional.
Francia Insumisa, la apuesta de la izquierda francesa
En el ámbito parlamentario la “Francia insumisa” de Jean Luc Melenchon, aparece hoy como la única posible oposición de izquierdas, capaz en el futuro de ofrecer una alternativa de poder. Es sin duda esa la razón por la que los mismos aduladores de Macron han emprendido un ataque en todas direcciones contra Melenchon y su programa, en donde los ataques personales se suceden en mala fe a la presentación deformada de sus propuestas programáticas.
De la diabolizacion y desdiabolizacion de la extrema derecha de Marine Le Pen, agitada en la campaña de las presidenciales, hemos pasado ahora, en los “grandes medios informativos”, a la diabolizacion de Melenchon, designado como principal enemigo de ese apaño centrista neoliberal representado por Macron, Bayrou y Philippe.
Del resultado que la izquierda obtenga en las legislativas dependerá la capacidad del Parlamento para oponerse a la política de un presidente elegido con 60 % de sufragios anti Le Pen, pero con solo 24 % de sufragios de adhesión a su programa.
La salud democrática del futuro Parlamento depende pues del resultado que logre Francia Insumisa, si confirma o no el 20 % de votos de la elección presidencial que fueron a Melenchon. Pero depende también de la representación de todas las fuerzas políticas reales del país. Misión imposible en ausencia de un escrutinio proporcional.
Si los augurios y deseos de los Institutos de opinión se confirmasen, Macron, con mayoría absoluta y sin oposición parlamentaria, deberá afrontar entonces un desafío todavía mayor y más peligroso para el país: el de la movilización sindical y popular en la calle contra su anunciado programa antisocial, que evidentemente será presentado en pleno verano.