Si un adolescente empieza a fumar marihuana antes de los 18 años es posible que tenga daños cerebrales irreparables, según ha publicado un estudio de la Universidad de Yale (EE.UU.), y por tanto se vean afectadas la inteligencia, la atención y la memoria. El tamaño del cerebro y la conectividad también se verán sujetos a cambios cuando los jóvenes comiencen esta práctica, y por tanto tendrán un menor volumen de materia gris en una región del cerebro llamada corteza orbitofrontal; el lóbulo frontal del cerebro relacionado con el procesamiento cognitivo en la toma de decisiones.
Por otro lado, se constata en el estudio que, después de fumar marihuana, los riesgos de sufrir un ataque al corazón durante la primera hora son casi 5 veces más altos que el riesgo habitual. La marihuana afecta a la presión arterial, ya que la aumenta, y también el ritmo cardiaco, por tanto, al disminuir la capacidad de que la sangre pueda transportar oxígeno puede causarnos mareos o vértigos por la hipotensión ortostática, aumentando el peligro de desmayarnos o caernos.
Entre otros daños, fumar marihuana produce una inflamación de los pulmones, y, por tanto, a la larga bronquitis crónicas. Además de afectar al sistema respiratorio, se incrementa la posibilidad de padecer neumonía cuando se llega a mayor. Lo que parece baladí y no creemos que afecta en absoluto es al cerebro y, por tanto, a las enfermedades mentales. En el estudio se confirma que se puede padecer psicosis, esquizofrenia, depresión y ansiedad, debido a que los componentes químicos del cannabis alteran la actividad neuronal del cerebro y, como consecuencia, el coeficiente intelectual de la persona que consume.
El cannabis afecta a las neuronas del cerebro que son responsables de suprimir el apetito. «Es como pisar el freno de un automóvil y que en lugar de detenerse acelere».
Quizá por ello, en el sistema de recompensa del cerebro de los fumadores que han consumido cannabis durante muchos años se sabe que «La marihuana interrumpe el circuito de recompensa natural del cerebro, haciendo a la marihuana altamente relevante para los grandes consumidores. Estas alteraciones cerebrales podrían ser un marcador de transición del uso de marihuana recreativa al uso problemático», señalaron los autores del estudio.
Asimismo, el compuesto primario de la marihuana –tetrahydrocannabinol (THC)– puede incrementar la actividad neuronal aleatoria, denominada ‘ruido neuronal’. Este fenómeno sería el responsable de interrumpir el procesamiento normal de la información en los circuitos cerebrales de las personas sanas (sin esquizofrenia), y provocaría los síntomas psicóticos, además de producir una sensación infinita de hambre.
Las propiedades medicinales que probablemente tienen la marihuana y sus componentes han sido el centro de varias investigaciones científicas durante varias décadas. El THC por si solo ha demostrado tener beneficios médicos para ciertos usos específicos. Existen dos medicamentos a base del THC, aprobados por la Administración de Drogas y Alimentos de los Estados Unidos (U.S. Food and Drug Administration—FDA), dronabinol (Marinol) y nabilone (Cesamet), prescritos en forma de pastilla para las náuseas en pacientes que están recibiendo quimioterapia, y para estimular el apetito en pacientes con síndrome consuntivo por el sida. El uso de la marihuana como medicina también presenta otros problemas, tales como los efectos adversos de fumar y las discapacidades inducidas por el THC de las habilidades cognitivas. La llamada «marihuana medicinal» no se sabe aún qué impacto que puede tener a largo plazo en las personas con vulnerabilidades de salud en adultos mayores, o en las personas con cáncer, sida, enfermedades cardiovasculares, esclerosis múltiple u otras del tipo neurodegenerativas.
Es muy importante conocer todos estos datos a la hora de fumar marihuana, y también hay que educar a los jóvenes para que vean el daño real que están haciendo a su cerebro y la respuesta cognitiva del mismo a largo plazo. Puede que siendo adolescentes no lo noten, pero cuando pase una década verán los daños irreparables en su cerebro. Esto, junto con la degradación de la memoria y el daño a la hora de ejecutar tareas, o simplemente aprender, se verá a los doce meses de exponer el cuerpo a esta sustancia.