En un momento en que la posverdad, que no es otra cosa que la mentira aceptada como algo natural, cosa que está tomando cuerpo en nuestra sociedad, viene a colación la archiconocida frase del que fuera jerarca del nazismo hitleriano Joseph Göbells, según la cual una mentira, a base de ser repetida cientos, miles de veces, acaba siendo aceptada como verdad.
Algo de esto parece estar sucediendo aquí y ahora con respecto al nacionalismo e independentismo catalán, que además de prometer una Arcadia feliz en el nuevo país que alumbrarán a partir del primero de octubre, están faltando a la verdad histórica, a la realidad existente en cuanto a territorios, fechas, monarquías, personajes y aconteceres se han ido sucediendo a lo largo de los últimos siglos. Al parecer, para algunos de nada sirven los diversos textos emanados de historiadores de reconocido prestigio a lo largo del tiempo, ya que ahora resulta que lo que cuenta, la única verdad que ha existido, es la que nos pretenden endilgar ciertos historiadores catalanes, algunas de cuyas afirmaciones rayan en la ridiculez, el esperpento, por no decir estupidez. Pero todo vale, posverdad habemus en la nueva Historia que pregonan estos prohombres de la historia catalana.
Dos ejemplos pueden servir como muestra, aunque existen otros muchos más, los cuales ponen de manifiesto por dónde van los tiros, y con qué mimbres quieren construir el nuevo país que pregonan, en el que al parecer todo será mejor, historia incluida, a partir del día de autos. Porque será su Historia, escrita a la carta, a gusto del consumidor.
Del primero tuvimos cumplidas noticias a mediados del pasado mes de agosto, cuando la concejal de Cultura del Ayuntamiento de Sabadell, Montserrat Chacón, encargó un informe al historiador local Josep Abad acerca de ciertas figuras históricas españolas, que sirven o puedan servir al nomenclátor local. Figuras como Félix Lope de Vega, Francisco de Goya, Francisco de Quevedo, Mariano José Larra, Luis de Góngora, Antonio Machado…
Pues bien: según el historiador de marras, pagado con el dinero de las arcas municipales, dichas figuras vienen a representar un “modelo pseudocultural franquista”. Y sobre Antonio Machado, concretamente, afirmaba en su informe que “bajo la aureola republicana y progresista con que se ha revestido su figura, hay una trayectoria españolista y anticatalanista”. Menos mal que el alcalde de la ciudad, Maties Serracant, de la CUP, seguramente ante el bochorno suscitado, negó que en dicha localidad se vaya a retirar de una plaza el nombre del citado poeta, tal y como insinuaba el informe encargado por el Ayuntamiento…
El segundo caso de manipulación histórica es mucho más grave, pero ya se sabe que con tal de crear sobre la base de mentiras y falta de rigor una nación histórica lo más grande posible todo vale para algunos historiadores catalanes en estos tiempos de posverdad…, vísperas de la buena nueva que se avecina.
En este sentido, el semanario Tiempo correspondiente al 18-24 de septiembre de 2015 publicaba un extenso reportaje de 10 páginas en el que, bajo el título genérico de “Los diez grandes mitos del soberanismo. Mentiras independentistas”, se hacía eco de diversos temas históricos referentes a Cataluña, y en este sentido señalaba: “Los países catalanes nunca existieron. 1714: no fue un conflicto hispano-catalán, sino una guerra civil de sucesión. Casanova no fue un mártir: fue indultado y se integró en la España borbónica. La represión franquista en Cataluña fue similar a la del resto de España. Colón, Cervantes, Santa Teresa, Erasmo, Da Vinci… no fueron catalanes”.
En el citado y extenso trabajo, conocedores del tema como Antonio Rodríguez y Luis Reyes afirmaban que en las nuevas enciclopedias que ya circulan por Cataluña se empiezan a leer cosas como “el pintor catalán” Picasso, cuando era malagueño, o el “escritor catalán” Ausias March, que en realidad lo era valenciano. El historiador José Luis Corral dice en su libro La corona de Aragón: manipulación, mito e historia, “que los nacionalismos siempre han necesitado de rotundos hechos fundacionales para asentar sus posiciones políticas…”.
La Historia (la disciplina con mayúscula) es un arma ideológica formidable, afirma dicho historiador en el extenso reportaje del semanario Tiempo. “Por ello, el poder la ha utilizado para justificarse haciendo lo que los historiadores llamamos ‘presentismo’. Es decir, se fija una idea política en el presente y se proyecta sobre el pasado más remoto falsificando la historia (el pasado, con minúscula)”… Lo hizo Alfonso III de León inventándose la batalla de Covadonga, que nunca existió, para justificar la nueva idea de Reconquista, o la historiografía franquista con los Reyes Católicos como artífices de la unidad de España, cuando se trató de una unión dinástica que a punto estuvo de irse al traste”…
Animados al parecer los nacionalistas en el magro terreno de la mentira, o la posverdad, en el año 2007 se crea el Institut de la Nova Història, donde la manipulación por parte de algunos de sus miembros puede llegar a cotas esperpénticas, en opinión del historiador José Luis Corral. En este sentido, se afirman cosas tan peregrinas como que Cristóbal Colon era catalán, que sus naves no salieron de Palos de Moguer, sino de Pals, en Gerona, y que por tanto la conquista de América fue una empresa catalana.
En el suma y sigue de la manipulación histórica, ahora resulta que para los historiadores nacionalistas catalanes Santa Teresa de Jesús no era de Ávila, sino de Barcelona, y que ejerció como abadesa en el monasterio de Pedralbes. Pero la traca final es que ahora nos enteramos, a través de los miembros de dicho Institut, de que Miguel de Cervantes no era de la ciudad madrileña de Alcalá de Henares, sino un catalán nacido en Játiva que llevaba por nombre Miquel de Servent. Naturalmente, y según dichos historiadores, escribió El Quijote en catalán (El Quixot), lo que sucedió es que los castellanos lo tradujeron y destruyeron la versión original…
Todavía hay muchas más sorpresas en la nueva historia de Cataluña, con famosos historiadores como Victor Cucurull y Jordi Bilbeny, con afirmaciones tales como que el conquistador Hernán Cortés no era un extremeño de Medellín, sino catalán de nombre Ferrán. O que Erasmo de Rotterdam no era holandés, sino catalán, naturalmente, y además hijo de Cristóbal Colón… Pues aunque parezca mentira, estos dos historiadores catalanes fueron felicitados en su día por el molt honorable president Jordi Pujol con una carta “por los estudios sobre la conquista catalana de América”…
Así se escribe la Historia por parte de algunos. Pero lo más curioso es que está calando en muchos catalanes, que aceptan estar barbaridades históricas como verdaderas. Estamos en tiempos de posverdad, con la mentira como seña de identidad…