Según los datos de un estudio científico avalado por la Sociedad Española para el estudio de la ansiedad y el estrés, hasta 12 millones de españoles se sienten estresados frecuente o contínuamente en su día a día.
Esto que aparentemente se ha convertido en una frase popular, estoy estresado, cuatro de cada diez personas afirman que el estrés les genera problemas a la hora de rendir en el trabajo o concentrarse para realizar una tarea. Cerca del 5 % de las personas aseguran que el estrés les ha hecho perder amigos o renunciar a su empleo y un 2 % cree que el estrés ha sido la causa de su divorcio y también de un despido laboral.
Las características de una persona estresada se manifiestan con síntomas de irritabilidad, ansiedad, insomnio, dolor de cabeza, dolor muscular, fatiga física y apatía.
Es frecuente que la mujer tenga estos síntomas a diario frente al hombre que dice sentirlos ocasionamente o solamente por problemas concretos. La conciliación de la vida laboral con la familiar hace que las mujeres durante al menos 20 años mantenga un nivel de estrés muy superior al que preveen cuando contraen matrimonio. Los hijos, el colegio, las enfermedades comunes, así como dar un 100 % en el trabajo hace que esas mujeres diez sucumban cuando se acercan a la cuarentena.
En cuanto a los estudiantes, cerca del 60 % dice tener estrés permanente cuando acude a su centro de estudio, un 50% dice padecerlo cuando busca su primer empleo y cerca de un 90 % cuando está en paro. Los autónomos son los trabajadores que más sienten estrés a diario aunque los datos no dejan atrás a los trabajadores por cuenta ajena, que lo notan tres de cada cinco días de trabajo. Los bajos sueldos, la precariedad laboral, la falta de seguridad en el empleo y la falta de expectativas les hace padecer estrés muchos años seguidos hasta que ven la luz al final del túnel. Otros factores importantes que generan estrés son los familiares, que cifran en el 75 % el impacto en los españoles, seguido de los factores económicos que rondan el 50 % de los casos. El cansancio, la falta de sueño, los conflictos familiares y las enfermedades de nuestros familiares o de nosotros mismos, nos causan el 40 % de los casos de estrés.
Es curioso, pero este año se han valorado los conflictos de estrés que generan las nuevas tecnologías, sumadas a la nomofobia y a la imposibilidad de desconectar. El 60 % de las personas exige tener una respuesta inmediata a su demanda en las redes si no le produce una situación de estrés, y el 40 % se reconoce ya adicto o dependiente. Se acuesta mirando el móvil y es lo primero que hace cuando se despierta.
¿Hacemos algo para combatir el estrés?
Realmente los españoles no somos conscientes del nivel de estrés en el que vivimos a diario aunque sí lo notamos cuando nuestra salud se resquebraja. Acudir a un médico y que nos confirme que la causa de todos nuestros males es el estrés, nos hace pensar y recapacitar aunque solo sea durante una semana. Aún así el 10 % de los españoles no hacen nada para combatir el estrés aunque reconocen que la mayor parte de las enfermedades que tienen son trastornos somatomorfos que podrían revertir si es estrés bajara.
Conversar con amigos, practicar deporte, pasear por el campo, aprender técnicas de autocontrol, o hacer yoga es un buen comienzo pero no somos conscientes de ello y acudimos al médico de familia que acaba recetándonos ansioliticos, relajantes, antidepresicos o somníferos. En esta espiral podemos convivir unos años hasta que tenemos una enfermedad importante por estar estresados. Estos datos son muy importantes en las grandes ciudades cuando además del trabajo, la familia y la vida personal, las personas deben desplazarse durante al menos una hora para llegar a sus puestos de trabajo. La sensación de estrés es muy alta y la imposibilidad de cambiar la vida hace que nos estresemos aún más.
Salir del círculo no es fácil pero entrar en el área de la derrota nos llevará en poco tiempo a padecer enfermedades cardiovasculares, accidentes cerebrales y otras patologías ligadas intrínsecamente a la vida que llevamos que desde luego, no es nada saludable.