Un informe acreditado por la OMS, basado en datos de 115 países, ofrece un panorama nada halagüeño en torno a las enfermedades que ofrecen resistencia a los antibióticos. Esta, si no se remedia, será la primera causa de muerte antes de 2050.
La resistencia a los antimicrobianos y en particular a los antibióticos revela que es una amenaza que no forma parte del futuros sino del presente, especialmente en los países avanzados. Cuando las bacterias sufren cambios que hacen que los antibióticos dejen de ser efectivos, supone que las infecciones sean una gran amenaza para la salud pública.
El mundo está abocado a una era postantibióticos en el que las infecciones comunes y lesiones menores que han sido tratables durante décadas vuelvan a ser mortales porque no se curan. Los antibióticos nos han permitido vivir más tiempo porque nos devolvían la salud y por ello se han tomado de forma indiscriminada ante la menor infección. La forma de prescripción durante décadas ha supuesto que el mundo sufra una pérdida de los bienes de la salud que es el restablecimiento de un paciente. Si este opone resistencia ante unos microbios su enfermedad podrá ser mortal si no hay otra forma de curarle porque no responde ante la enfermedad infecciosa.
El informe señala que está afectando a muchos agentes infecciosos distintos pero sobre todo a los antibióticos en siete bacterias responsables de infecciones comunes graves; la septicemia, la diarrea, la neumonía, las infecciones urinarias o la gonorrea.
- La resistencia a los antibióticos carbapenémicos, último recurso terapéutico para las infecciones potencialmente mortales por Klebsiella pneumoniae (una bacteria intestinal común) se ha extendido a todas las regiones del mundo. K. pneumoniaees una causa importante de infecciones nosocomiales, como las neumonías, las septicemias o las infecciones de los recién nacidos y los pacientes ingresados en unidades de cuidados intensivos. Esa resistencia hace que en algunos países los antibióticos carbapenémicos ya no sean eficaces en más de la mitad de las personas con infecciones por K. pneumoniae.
- La resistencia a las fluoroquinolonas, una de las clases de fármacos antibacterianos más utilizadas en el tratamiento de las infecciones urinarias por E. coli, está muy extendida. En los años ochenta, cuando aparecieron estos fármacos, la resistencia a ellos era prácticamente inexistente. Hoy día hay países de muchas partes del mundo en los que este tratamiento es ineficaz en más de la mitad de los pacientes.
- En Austria, Australia, Canadá, Eslovenia, Francia, Japón, Noruega, el Reino Unido, Sudáfrica y Suecia se ha confirmado el fracaso del tratamiento de la gonorrea con cefalosporinas de tercera generación, el último recurso terapéutico en estos casos. Se calcula que cada año contraen esta enfermedad unos 106 millones de personas.
- La resistencia a los antibióticos prolonga la duración de las enfermedades y aumenta el riesgo de muerte. Por ejemplo, se calcula que las personas infectadas por Staphylococcus aureus resistentes a la meticilina tienen una probabilidad de morir un 64% mayor que las infectadas por cepas no resistentes. La resistencia también aumenta el costo de la atención sanitaria, pues alarga las estancias en el hospital y requiere más cuidados intensivos.
Entre las diversas formas de atajar este grave problema existen aquellas que son de sentido común, como son la mejora de la higiene, el acceso al agua potable, el control de las infecciones en hospitales, la vacunación y no prescribir antibióticos desde la infancia. Es necesario desarrollar nuevos productos diagnósticos y otros instrumentos que permitan que los médicos puedan hacer algo ante la resistencia emergente.
A nivel particular las personas pueden contribuir utilizando solamente los antibióticos cuando le han sido prescritos. Siempre deben completar el tratamiento aunque se sientan bien y no medicar a terceras personas con antibióticos que tienen en casa para curarles si no han sido evaluados por un facultativo. El antibiótico que no es necesario impide que evolucione la enfermedad adecuadamente y hace que el paciente cree una resistencia innecesaria.
En el informe se valoran otras infecciones que podrían ofrecer resistencia a los antibióticos como el SIDA, la gripe o la tuberculosis.