Un estudio científico realizado por la Universidad de Granada y publicado en la revista The Spanish Journal of Psychology, revela que aproximadamente un 88 % de los desahuciados presentan cuadros de ansiedad, estrés y depresión a lo largo de varios meses o años.
La salud mental de las personas afectadas; de todos o de algún miembro de la familia ha supuesto que la ansiedad y la depresión aumente de forma patológica y se haya observado un incremento en las consultas en los hospitales españoles. El cuadro comienza con un período largo en el que se tiene mucha ansiedad que cursa posteriormente con una depresión que llega a ser mayor cuando se acerca el hecho concreto.
Los síntomas psicopatológicos que se han observado provocan una alta incidencia en el estrés postraumático que llega a ser invalidante para la persona. La situación de amenaza que sugiere una incertidumbre de ese calado durante años puede provocar un estrés continuado y por tanto una ansiedad descontrolada hasta que llega el día. El temor, la impotencia, el horror hace que las personas que van a experimentar un desahucio vivan en situación de alerta durante muchos meses lo que les provoca esa sintomatologíca común a estadios en donde el estrés postraumático es intenso; conflictos bélicos, enfermedades incurables, etc.
Es significativo que no curse igual en hombres y mujeres; de hecho, son estas las más perjudicadas por el hecho de perder su nido, vivienda; lugar en donde han estructurado una vida que se desmorona lentamente.
Estos hallazgos son extraordinariamente importantes y sugieren implicaciones clínicas, sociales y políticas que exigen que existan medidas urgentes para atender a estas familias que atraviesan un complejo cuadro de salud mental conducido durante mucho tiempo; según destacan los investigadores. Asímismo es conveniente implementar políticas efectivas para encontrar soluciones alternativas de forma que la familia o el afectado pueda ver la siguiente etapa al desahucio pronto, y por fin, la luz al final del túnel. En definitiva; una alternativa de vida y una expectativa para poder continuar y reconstruír una familia rota y desesperada.