Los datos son alarmantes y no nos deben dejar indiferentes. Unicef estima que tendrá que atender a 48 millones de niños en todo el mundo en el año en curso. Para ello necesitará al menos casi un cuarto del presupuesto que se destinará a los refugiados sirios mientras sigue el éxodo de los rohinya que dispara la ayuda a Asia meridional.
Agua, educación, higiene; tres pilares sobre los cuales la organización humanitaria pretender construír su ayuda. El Fondo de las Naciones Unidas para la infancia ha emitido un informe de intervención en el que se estima que se necesitarán cerca de 2.920 millones de euros para hacer frente a los 82 millones de personas que están en cincuenta y un países.
Todos los colectivos son vulnerables porque en ellos están las mujeres, los ancianos y las personas enfermas pero ahora el foco está especialmente en los niños que viven de una forma más cruda los conflictos bélicos, los desastres producidos en sus respectivos países y sobre todo la violencia, pobreza u otras catástrofes naturales.
La ayuda humanitaria incluye proyectos como la crisis del Zika, el genocidio de los rohinya en Myanmar o Bangladesh en donde las condiciones de hacinamiento y enfermedad ponen en riesgo a los refugiados. Los países realmente más afectados son oriente medio y el norte de África así como Egipto, Irak, Jordania, Líbano y Turquía. Le siguen Yemen, Siria, Nigeria y la República Democrática del Congo así como Somalia, Etiopía y Sudán del Sur.
En el aspecto educativo el empeño es educar para prevenir abusos, que los refugiados conozcan el apoyo psicosocial y que sepan tener higiene y sientan que están protegidos. Niños que huyen, niños que saben qué son las minas y que conocen a la perfección qué significa un conflicto. Daños que luego, si sobreviven a ellos les hará partícipes de un estrés postraumático de por vida.
Hambrunas, desnutrición, falta de agua potable hace que al menos 17 millones de personas no sepan si van a comer al día siguiente. Hablamos de Yemen en donde la muerte por hambre es muy importante sumada al brote de diarrea aguda.
Estos datos son los que se barajan en el año 18 del siglo XXI. Uno de cada 13 niños acabará en la escuela primaria; al menos 9 de cada diez tendrán una agresión violenta y uno de cada cuatro niños vivirá en países afectados por conflictos bélicos o desastres. Datos que junto con la falta de higiene y el hambre supone que los derechos de los seres humanos están siendo violados y las organizaciones humanitarias no pueden afrontar este estado de emergencia social cuyos mayores afectados son los niños.