Las cifras están ahí y la patología adictiva crece sin parar. En 2010 el juego en Internet suponía entre los 150.000 y 200.000 usuarios. Hoy, ocho años más tarde, cerca de cinco millones de personas juegan a diario en línea en España.
Una adicción no tóxica que compromete al paciente desde que es muy joven. La muestra de ídolos de fútbol que aproximan al infante al éxito y al triunfo se muestran como modelo a seguir en forma de publicidad en páginas web y otros soportes en cualquier franja horaria. Famosos; deportistas de élite; músicos y otros personajes conocidos que son el gancho para llegar a ese edén prometido. Cada vez son más las licencias que se otorgan en internet lo que supone que existe un crecimiento de mercado dentro de ese área.
La preocupación también está ahí pero no todos los padres lo detectan. Menores que aparentemente están en la red que a diario gastan dinero compulsivamente sin prever en ningún momento su adicción. Mercados no regulados; apuestas y juegos de azar contribuyen indefectiblemente a que el joven llegue a manifestar síntomas vinculados por un lado a la nomofobia (adicción al móvil) y por otro lado a lo q sugiere este tanto en oferta pornográfica; videojuegos; juegos de azar; etc. etc.
Esto sumado al acceso a las máquinas tragaperras de uso libre en España junto con el bingo y el casino, hace que jóvenes que se enganchan en la edad adolescente lleguen a la mayoría de edad siendo ludópatas sin tener conciencia de ello. Una relación patológica con el juego que les procure jugar cantidades de dinero cada vez mayores.
La ludopatía siempre lleva al placer y provocan un patrón de fracaso recurrente en el control de la conducta. Comportamientos adictivos que se consiguen con mayor frecuencia o intensidad dependiendo del éxito a la hora de jugar y ganar.
La solución pasaría porque existiera un reglamento. El juego online empezó en 2004 antes de ser legal aunque la ley del juego es de 2011. Al aparecer la ley 13/2011 se obligó a hacer un reglamento de publicidad cuyo primer borrador fue en 2015 y un segundo a finales de 2016. El juego depende de la Hacienda pública y se desconoce cómo es posible que aún no exista un reglamento firme.
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