CRÓNICAS ALEMANAS
Cinco meses. Han sido necesarios cinco meses, pero al final Alemania, el motor de la Unión Europea, va a tener gobierno a través de lo que han denominado Gran Coalición entre el Partido Social Demócrata, el Partido Demócrata Cristiano y la CSU.
Lo cierto es que era mucho lo que se jugaban en el empeño ellos, los alemanes, y por ende el resto de una UE que hace aguas por varios escapes abiertos en su seno; sin ir más lejos, los resultados habidos en Italia el pasado domingo, nada más y nada menos que en la tercera economía comunitaria.
El domingo votaron los afiliados al Partido Social Demócrata alemán acerca de si estaban de acuerdo o en contra de formar gobierno en Berlín con sus grandes rivales en las urnas, el Partido Demócrata Cristiano de la canciller Angela Merkel y los socialcristianos o CSU de Baviera. El resultado es de todos conocido, inclinándose un 66 % a favor del acuerdo, mientras un 34 % lo hacía en contra.
Y todos, absolutamente todos, han tenido que ceder en cosas importantes que llevaban en sus programas, por lo que han dejado pelos en la gatera en aras de conseguir un acuerdo de gobernabilidad que permitiera al país seguir funcionando, al tiempo que miraban por el retrovisor cómo un partido de extrema derecha, Alternativa por Alemania (AfD en sus siglas en alemán), entraba en el Bundestag o Parlamento alemán con 94 diputados salidos de su 12 % de votos conseguidos en las urnas. Una vez más, los partidos alemanes han cedido en sus postulados por el bien del país en general, algo que en ciertos ámbitos geográficos, en España por ejemplo, cuesta entender.
Al que suscribe también le costó comprender ciertas cosas de la ciudadanía alemana y su mentalidad durante mis años de vivencia en el país germano; cosas que para ellos son normales, mientras que para nosotros causan extrañeza. Una frase que los une, que viene a ser su portaestandarte, me llamó la atención desde el principio, ya que por estos pagos resultaría incomprensible. La frase en cuestión es la de “Deutschland, Deutschland, über Alles”. Es decir, “Alemania, Alemania, por encima de todo”. Lo que quiere decir que primero está el país, y después todo lo demás.
Es lo que ha sucedido, a mi entender, para poder llegar a lo que ellos llaman Gran Coalición, en la que formarán gobierno demócrata cristianos, socialdemócratas y liberales o socialcristianos, anteriormente enfrentados en las urnas. Pero, una vez más, dichos partidos han comprendido que Alemania debe estar por encima de todo, más allá de los legítimos intereses de cada cual.
A la hora de las cesiones, cada cual ha tenido que hacerlo en aras del entendimiento. Fue la canciller Angela Merkel, quien se encamina hacia su cuarto mandato, la que dijo hace meses que los demócrata cristianos tenían que hacer “concesiones dolorosas”, cediendo una importante cuota de poder para atraer a los socialdemócratas, como así ha sido. Por su parte, Martin Schulz, hasta ahora líder de la socialdemocracia, deja de serlo, batiéndose en retirada para permitir la regeneración del partido, posiblemente por vía de la jefa del grupo parlamentario Andrea Nahles, mujer joven y muy preparada .
El diario El País decía en su editorial del 5 de marzo que la llamada Gran Coalición ha sido un regalo alemán que va a favorecer el avance europeo, y algo de eso puede haber, si bien no se pueden esperar milagros, habida cuenta de la austeridad germana.
Pero siendo Alemania la primera potencia económica de la Unión Europea, y por lo tanto el motor que la hace funcionar, unida en sus proyectos con la Francia de Emmanuel Macron, segunda economía de la UE, y teniendo en cuenta la incógnita de futuro que arroja Italia, tercera economía, después de los últimos resultados, cabe pensar que algo van a intentar alemanes y franceses para hacer avanzar una Unión Europea que necesita estímulos. Eso, sin olvidar la situación de la cuarta economía, España, país que no está precisamente como para tirar cohetes.
Algunos datos de lo que pueda venir los vamos conociendo poco a poco. En el ámbito europeo, los acuerdos de la Gran Coalición van en la dirección de la reforma de la zona euro, para lo que se destinarán fondos a la estabilización económica. De acuerdo con Francia se fortalecerá la eurozona para que nuestra moneda sea más fuerte de cara a la crisis global en ciernes. Junto a ello habrá que fortalecer el Parlamento Europeo.
Alemania parece dispuesta a aportar más a los fondos comunitarios, habida su buena situación económica.
Otro de los temas a los que habrá que hacer frente es el de buscar unos impuestos más justos para esos gigantes de las redes sociales como son Amazon, Facebook o Google, a todas luces insuficientes en el seno de la UE.
De cara al interior del país, la Gran Coalición busca, como cabía esperar, mantener un presupuesto equilibrado, sin sobresaltos, muy propio de su mentalidad. Habrá, eso sí, inversiones en medidas sociales para las familias, y creación de guarderías, así como miles de millones enfocados a la vivienda pública, al tiempo que incentivos fiscales para la compra de vivienda, en un país donde un porcentaje elevado de ciudadanos vive de alquiler. Desde la reunificación de Alemania en el año 1990, los ciudadanos pagan el llamado impuesto de solidaridad, que sirve para apoyar el desarrollo de lo que fue la antigua Alemania del Este o comunista, y este impuesto va a ir desapareciendo. En cuanto a pensiones se refiere, el acuerdo recoge dos apartados: por una parte, estabilizarlas al 48 % del salario medio de cara al año 2025, al tiempo que asegurar que las contribuciones no superen el 20 % de los salarios brutos.
El talón de Aquiles en Alemania lleva años estando en la inmigración, en un país al que en el año 2015 llegaron un millón de refugiados, y al año siguiente lo hicieran 300 000. La sin duda buena voluntad del gobierno de Angela Merkel chocó al final con una realidad que hoy ha conducido a eso que se llama Alternativa por Alemania, partido de extrema derecha que va a copar la oposición a la Gran Coalición. De ahí que todo apunta que a partir de ahora la entrada de refugiados esté entre 180 000 y 200000 al año. Mientras intenta integrarlos, el país va a seguir buscando trabajadores cualificados, que es lo que realmente necesita.