Apadrinar estudiantes universitarios en España

Adopte a un niño desposeído de un país pobre. Adopte un árbol. Adopte un oso polar… La idea prendió de algún modo en el enflaquecido sistema académico español y alguien le puso forma: Apadrine a un estudiante universitario.

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La rectora de la Universidad de Málaga y presidenta de la Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas, Adelaida de la Calle

Según informa Inés Benítez (IPS), el programa «Mecenazgo para la formación universitaria», que convocará en octubre la estatal Universidad de Málaga, en el sur de España, invita a personas o empresas a aportar dinero a un fondo para pagar la matrícula de estudiantes que entren por primera vez en esa alma máter, que acrediten no tener ingresos y que no alcancen la nota mínima de 5,5 puntos para acceder a una beca, detalló a IPS una fuente universitaria.

Los mecenas gozarán de reducciones de impuestos, acceso a servicios universitarios y reconocimiento público como donantes.

Se trata de «apadrinar a un estudiante, igual que se hace con un niño», explicó a la prensa la rectora de la universidad, Adelaida de la Calle, presidenta de la Conferencia de Rectores de Universidades Españolas.

La matrícula de estudios de grado en las universidades públicas españolas cuesta entre 680 y 1.280 euros (entre 921 y 1.734 dólares) por curso.

Puesto que las condiciones para obtener becas se endurecieron y se recortaron los montos, «tememos» que haya menos ingresos, y más abandonos desde el segundo curso, dijo a IPS el portavoz de la Coordinadora de Representantes de Estudiantes de Universidades Públicas (Creup), Aratz Castro, alumno de sociología de la Universidad del País Vasco, en el norte de España.

Según el real decreto ley aprobado del 2 de agosto de 2013, la calificación mínima de la prueba de acceso a la universidad para lograr una beca que exima el pago de matrícula en el primer curso es de 5,5 puntos sobre 10, pero aumenta un punto la calificación exigida para optar a otras ayudas monetarias directas, como transporte o cambio de residencia, vitales para estudiantes pobres.

El «apadrinamiento» de estudiantes o «cualquier otra iniciativa que complemente de forma puntual el sistema de becas es positiva», dijo Castro. Pero deben ser las instituciones estatales las que asuman esa misión, opinó.

Para el presidente de la Federación de Asociaciones de Estudiantes Progresistas, Fidel González, la idea malagueña es «un grito de socorro» ante el peligro de que «cientos de estudiantes se queden fuera y otros no puedan continuar sus cursos».

Pero «este no es un tema de caridad ni de solidaridad, sino de justicia social y equidad», y es el Ministerio de Educación el que debe «apadrinar a los estudiantes» en vez de «atacar al corazón del sistema de enseñanza subiendo tasas y recortando becas», dijo González a IPS.

En el curso 2012-2013, la dotación del gobierno para becas cayó 8,3 por ciento, indica el informe anual Datos y Cifras del Curso Escolar, divulgado 16 de este mes por el Ministerio de Educación.

La cantidad de beneficiarios de becas cayó en 24.520 alumnos (3,1 por ciento menos que en el periodo anterior), y descendió en 59,3 por ciento la proporción de quienes recibieron ayudas, sobre todo para adquisición de material escolar: 578.549 estudiantes se quedaron sin esos apoyos.

El Estado ha procedido a recortes generalizados a la educación pública. En 2012, institutos de la región autónoma de Valencia no tenían fondos para pagar la calefacción en invierno.

«Yo he estudiado gracias a una beca los dos últimos años. Sin ella, hubiera sido imposible», dijo a IPS la argentina Florencia Zucas, estudiante de cuarto año de relaciones laborales y recursos humanos en la Facultad de Estudios Sociales y del Trabajo de Málaga.

La casa de estudios queda a una docena de kilómetros de la vivienda que comparte con sus tíos. Zucas lleva 13 de sus 25 años viviendo en España. Tenía un empleo de media jornada para costearse los estudios, pero el salario no le compensaba y le restaba tiempo para estudiar y aprobar la mayor parte de las asignaturas en las que se matriculó, requisito indispensable para renovar su beca.

«Debería pagar el Estado», dijo a IPS la joven Cristina Enamorado, de 20 años, antes de entrar a una de las pruebas de acceso a la universidad en el campus de Málaga.

Enamorado quiere estudiar educación infantil. Por la falta de perspectivas, varios de sus amigos emigraron a Gran Bretaña y Alemania incluso antes de terminar los estudios de bachillerato.

El desempleo afecta a 26,6 por ciento de la población económicamente activa, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE).

Entre quienes no tienen empleo o han sufrido recortes de salarios hay muchos jefes de familia que no pueden ayudar a sus hijos a pagar los estudios universitarios.

«Los dos sueldos de mis padres han bajado mucho», dijo Martha Caparrós, de 19 años. «Ya que el Estado no ayuda», está «bien» que lo puedan hacer los particulares o las empresas, añadió.

Sentada en las escaleras de entrada a la Facultad de Derecho tras rendir las pruebas de ingreso, Caparrós contó a IPS que pedirá una beca para estudiar educación social. Su hermano también iniciará este año estudios superiores y «es complicado» para su familia financiar los costos, admitió.

«Mi madre estuvo ahorrando durante un año por si no me concedían la beca», contó a IPS Raquel Ávila, de 20 años, quien comenzará el cuarto curso en la Facultad de Estudios Sociales y Relaciones Laborales. Hasta ahora, siempre ha conseguido una beca general por curso de unos 1.200 euros (1.626 dólares).

Los estudiantes comienzan las clases en octubre sin saber si la beca que solicitaron les fue concedida. Eso solo lo sabrán en diciembre. Ávila recordó que el año pasado, alumnos y profesores hicieron una colecta para pagar la matrícula de una alumna.

El apadrinamiento «está bien», porque «por lo menos ayuda a comenzar en la universidad», dijo.

Pero, con un desempleo juvenil de 56,14 por ciento, los jóvenes españoles necesitan mecenas incluso después de graduarse, para conseguir trabajo.

A eso apunta la Fundación Príncipe de Girona, en la región de Cataluña, mediante el programa «Apadrinando talento», que ayuda a jóvenes con titulación superior a incorporarse al mercado laboral.

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