Un buen número de indígenas guaraníes brasileños han visto cómo quedaba destruido su campamento por la acción del fuego, lo que les ha obligado a huir de la zona, pues se han quedado sin enseres y sin alimentos.
Al parecer, el fuego se habría iniciado en la plantación de caña de azúcar y en el molino de São Fernando, que ocupan la tierra ancestral de la comunidad de Apy Ka’y. Según la policia de medio ambiente brasileña, las llamas han destruido un área de aproximadamente 1.000 hectáreas, incluido el campamento indígena. De momento se desconocen las causas por las que se originó el fuego.
El devastador incendio se produjo en el Mato Grosso do Sul el jueves de la semana pasada, pero los detalles sobre el mismo no han empezado a trascender hasta hace unos días.
En declaraciones a Survival Internacional, organización dedicada a defender los derechos de los pueblos indígenas, un portavoz guaraní que visitó el lugar del suceso dijo que el incendio duró todo un día y que había fuego y humo por todas partes.
Los guaraníes de Apy Ka’y disponen de escasos materiales para reconstruir sus refugios. Los niños de la comunidad ya están desnutridos, y estos últimos acontecimientos los harán aún más vulnerables.
Damiana Cavanha, líder de la comunidad, informó de que, una vez el fuego se extinguió, los guardias de seguridad armados, contratados por los terratenientes de São Fernando, amenazaron con matar a los guaraníes: “Un hombre armado me dijo que nos matarían a todos. Pero seguiré luchando por nuestra tekoha [tierra ancestral]”, aseguró la mujer.
Desterrados de sus tierras
Los guaraníes se vieron forzados a abandonar su tierra ancestral cuando ésta fue ocupada por terratenientes ganaderos hace casi quince años. Durante los diez últimos, Damiana y otros miembros de su comunidad han estado viviendo intermitentemente junto a una carretera principal, mientras sus tierras son utilizadas para obtener la materia prima de la industria de biocombustibles, que vive su auge en Brasil.
Se enfrentan al riesgo constante de sufrir accidentes mortales por los coches y camiones que circulan a gran velocidad a pocos metros de su campamento. El marido de Damiana y tres de sus hijos murieron atropellados en la carretera junto a la que acampaba la comunidad.
Cada vez que han intentado reocupar su tierra, los terratenientes los han expulsado. La comunidad ha sufrido ataques en múltiples ocasiones. En 2009 hombres armados dispararon al campamento y prendieron fuego a sus refugios. Además, los líderes guaraníes son objeto frecuente de pistoleros a sueldo y ya han sido asesinados varios de ellos por presionar para recuperar su territorio.
Survival lleva tiempo instando al Gobierno brasileño a que cumpla con su compromiso constitucional de demarcar las tierras guaraníes y se las devuelva para su uso exclusivo. Su director, Stephen Corry, ha declarado que los primeros pueblos de Brasil “son sacrificados de forma habitual en beneficio de la codicia” y que sus vidas y medios de vida son inmolados en la pugna por lograr un crecimiento económico a cualquier coste humano: “Los guaraníes tienen derecho a regresar a su tierra; en cambio, son condenados a una vida que languidece junto al borde de una carretera”, asegura.