Benzodiacepinas para vivir: hacia una prescripción adecuada

Las benzodiacepinas constituyen un grupo de fármacos de amplia prescripción en la práctica clínica. Cuando la prescripción es irracional, y no parte de un médico especializado sino que se adopta como modus vivendi por el paciente, puede provocar un auténtico problema de salud pública.

El estigma de vivir con pastillas, ora Diazepam, ora Lorazepam, etc. hace que no se valoren los riesgos asociados a las mismas ni tampoco la vulnerabilidad de sus efectos adversos sobre todo en ancianos o en las personas de mediana edad que los mezclan a diario con alcohol.

Actualmente muchas personas recomiendan el uso de las benzodiacepinas como forma de vida y lo que es peor, muchas, las mezclan con alcohol sin que su médico lo sepa.

Entre los síntomas que pueden desencadenar estas conductas irresponsables existen otros que son realmente importantes.

La aparición de la dependencia, la falta de tolerancia, los síndromes de falta de adherencia provocados por el uso incorrecto de los fármacos, hacen que se tengan síntomas asociados que no son extremadamente graves pero pueden llegar a serlo. Sustituir el alcohol por el fármaco es la primera medida porque el paciente cree que controla su estado ansioso y se regula con la ingesta de etanol en los primeros estadios. Posteriormente viene la mezcla de ellos y finalmente el aumento de alcohol y fármacos para potenciar los efectos que ya tolera el paciente y no nota apenas.

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Hay que resaltar que las benzodiacepinas (BZD), constituyen un grupo farmacológico conocido y de amplia prescripción tanto a nivel mundial como a nivel nacional desde su aparición en la década de los 60 como sucesores de los barbitúricos. Se trata de un grupo de fármacos que comparte sus efectos farmacológicos ansiolíticos, hipnóticos, anticonvulsionantes, miorrelajantes así como inductores de la amnesia anterógrada y por ello, repetimos, no deben mezclarse nunca con otros fármacos porque pueden interacccionar y jamás con alcohol por los daños cerebrales y cardiovasculares que pueden procurar.

La prescripción de las llamadas «benzos» se ha extendido ampliamente en la práctica médica, muchas veces sin un sustento científico acorde porque se pauta desde la atención primaria cuando el paciente refiere ansiedad, angustia o insomnio. Lejos de estar mal prescrito, que es correcto, el paciente ignora que el seguimiento de su malestar y muchas veces la falta de psicoterapia, le harán ser carne de cañón de este tipo de fármacos dado que si no cuida sus hábitos de vida y lo que le provoca dichas situaciones, los problemas no cambiarán aunque tome pastillas sine die.

Las indicaciones aprobadas por las principales agencias reguladoras de medicamentos para las BZD de vida media intermedia o prolongada incluyen el tratamiento de trastornos de ansiedad a corto plazo, la deprivación alcohólica, el alivio del dolor musculo-esquelético, y el uso como coadyuvantes en trastornos convulsivos. La llamada vida media o corta se encuentran indicadas como coadyuvantes en la inducción anestésica y en el tratamiento del insomnio a corto plazo.

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Asimismo, su empleo se ha ampliado a otros escenarios clínicos como trastornos del movimiento, síndromes depresivos y deshabituación de drogas de abuso. Por lo tanto conocer su perfil farmacológico permite transitar hacia una prescripción más racional, limitando su uso en escenarios clínicos de probada eficacia.

En tal sentido las BZD comparten un mismo mecanismo de acción, por lo que sus efectos: ansiolítico, sedante-hipnótico, relajante muscular, anticonvulsivante y amnesia, son similares para todas ellas. De este modo, lorazepam y oxazepam son útiles en pacientes de edad avanzada ante todo, ya que las demás BZD ven prolongada su duración de acción con la potenciación de sus efectos clínicos

Por tanto, adecuar la prescripción al escenario clínico óptimo en función de las características del paciente y sus síntomas es parte de una buena prescripción.

Las agencias reguladoras de medicamentos recomiendan indicar a las BZD como hipnóticos solamente cuando sea imprescindible, a la mínima dosis eficaz, y por un período no superior a las cuatro semanas, revisando de forma periódica la necesidad de mantener el tratamiento y recuerdan que se limitará su indicación más frecuente, para que sean efectivos como hipnóticos y ansiolíticos.

No deben ser utilizadas para tratar el insomnio y hay que señalar que respecto a los trastornos de ansiedad, aunque reducen rápidamente los síntomas somáticos y emocionales, se aconsejan para casos graves dado que puede limitar la vida del paciente. Existe un alto riesgo de caídas así como un riesgo de muerte en adultos mayores por esta causa y de igual forma, atentan contra la memoria y la atención en pacientes que los han tomado muchos años sin control alguno.

Si usted nota que existe cierta dependencia debe alertar a su médico. La privación de las medicinas pautadas no la debe hacer el paciente si bien el consumo ininterrumpido debe ser vigilado por un médico (nos referimos a más de 3 meses de tratamiento).

La dependencia a las benzodiacepinas se debe a la adaptación fisiológica del organismo que aparece tras su uso prolongado de forma que, al interrumpir su administración, puede producir un malestar significativo que induce al individuo a mantener el consumo. Esta adaptación es la base biológica para que se produzca tolerancia y de que aparezcan síntomas de abstinencia ó de retirada al cesar su consumo.

El riesgo de dependencia aumenta cuanto mayor ha sido la duración del tratamiento (>3 meses), y si las dosis consumidas han sido elevadas o si se han utilizado benzos de vida media-corta y elevada potencia ansiolítica. Sin embargo, con frecuencia la dependencia aparece tras un consumo prolongado aunque las dosis no hayan sido elevadas.

Cuando se interrumpe el consumo crónico de BZD se pueden desencadenar tres situaciones clínicamente distintas:

  • Síndrome de abstinencia: Conjunto de síntomas que son la imagen en espejo de los efectos terapéuticos de las BZD (insomnio, palpitaciones, ansiedad, pérdida de apetito, temblores, sudoración, etc.), que el paciente no tiene por qué haber presentado con anterioridad.
  • Síndrome de retirada o rebote: Consiste en la reaparición de los síntomas por los que se inició el tratamiento, con una mayor intensidad y, generalmente, de carácter transitorio.
  • Recurrencia o recaída: Es la reaparición de forma persistente de la sintomatología inicial por laque se prescribió la BZD

    La ansiedad, cuando persiste de forma crónica puede provocar gran malestar y sufrimiento psicológico y el tratamiento con dosis bajas de BZD proporciona un alivio tanto de los síntomas como de la capacidad funcional. En estos casos, el beneficio del tratamiento, supera los posibles efectos negativos derivados de su utilización y puede estar indicado mantener la medicación a largo plazo. En todo caso,  no se deben realizar recomendaciones a amigos y familiares, no se debe dar medicinas sin control médico y se debe procurar alternar los fármacos con psicoterapia de forma que pueda solucionarse o atenuarse lo que provoca que exista sufrimiento.

    La medida de las cosas, el dolor y el hecho de vivir con angustia y ansiedad no es baladí. Es tan complejo que en cualquier caso debe referir lo que le sucede a su médico de cabecera para que pueda comenzar a ayudarle.

    El alcohol, no sustituirá al fármaco si bien en las primeras dosis usted pueda notar que la ansiedad baja y se siente mejor. Cuando se haya acostumbrado a esas cantidades el efecto rebote del alcohol será mayor y entrará en la espiral de la dependencia de este que le generará otras enfermedades relacionadas con el corazón, el cáncer o con accidentes cerebrovasculares. Sustituir benzodiacepinas por alcohol nunca es una buena opción. Acuda a su médico y pida siempre ayuda por pequeño que sea el problema.

 

 

 

Ana De Luis Otero
PhD, Doctora C.C. Información - Periodista - Editora Adjunta de Periodistas en Español - Directora Prensa Social- Máster en Dirección Comercial y Marketing - Exdirectora del diario Qué Dicen - Divulgadora Científica - Profesora Universitaria C.C. de la Información - Fotógrafo - Comprometida con la Discapacidad y la Dependencia. Secretaria General del Consejo Español para la Discapacidad y Dependencia CEDDD.org Presidenta y Fundadora de D.O.C.E. (Discapacitados Otros Ciegos de España) (Baja Visión y enfermedades congénitas que causan Ceguera Legal) asociaciondoce.com - Miembro Consejo Asesor de la Fundación Juan José López-Ibor -fundacionlopezibor.es/quienes-somos/consejo-asesor - Miembro del Comité Asesor de Ética Asistencial Eulen Servicios Sociosanitarios - sociosanitarios.eulen.com/quienes-somos/comite-etica-asistencial - Miembro de The International Media Conferences on Human Rights (United Nations, Switzerland) - Libros: Coautora del libro El Cerebro Religioso junto a la Profesora María Inés López-Ibor. Editorial El País Colección Neurociencia y Psicología https://colecciones.elpais.com/literatura/62-neurociencia-psicologia.html / Autora del Libro Fotografía Social.- Editorial Anaya / Consultora de Comunicación Médica. www.consultoriadecomunicacion.com Actualmente escribo La makila de avellano (poemario) y una novela titulada La Sopa Boba. Contacto Periodistas en Español: [email protected]

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