Pepe Habichuela, Rafita de Madrid, Alba Heredia, Bandolero.
Pepe siempre sabe rodearse de buenos artistas, consagrados y nuevos talentos. Así es esta noche, en la que está celebrando más de sesenta años de guitarra flamenca, clásica y renovadora, colaboraciones con música hindú y de jazz, historia de su vida como heredero del arte de otros dos Habichuelas, su padre y su abuelo, sus inicios con Mario Escudero y el maestro Sabicas, los tiempos de Torres Bermejas, el tiempo con Juanito Valderrama, Pepe Marchena, Camarón y Enrique Morente, su gran amigo. Su consagración total con participación en todos los festivales dentro y fuera de España, conciertos por el mundo…Por eso quiso titular el concierto de la noche del 25 de septiembre de 2016, en el claustro de Santa Clara:, La guitarra de Pepe Habichuela. La alternativa.
Le acompañan un monstruo sagrado de la percusión, Bandolero; un cantaor que como a tantos otros antes está ayudando, con gran generosidad, a entrar en los circuitos de festivales, Rafita de Madrid. Y también ha traído como artista invitada a su paisana granaína del Sacromonte, premio Desplante 2015 del Festival de las Minas de la Unión, Alba Heredia.
Programa clásico donde los haya. Pepe me dijo hace poco más de un año en Pamplona que lo que sigue prefiriendo es el flamenco de toda la vida, el que lleva en el alma desde la infancia. Y ahí le tenemos empezando con un solo por tarantas, octosílabos de cinco versos, homenaje a los cantes minero – levantinos, raíz de todos los cantes mineros. Pepe se esmera en una interpretación libre, en fa sostenido, en acorde de reposo al principio, luego elevando y matizando sonoridades hasta llevar al éxtasis a todos sus fans presentes aquí, en Santa Clara.
Segundo concierto solista por Soleares de Triana y Jerez. A Pepe le encanta la soleá, es uno de sus palos favoritos, ese palo de la lírica popular andaluza, de composición poética por excelencia, quejío de la soledad y el desengaño. Rasgueos que lloran y llenan el alma de melancolía. ¡Maravilla de concierto!
Sigue el recital con guitarra y cante, Pepe Habichuela y Rafita de Madrid, buena voz pero le falta mejorar en sostenidos, tan importantes en el cante para llegar hasta el fondo del sentimiento. Empiezan por unas Bulerías por Soleá o bulerías pa escuchar, que dicen en Jerez, la cuna de la bulería. El maestro Habichuela incluye una dedicatoria ‘a todos los que nos han dejado en este año negro para el flamenco’, entre los que está su hermano mayor, el patriarca Juan Habichuela.
Ahora por Bulerías, guitarra y cante y un palo más Pepe y Rafita mano a mano, con acompañamiento y variedad de falsetas entre cante y cante, alguna en recuerdo al maestro Sabicas. Aún un palo más, mano a mano por tangos. La maestría del toque predomina sobre el cante. Y es que este concierto es en principio de Habichuela. Pero se hubiera agradecido un poco más de complicidad entre ellos.
Por fin salen a escena Bandolero y la guapa Alba Heredia a bailar por seguiriyas y después ¡otra vez! por soleá y finalmente empieza la fiesta por alegrías para culminar por tangos.
Un buen recital, en el que el maestro es el director de orquesta. Alba Heredia muestra en repetidas ocasiones su contento por actuar con el maestro Habichuela. Ella crea complicidad con él, entre toque y baile. De Bandolero, que vamos a decir que ya no sepa todo el mundo. Es uno de los grandes de la percusión y amigo de muchos años de Pepe Habichuela. Al final aplauso unánime del respetable.
Cantándole a la Alameda (de Hércules)
Dos generaciones de sevillanos, padre e hijo, José y Gabriel de la Tomasa, inundan de buen cante el claustro de Santa Clara, la noche del 26 de septiembre. Gitanos de los barrios de la Alameda y la Macarena, continuadores de una dinastía que se remonta a los históricos cantaores Pepe y Manuel Torre; hijo y nieto de Pies de Plomo y la Tomasa, de quien toman su nombre artístico.
Los dos poseen voces flamencas diferentes. Poderosa, de amplio registro, rica en matices la del padre. Dulce, fresca y clara, llena de detalles sutiles la del hijo. Gabriel es quien tuvo a cargo la primera parte del recital, acompañado a la guitarra por Miguel Salado y para el cante antiguo De corrío a romance, típico de los gitanos de la Baja Andalucía, contó con la colaboración especial del guitarrista Manuel de Estrella.
Empezó Gabriel cantando a la Alameda de Hércules, epicentro del flamenco sevillano, cuna de grandes artistas y en su caso por herencia familiar y dedicación personal a este arte, la Farruca de su tío bisabuelo Manuel Torre, como para dar fe del importante legado recibido y sumamente habitual entre dinastías artísticas gitanas, el recuerdo y agradecimiento a sus mayores, a quienes deben su arte. Siguió por Cantiñas de Cádiz y Jerez, del grupo festero de los cantes de Cádiz, con origen en aquellas tonadas populares de principios del siglo XIX, de cuando la Guerra de la Independencia.
Siguiendo su recital histórico, siguió por unas malagueñas herederas de antiguos fandangos. Aquí, la libertad rítmica de la guitarra enriqueció la gama de trémolos y arpegios y enriqueció el cante de Gabriel de la Tomasa al gozar de amplia libertad para alargarse en los tercios. Precioso.
Terminó su concierto con una soleá apolá de Triana, siguiendo la tradición de los tercios afines al polo, para rematar una noche de cantes que han hecho historia. Gabriel demostró una vez más que es un gran valor de la última generación de cantaores puros, aquí en la Alameda.
José de la Tomasa
Es un joven de 65 años, dicen de él que no solo su voz sigue en plena forma, que lleva en forma toda su vida. Conoce de cabo a rabo la tradición flamenca que practica con devoción. Empezó ganando concursos en Mairena del Alcor, luego en Córdoba, en las peñas flamencas de Andalucía. Lleva muchos años como cantaor solista, compositor y letrista. Esta noche, su legado toma presencia en todos sus cantes, Cantes de Levante, Soleá, Seguiriya, Fandango, cante histórico de ida y vuelta y para terminar una ronda de Tonás tremendas, de post guerra, mano a mano padre e hijo, sin toque, sin nada, ellos solos, de pie frente a frente y frente a un público mudo de emoción. Mano a mano, José y Gabriel, Gabriel y José. Además de complicidad hay mucho amor entre ambos y lo transmiten a quien sabe escuchar.
Pero hay que hablar de la seguiriya, él al cante, su guitarrista Juan Ramón Caro al toque, él rompiendo la voz y el cuerpo, Juan Ramón bordando falsetas entre cante y cante. Una seguiriya que impone, que hace enmudecer, que retuerce las entrañas, auténtico monumento de cante y toque. No se pué aguantá tanta belleza.
Esto si que tiene un color especial sevillano.