No hay mal que por bien no venga, dice el refrán popular. La Europa neoliberal y anti democrática de Maastricht es un fracaso total, y el Brexit británico viene a confirmarlo.
Las Bolsas se agitan, los malos augurios nos anuncian el caos fuera del paraíso neoliberal, pero la realidad es mucho más compleja y merece ser analizada. Es evidente que detrás de ese voto hay una tentativa de repliegue xenófobo de la extrema derecha británica y europea.
Sería sin embargo un error histórico dejar el terreno libre a esos movimientos de ultraderecha que instrumentalizan el fracaso del neoliberalismo proponiendo políticas de proteccionismo nacionalistas. Se equivoca asimismo la neoliberal Comisión de Bruselas cuando acusa de “conservadorismo antieuropeo” a todo el que se opone a su política de austeridad.
Las izquierdas europeas deben apoyarse en ese resultado del Brexit para reconstruir una Europa social y solidaria. Los tratados deben ser renegociados, y las instituciones democratizadas. Entre la xenofobia nacionalista de la extrema derecha europea y el callejón sin salida del neoliberalismo y sus políticas de austeridad, existe otra alternativa, como la expresada por el exministro griego Varoufakis para democratizar las instituciones europeas.
No puede haber una Europa unida sin el respeto de la soberanía nacional de los pueblos que la integran. La Unión Europea debe servir para la elevación del nivel de vida de sus ciudadanos y no a la pauperización de la población, al aumento del salario mínimo y no a la precarización del empleo y al dumping social. Una Unión Europea con un Banco central europeo capaz de proteger el ahorro de sus ciudadanos contra la especulación financiera.
Es una vergüenza la inexistencia de una política común para acoger a los refugiados de múltiples guerras, mientras que la industria del armamento sigue aumentando sus beneficios. Es una vergüenza el golpe de estado financiero de Bruselas contra el voto soberano del pueblo griego, o las políticas de austeridad impuestas en España y en Portugal. Como es una vergüenza la poco transparente negociación sobre el Tafta, a espaldas de la opinión europea.
El No del pueblo francés en el referéndum europeo de 2005 no fue respetado por la clase política en este país. Esperemos que el Brexit inglés permita la reflexión para proseguir la construcción europea sobre otras bases más sanas y democráticas.
Una pregunta me parece esencial: Con cuántos países y sobre qué bases debe reconstruirse la futura Unión Europea. La Europa de los 27 es hoy inexistente, contradictoria y ofrece un triste espectáculo de crisis en todos los ámbitos, y para colmo los apóstoles del neoliberalismo económico invitan al “demócrata” turco Erdogan a entrar en el circo.