Con declaración polémica de Pedro Almodóvar, presidente del jurado internacional, sobre la presencia de dos películas de la plataforma Netflix en la competición de Cannes, una farragosa y poco convincente película francesa de Arnaud Desplechin fuera de concurso, y una glamurosa ceremonia de apertura con la italiana Monica Bellucci, abrió la 70 edición del festival de cine de Cannes.
La presencia en la competición oficial de dos películas producidas por Netflix (“Okja” de Bong Joon ho y “The meyerowitz stories” de Noah Baumbach) distribuidas únicamente en esa plataforma de pago por internet, ha suscitado la airada reacción de los profesionales del cine en Cannes, que denuncian esas prácticas como un ataque contra los circuitos tradicionales de distribución y exhibición.
Thierry Fremaux, director del festival, ha justificado su selección, precisando que en el marco de la competición, ambas películas son proyectadas en pantalla grande y en las mismas salas que todas las demás seleccionadas, que representan lo mejor de la producción cinematográfica del año
En la tradicional rueda de prensa del jurado internacional, su presidente, el director español Pedro Almodóvar, también ha metido baza, precisando que “las plataformas de pago por internet no pueden en ningún caso remplazar el hábito de los espectadores de ir a las salas de cine”.
“Me parece una enorme paradoja dar una Palma de Oro o cualquier otro premio a una película que no va a verse en una gran pantalla” dijo Almodóvar. “Respeto las nuevas tecnologías, pero mientras siga vivo defenderé la capacidad de hipnosis de una pantalla, algo que las jóvenes generaciones parecen no conocer” añadió.
“Les fantômes d’Ismael” de Arnaud Desplechin me ha decepcionado, ya que aprecié su anterior película “Trois souvenirs de ma jeunesse” que rodó con excelentes actores jóvenes y totalmente desconocidos, lo que confería a su relato una espontaneidad y lozanía muy apreciables en un cineasta autor como Desplechin, bien conocido por sus obsesiones temáticas.
Admirador de Truffaut, Desplechin se ha creado en su obra algo así como un Antoine Doinel propio, el personaje de Paul Dedalus, una especie de alter ego creado por el cineasta, en complicidad con el actor Mathieu Amalric, que le permite declinar sucesivos guiones.
Con su nueva película cuyo título podemos traducir como los fantasmas, o más bien las fantasías de Ismael, vuelve a este personaje, para filmar una poco convincente historia de triángulo entre un cineasta deprimido y bebedor que padece de pesadillas, su pareja, la actriz Charlotte Gainsbourg, y su ex, una mujer visiblemente desequilibrada, desaparecida 21 años atrás y que reaparece como un fantasma, sin mayor explicación.
El absurdo enredo con idas y venidas en el tiempo presente y pasado, resulta engorroso, aburrido y sobre todo muy de mirarse el ombligo con ese recurso que consiste en filmar la película en la película, y el mundo del cine en sus rodajes, la sombra del brillante Truffaut aparece de nuevo como un pálido reflejo en el cine de Desplechin. Pero también muchos otros guiños cinéfilos que gustarán a sus más incondicionales admiradores.
Su casting con actores tan conocidos como Marion Cotillard, Charlotte Gainsbourg o Mathieu Amalric, no es en este caso un valor añadido, sino más bien lo contrario, todos resultan sobreactuados, dada la naturaleza misma del guion y de sus poco creíbles personajes. Una vez más, la Cotillard, la mejor llorona del cine francés, tiene un papel a la medida, en el que hasta cuando ríe da la impresión de estar llorando.
La versión que hemos visto en Cannes, en la proyección para la critica internacional, dura 1h y 54 minutos, pero su autor ha montado una versión más larga de dos horas y diez minutos destinada al parecer a sus más fieles seguidores, que será proyectada en su distribución comercial en los cines en Francia.