Luis de Luis[1]
Tengo para mí que Celia Morán ha vuelto la mirada o, tal vez, la haya deslizado alrededor y haya decido que ya era hora, que ya tocaba dar un paso al frente pero que, antes de hacer las maletas y decidir que conservar y que descartar, había que hacer las paces con el pasado, con la niña que fue, con la infancia, con el cuarto de juegos, con el patio de su casa, con los caminos del bosque.
Y es que, tengo para mí, que sobre las muchas lecturas que ofrece “El ombligo de la reina” prevalece la de que es la narración de un rito de paso, la narración de una niña que abandona, por fin la infancia y debe asumir que emprende un viaje iniciático y , para ello, se despide de lo que tuvo, de lo que fue.
Así, la función se ofrece con un enorme sentido plástico, con un aire a juego y un aroma a canción, con un espíritu a encanto y deslumbra que invaden y contamina (para bien) el patio de butacas mientras, ante los ojos de los espectadores, desfila un duende que es amigo imaginario, un autómata que es muñeca compañera, y los protectores y conmovidos padres.
Aída Marcadal, José Juan Sevilla, José Ramón Arredondo, Juan Carlos Mestre, Julio Armesto y Olga Redondo como guiñoles que se escapan de las manos que los mueven, como títeres que han cortado sus hilos, como pierrots sin maquillaje ofrecen interpretaciones encandiladas para contar un cuento tan lleno de colores como conmovedor y dulce sobre la búsqueda y la persecución de la identidad, contra viento y marea
- Luis de Luis es crítico teatral
Ficha artística
Reparto
Aída Marcadal, José Juan Sevilla, José Ramón Arredondo, Juan Carlos Mestre, Julio Armesto y Olga Redondo.
Dirección y dramaturgia
Celia Morán
Escenografía
Elena Alejandre y Pili de Grado
Vestuario
Creación colectiva
Iluminación
Guzmán Pérez y Elena Alejandre
Diseño gráfico
Fran Dueñas
Composición musical
Pablo Cediel
Teatro Lara (Madrid)