Cepal augura un crecimiento del 5,9 por ciento en América Latina este 2021

La economía de América Latina crecerá 5.9 por ciento en 2021, aunque la pandemia de la Covid-19 continúa presente, la crisis agudizó problemas estructurales y el crecimiento se desacelerará en 2022, señala un análisis divulgado este martes 31 por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).

Para una recuperación, que mantenga políticas fiscales y monetarias expansivas, «los países de región requieren complementar los recursos internos con un mayor acceso a la liquidez internacional y con mecanismos multilaterales que faciliten el manejo de la deuda, si es necesario», indica la secretaria ejecutiva de la Cepal, Alicia Bárcena, informa la IPS.

Bárcena presentó en esta capital chilena el nuevo «Estudio Económico de América Latina y el Caribe 2021: Dinámica laboral y políticas de empleo para una recuperación sostenible e inclusiva más allá de la crisis de la Covid-19».

La Cepal actualiza en este informe su proyección de crecimiento regional para este año a 5,9 por ciento, pero advierte que habrá una desaceleración en 2022, con una expansión estimada de 2,9 por ciento, al persistir «problemas estructurales de larga data», agudizados por la crisis detonada con la pandemia.

Esas taras son la baja inversión y productividad, informalidad, desocupación, desigualdad y pobreza, y por ello incrementar la inversión y el empleo, especialmente en sectores ambientalmente sostenibles, es clave para una recuperación transformadora e inclusiva, se afirmó.

El crecimiento de 2021 se explica en primer lugar como un «rebote», por una baja base de comparación, luego de la contracción de 6,8 por ciento anotada en 2020.

Además, por los efectos positivos derivados de la demanda externa y el alza en los precios de los productos básicos (commodities) que exporta la región, así como por aumentos en la demanda agregada.

El documento muestra que los problemas estructurales, que por décadas han limitado el crecimiento económico de la región, se agudizaron por la pandemia y limitarán la recuperación de la actividad económica.

Ya antes de la covid la región venía con una trayectoria hacia el estancamiento: en el sexenio entre 2014 y 2019 creció a una tasa promedio de 0,3 por ciento, menor al promedio de 0,9 por ciento del sexenio que incluye la Primera Guerra Mundial de 1914-1918, y el de la Gran Depresión de 1929 y años siguientes (1,3 por ciento).

Además muestra una caída progresiva en la inversión, alcanzando en 2020 uno de sus niveles más bajos en las últimas tres décadas (17,9 por ciento del producto interno bruto).

De igual forma, la productividad laboral cae significativamente, y en 2020 la pandemia desencadenó la mayor crisis que han experimentado los mercados laborales de América Latina y el Caribe desde 1950.

Los mercados del trabajo fueron los más afectados por la crisis entre todas las regiones del mundo –el número de ocupados cayó nueve por ciento en 2020- y la recuperación esperada para 2021 no permitirá alcanzar los niveles precrisis.

Asimismo, la pandemia provocó una fuerte caída en la participación laboral, en particular de las mujeres. Con la crisis la participación femenina llegó en 2020 a 46,9 por ciento, lo que representa un retroceso a los niveles de 2002.

En 2021 se espera una recuperación de este indicador, que llegaría a 49,1 por ciento, pese a lo cual los niveles serían similares a los de 2008.

«Impulsar el empleo demandará políticas productivas y laborales para promover la inserción laboral, en especial de mujeres y jóvenes», resalta Bárcena, quien agrega que se deben ampliar los programas que fomentan ese empleo, así como para reactivar actividades gravemente afectadas por la crisis, como el comercio y el turismo.

También, extender y profundizar los programas de apoyo a las micro, pequeñas y medianas empresas, y potenciar la economía del cuidado.

La Cepal ha planteado canalizar inversión hacia sectores que promuevan un nuevo estilo de desarrollo y que pueden potenciar competitividad, empleo, y bajar la huella ambiental, como la transición hacia energías renovables, la movilidad sostenible en ciudades, y la revolución digital, para universalizar el acceso a las tecnologías.

Agrega la industria manufacturera de la salud; la bioeconomía y los servicios ecosistémicos, la economía circular, la del cuidado y el turismo sostenible.

La política fiscal debe acelerar la inversión pública e incentivar y atraer la inversión privada, y se considera prioritario para su sostenibilidad fortalecer los ingresos tributarios y reducir la evasión, que representa alrededor de 325.000 millones de dólares o 6,1 por ciento del PIB regional.

Es en ese terreno donde contribuirían un mayor acceso a la liquidez internacional y mecanismos multilaterales que faciliten el manejo de la deuda. Se espera además  que la emisión de Derechos Especiales de Giro por el Fondo Monetario Internacional permita fortalecer la posición externa de la región.

También se afirma la necesidad de fortalecer la banca de desarrollo regional, subregional y nacional con el fin de aumentar la capacidad de préstamos y de respuesta a la pandemia, así como el establecimiento de un mecanismo multilateral de reestructuración de la deuda soberana.

«Se debe ampliar el conjunto de instrumentos innovadores para mejorar el acceso al financiamiento e incluir a los países de ingreso medio en todas las iniciativas de alivio de la deuda y acceso a liquidez concesional. El PIB no debe ser el único criterio para evaluar el desarrollo y necesidades de los países», concluye Bárcena.

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