El 28 de mayo de 2014 concluyó la Muestra de Cine Mexicano en España, una iniciativa del Instituto Mexicano de Cinematografía y la Fundación SGAE con la colaboración del ICAA. La muestra se había iniciado el día 23 y excepto ese primer día de estreno, se desenvolvió a dos películas diarias.
Sin pretender abarcar los once títulos que ofreció (apenas pude ver seis de ellos, más Quebranto, de Roberto Fiesco, que ya había visto el verano pasado), hay dos temas como denominador común a esta cinematografía recién exhibida: una es que el amor y la violencia pueden darse juntos sin estorbarse ni excluirse mutuamente y otra es el suicidio como tema dominante.
Tres de las seis películas que vi tratan directamente el suicidio como tema troncal: El cuarto desnudo, de Nuria Ibáñez, que trata sobre el suicidio infantil y adolescente en grado de tentativa, es un documental rodado en la consulta psiquiátrica que pone los vellos de punta por la falta de pudor de los entrevistados, quienes parecen no sentirse observados por la cámara; El sueño de Li, de Hari Sama, que versa sobre el conato de suicidio de una madre que ha perdido a su hijo con la posterior redención casi mágica, y La vida después, de David Pablos, donde el que se ha suicidado es el abuelo.
Tres entre once no está nada mal como balance del tema, y si el cine es exponente y seña de identidad de una sociedad moderna, es para preocuparse.
Y aún hubo otra película que lo toca tangencialmente, Los insólitos peces gato, de Claudia Sainte-Luce, pero en ésta cinta, por darse en el seno de una familia numerosa sobrada de desdichas, se diría que queda soterrado bajo los gravísimos problemas que rodean y empequeñecen a todos sus miembros.
Hubo dos películas, la ya citada La vida después y Club Sándwich, exasperantes de lentitud. Parece que sus directores, David Pablos y Fernando Eimbcke, son discípulos de aquella corriente psicológica que triunfó en el siglo pasado llamada behaviorismo y que básicamente se caracterizaba por mostrar a los seres tal como son sin alterar sus ritmos para tratar de resumir sus vidas. Aquí una hora es una hora y nada más. No hay ni antes ni después. Todo lo más hay cortes, pero esos cortes son lo que duran y no resúmenes de algo más grande.
Quebranto, que me perdí o creía haber perdido, resulta que la había visto el verano pasado en el MNCARS, y es una verdadera joya, una sorpresa enorme porque, al ser un documental sobre la vida de una persona, alguien de la farándula por más señas, no esperas que te pueda tocar tanto. Una persona, Coral Bonelli -Fernando García en realidad-, que vive con su madre Lilia Ortega, ambos son artistas. Él fue niño prodigio y más tarde triunfó con papeles de mujer, pero cuando decidió asumir su identidad, el público lo abandonó y con él el dinero y la fama. Pero ambos se apoyan mutuamente y viven juntos sobreviviendo apenas con sus medios, queriéndose como sólo una madre y un hijo, la única que lo aceptó siempre. Esta vida del folklore, esta vida rota te golpea.Y la imagen final de ambas juntas yendo al médico, con sus piernas idénticas, no la he olvidado desde este verano.
Otro de los principales atractivos del cine mexicano es el lenguaje. De hecho, es lo que más invita a recrearse en la comedia del estreno titulada Última llamada, de Francisco Franco, ambientada en el mundo del teatro, sus nervios entre bambalinas, las neurosis del director, los apremios de los que ponen el dinero y el divismo del más pequeño de los mindundis que pululan entre cajas. Tiene toques almodovarianos y personajes desaforados como salidos de un cabaret.
Para acabar hablando del lenguaje, me llamó poderosamente la atención la expresión, para mí nueva, «me valen 3 madres los demás» para expresar que le importa un comino lo que piensen los otros. «Me valen 3 madres», lo que ya es no conformarse con una. El niño chico de El cuarto vacío que ante la pregunta del psiquiatra, repite: «No tengo la respuesta, doctor. No tengo la respuesta, doctor», dicho ello con una impasibilidad de ejecutivo de Wall Street, para a continuación, ante la pregunta del médico: «¿Y qué crees que va a pasar ahora?», responder: «Pues creo que me va a correr mi papá» (lo va a encerrar, está allí para entregarlo porque no puede con él).
«Ya está malacopeando» (desvariando por el alcohol), se dice en Los insólitos peces gato.
En resumen, hubo cosas muy duras de ver, con absoluto predominio del drama y la tragedia sobre la comedia, pero agradecida de haberlas visto y sintiendo no poder verlas todas, todas, todas.
¡Muy interesantes reflexiones las que nos aportas, apreciada Nunci de León! ¡Es un placer leerte y seguirte por aquí! ¡Un abrazo teatral!