Hace mucho que los periodistas no levantaban historias espinosas; sí, mucho postureo como se dice ahora, pero todo con pinzas, no vaya a ser que…y resulta que cuando arranca la primavera y también el invierno de golpe, el consorcio internacional de periodistas de Investigación (ICIJ); un equipo de más de 370 periodistas, un centenar de medios y 76 países trabajando durante un año para arrojar luz en medio de tanta oscuridad. ¡Zasca!
Hablamos de 214.488 sociedades offshore conectadas con más de 200 países, hablamos de corrupción a escala mayor, hablamos del mundo, sucio y lleno de dineros en plural que han sido llevados a mejor recaudo. Y todo con un solo fin, por una sola causa, por hacerse incluso más rico uno, que con lo que lleva encima no le da pa ná. Esto no es una broma; es un caso reventado por la prensa que debe ser explicado en las facultades de ciencias de la comunicación; esas que crean a las personas más curiosas del mundo, esas que se llevan a las personas con mayor vocación del mundo; los periodistas.
Una investigación que lleva siendo, eso, precisamente, una investigación. 12 Jefes de Estado, 128 políticos, 61 «cuñaos» o socios cercanos a los líderes políticos, futbolistas, actores, directores de cine, empresarios,,,y todo en las Islas Vírgenes de su Graciosa Majestad, Bahamas, Seychelles, Niue, Samoa, Anguila, Nevada, Hong Kong, Reino Unido, Belice y claro está Panamá, en donde estos chicos tan majos les hacían las empresas a la medida.
Esas que de verdad eran y hacían temblar a propios y a extraños. Hoy ya casi nos parece parte de la historia. No se revientan casos, no se habla de cosas, solamente y por encima, grandes titulares sin contenidos, sin fuentes, sin datos. Hoy hablamos de offshores porque si decimos paraísos fiscales nos llevamos las manos a la cabeza. Hablamos de hace 40 años, y esta democracia tiene esos años, poco más o menos. Hablamos de fábricas de sociedades pantalla, 11, 5 millones de documentos internos de un despacho de abogados que siendo Mossack y Fonseca deberían estar nadando ya por el Caribe por aquello que les van a volar en pedazos…o no, nunca se sabe.
Nos han enseñado ya cómo hacer una compañía offshore, y dale con el término, y nos han dicho que cualquiera podría operar con un simple clic ¿y ahora, qué? Ahora están todos los administradores encima de la mesa; personas a veces incluso pobres, que hacían el oficio de tener una sociedad y/o dirigirla, pa más señas. Ahora está todo el pescao vendido y las haciendas públicas tienen que empezar a revisar desde cuándo, desde dónde y por qué. ¿Se acuerdan de las seis w´s?
A todo esto, todo eso no es ilegal. Tener un paraíso fiscal es del todo legal si tributas en tu país y lo haces público; hablamos de España de nuevo, que precisamente no brilla por la falta de casos. No nos importa Putin ni tampoco el primer ministro de no sé dónde. Como sigamos tirando de la manta no se libra ni el apuntador. Ya lo decía Mecano, «Hawaii, Bombay, son dos paraísos, que a veces, yo, me monto en mi piso, Hawaii, Bombay, son de lo que no hay…!» Faltó Panamá, pero siempre podemos pedirle una canción a la Torroja.
Gracias al periodismo, a los periodistas, a los colegas invisibles que no tienen nombre pero que están ahí sacando las castañas del fuego y no haciendo el canelo en las televisiones de turno hablando de la Paqui, haciendo que hacen el oficio más interesante del mundo, el que peor horarios tiene, el que más disgustos da y menos dinero te devuelve, la profesión con la que más aprendes; esa, que te genera el gusanillo de la curiosidad, esa, que también muere contigo, porque ejerzas o no, eres y serás siempre periodista.
Y a todo esto de offshore nada, que literalmente significa «en el mar, alejado de la costa», «ultramar» pero es comúnmente utilizado en diversos ámbitos para indicar el traslado de un recurso o proceso productivo a otro país. Choriceo del bueno, ¡vamos que nos vamos! Esto no ha hecho nada más que empezar. ¡A por ello, oe!
Periodistas, ¡va por vosotros!, ¡por la profesión! ¡dignidad para los que siguen haciendo periodismo!
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¡Bravo Ana! Por esa dignidad profesional mayormente desaparecida entre nosotros.
¡#Gracias Santiago! Seguimos remando 🙂