Érase una vez una princesa que se aburría, sola, en su castillo…
Según el guión de la película Diana, dirigida por Olivier Hirschbiegel (La caída: los últimos días de Hitler), el 1 de septiembre de 1995 la princesa de Gales conoció al cirujano cardiólogo paquistaní Hasnat Khan en el Royal Brompton Hospital de Londres. Oficialmente separada del heredero británico, Carlos, desde diciembre de 1992, Diana había tenido varias aventuras amorosas decepcionantes. La relación que inició con el médico, y que consiguió mantener en secreto durante prácticamente los dos últimos años de su vida, le hizo pensar en la posibilidad de iniciar otra vida –en otro lugar y en otras circunstancias- junto a ese hombre que la amaba, indiferente a la imagen icónica que habían creado de ella las revistas del corazón.
Dos años más tarde, el 6 de septiembre de 1997, el médico hundido y oculto tras unas gafas ahumadas, se acerca hasta la verja del palacio real londinense para depositar unas flores y un poema junto a los cientos de miles de objetos dejados allí en señal de homenaje y dolor por la muerte de Diana, ocurrida una semana antes en accidente automovilístico en París, junto a Dody Al-.Fayed, millonario egipcio heredero de un imperio encabezado por los famosísimos almacenes Harrod’s y el parisino Hotel Ritz, de donde partió el auto en el que la pareja perdería la vida bajo el Puente Alma.
Siempre según la película, basada en la biografía El último amor de Diana, de Kate Snell, mientras la prensa rosa aseguraba que era inminente el matrimonio entre Diana y Dody, muy poca gente sabe que, poco antes del accidente, Diana había hablado con Hasnat Khan pidiéndole que reanudaran la relación.
Diana se estrena en España el 13 de diciembre de 2013. La británica Naomi Watts (“Lo imposible”, “Madres e hijas”, “Mulholland Drive”) – con una peluca que “se ve” todo el tiempo y una nariz producto del maquillaje, muy poco convincente en un papel que por lo visto necesita de la repetición de muecas para expresar esa tristeza que siempre se ha dicho velaba el rostro de los últimos años de la vida de Diana- y Naveen Andrews (conocido internacionalmente por ser uno de los personajes de la serie Perdidos) llevan de forma superficial y poco realista el peso de esta supuesta “historia real”, este biopic que, como no podía ser de otra manera, además de ser malo y almibarado sobrevuela muy de lejos temas que tanto juego podrían haber dado como el amor, la amistad y sobre todo el desagradable peso de la fama, y que no ha gustado nada a los crítica del Reino Unido.
“Pobre princesa Diana. He dudado antes de usar el término ‘incidente cinematográfico’, pero ésta es la terrible verdad. 16 años después de aquel tremendo día de 1997, ha muerto de otra terrible muerte”. Así iniciaba el diario inglés The Guardian la reseña de una película que, ciertamente, solo se puede considerar como bastante pobre: pobreza en la historia, en los diálogos, escasa o nula empatía en la interpretación…“La película es ciertamente poco fascinante. No añade nada nuevo sobre la vida de la princesa. Ni tampoco explica la complejidad o las contradicciones”, escribe el Times, recordando que se trata de la enésima incursión en la vida privada de una mujer violada en su intimidad hasta el último suspiro, y definiendo al película como “atroz e invasora”. Incluso el auténtico Hasnat Khan, el cirujano que continúa ejerciendo su profesión y, dicen, continúa también con las obras de caridad iniciadas por su amante, operando a niños en Etiopía, se ha visto obligado a dar su opinión: “La película es el fruto de historias contadas por amigos de Diana y parientes lejanos míos que poco o nada sabían de nuestra relación. Todo está basado en hipótesis. Todo es mentira y nunca habría podido dar mi aprobación”, ha confesado al semanario Mail on Sunday.
Diana, envuelta en polémica desde su presentación en el Festival de Cannes 2013, a causa de un cartel de la película pegado en la entrada del puente parisino bajo el cual perdieron la vida Diana y Al-Fayed, tampoco gustó al resto de la prensa europea que la ha calificado de fotonovela, telenovela buena para una siesta y banal historia de amor perfumada con agua de rosas.