Gitanos del Mediterráneo, una creación de Dorantes y el trío turco Taksim, es un emocionante homenaje a la etnia gitana, un espectáculo que en varias ocasiones durante el concierto de ayer en la Sala Verde de los Teatros del Canal produjo la somatización conocida como pelos de punta, con fuerte sensación dérmica incluida.
Dorantes es David Peña Dorantes, de la dinastía de los Perrate de Lebrija, todos ellos artistas de por lo menos tres generaciones, desde los tiempos de su abuela María la Perrata o como su tío el cantaor de culto recientemente desaparecido, El Lebrijano. Él es el pianista de la familia, un auténtico virtuoso que toca jazz y todo el repertorio sinfónico clásico. Pero hay una gran historia de amor de Dorantes con el Flamenco y con su gente, como se pudo ver y escuchar ayer y tantas veces.
El Trío Taksim está compuesto por Hüsnü Senlendirici, clarinete y duduk, instrumento de viento originario de Armenia; Ismail Yunçbilek, el maestro de la baglama, un instrumento de cuerda con ascendientes en el laúd y la mandolina y Aytaç Dogan, con el Kanun, un instrumento de Oriente Medio que podría estar en el origen de la guitarra. Y a la percusión, el habitual de Dorantes, Javi Ruibal, situado en el centro de la escena con su equipo de percusión, con Dorantes y el gran piano de cola a su izquierda y a su derecha en este orden, Aytaç Dogan, Ismail Tunçbilek y Hüsnü Senlendirici. Como dice Ruibal, yo soy el mediador. Los del trío aparte de extraordinarios músicos, son cercanos, cómplices con el público, sobre todo Ismail que derrocha simpatía y cercanía y que por su aspecto podría ser un gitano andaluz. Como dice alguien, los de Estambul y el de Lebrija podrían ser primitos hermanos.
Y esto me hace recordar una leyenda que le oí a Juan de Dios Ramírez Heredia, ahora presidente de la Unión Romaní, hace un par de años en una mesa redonda: “cuando Dios creó a los hombres de todas las razas fue repartiendo dones a todos. Al final solo quedaban los gitanos temerosos de que ya no quedara nada para recibir. Y se quejaron al Señor, quién dijo: Para vosotros he reservado el más universal de los dones, la música”. Ayer una de las sensaciones más fuertes experimentadas durante el concierto, fue la de cercanía y hermandad entre los pueblos del mundo. Y así sería, si no estuvieran ahí los políticos para estropearlo. Se aíslan ellos solos del maravilloso sentimiento de hermandad global. Y es que, como firma Antonio Zoido en su presentación del concierto, ‘las distancias terrestres se miden en kilómetros, las cronológicas en siglos, pero los números no existen para las distancias sentimentales, no existen a la hora de medir la emoción.’
El concierto
El primer tema del concierto Gitanos del Mediterráneo es una seguiriya con la que Dorantes acompañado de Javi Ruibal entra de golpe en el mismo centro del flamenco. Una de las maravillas de la Sala Verde es el escenario tan cercano a los espectadores. Observar las manos de David de cerca es un regalo añadido. Versiona la seguiriya en varios lenguajes musicales. Se percibe una cierta tristeza como si quisiera hacer presente el nomadismo forzado de los romaníes. Como un anuncio de lo que vendrá luego.
Sigue Dorantes por tientos y tangos a dúo con el kanun de Aytaç como para propiciar la mezcla de culturas, con músicas que suenan a remembranzas históricas que se pierden en el tiempo y que nos cuentan con Javi Ruibal, el único payo de la noche de mediador, la unión entre los pueblos y la comprensión intra e intercultural. Las cuerdas y los vientos de uno y otro lado suenan con el mismo compás.
Los sonidos del tercer tema, a cargo del trío, nos trasladan a la orilla oriental del Mediterráneo. El Taksim Trío vibra en músicas que no dejan de tener lejanas resonancias flamencas, incluso en el cante con el que nos sorprende Ismail con una voz bien timbrada, potente y dulce. El público entra sin dificultad en ese mundo, que siendo otro, es el mismo. En otras palabras, los Taksim se han metido a la audiencia en el bolsillo. El clarinete es el instrumento dominante, con solos de agudos bellísimos. La baglama es un paraíso de dulzura y el kanun siempre presente, es el fondo musical de todo el concierto.
Y llega esa canción maravillosa que nos pertenece a todos los mediterráneos, gitanos y payos, aunque sea un auténtico himno gitano. La música impactante de Caravana de gitanos suena con todos los instrumentos una y otra vez. Dan ganas de cantar, de interactuar, de unirse al espectáculo: Gitanos por el mundo adelante… Cuando termina, sin transición, Dorantes se mete en una interpretación magistral, potente, por tarantos y bulerías . Ismail, el más lanzado del trío o el más identificado con el flamenco de este lado del Mare Nostrum, hace compás a ratos con las palmas, por lo bajini, como sin querer meterse en algún jardín.
Otro tema exclusivo del Taksim Trío titulado Gozum-Kukagim, para disfrute total de los occidentales. Canciones gitanas tradicionales sonando en Madrid como un emocionante homenaje a un pueblo que apenas se empieza a comprender –por algunos- en occidente y me temo que lo mismo sucede en oriente. Los tres instrumentos suenan a gloria bendita, como dicen por Sevilla. Para poner el broche de oro a un concierto inolvidable, un concierto que ‘suma’ a esta Suma, Dorantes interpreta una composición suya Tierra mediterránea, por verdiales, dedicada a la gente que habita a ambos lados del mar. La sala en pie. Previamente Dorantes ha anunciado que Gitanos del Mediterráneo, será un disco dentro de poco y mientras tanto harán giras, la próxima en Londres. Y que el Orobroy de Dorantes será versionado por el Trío Taksim en una próxima producción.
A lo largo de los verdiales todos tienen su protagonismo, a destacar un genial solo de clarinete de Hüsnü Senlendirici y un no menos genial momento protagonista de la percusión de Javi Ruibal.
Sobre todo esta noche del 15 de junio de 2017, día en que se celebra el cuarenta aniversario de una fecha que nadie debería olvidar, el gitano de Lebrija, los gitanos de Estambul y el payo de El Puerto de Santa María nos han dado una gran lección de amor.