Ejercitando el «coco»

Teresa Gurza[1]

El funcionamiento de nuestro cerebro sigue siendo un misterio, pero se sabe que el ejercicio físico y mental es básico para su buen desempeño.

A quienes tenemos más de 65 años, nos preocupa tener Alzheimer; la más terrible de las demencias seniles, porque anula toda la existencia.

La semana pasada escribí aquí, sobre algunas investigaciones científicas que partiendo de que puede iniciarse a los veintiocho años, tres o cuatro décadas antes de advertirse síntomas, buscan medicar anticipadamente a quienes, por antecedentes familiares, edad, comportamiento cotidiano y manejo del lenguaje, son candidatos.

Y hace meses me referí al hibris, la arrogancia y desmesura que enloquece el cerebro de los gobernantes; trastornando, aún más, a cretinos como Boris Johnson, Putin, Trump y por supuesto López Obrador, quien tiene los catorce síntomas del hibris, todos.

Hoy resumiré algunas recomendaciones para una ancianidad sana y autónoma.

Por mucho tiempo se pensó que el cerebro se degeneraba a medida que envejecíamos, pero actualmente hay certeza que la neurogénesis no se detiene.

Debemos el hallazgo a Marian Diamond, bióloga de la Universidad de Berkeley y pionera en sostener desde 1964, que el entorno afecta al desarrollo cerebral.

Lo descubrió colocando doce ratas en una jaula espaciosa con objetos para jugar y ruedas giratorias para ejercitarse y otras doce, en una jaula pequeña sin estímulos.

Tras solo en ochenta días, el cerebro de las ratas del ambiente enriquecido tenía más neuronas, vasos sanguíneos, ácidos y proteínas fundamentales para los procesos de memoria y aprendizaje.

Y otras muchas investigaciones han ratificado que ejercicio físico, dieta, actividad mental, ambiente social y novedad, reparan el daño neural y combaten la inflamación que se observa en el Alzheimer y obstaculiza la comunicación entre neuronas.

Por sus efectos antiinflamatorios los más completos ejercicios físicos son los aeróbicos, como caminar, andar en bicicleta y nadar; porque aumentan el flujo sanguíneo al hipocampo, región de la memoria y zona más afectada por ese padecimiento.

Equivalentes a abdominales cerebrales, y que evitan que el cerebro se canse de la rutina y por pura aburrición se ponga en piloto automático, son ajedrez, dominó y cartas, crucigramas, lectura y análisis crítico; que podemos practicar, resumiendo por escrito lo visto o leído.

Y el resultado es mejor en compañía, clubes de lectura, clases de idiomas, pintura, o para tocar algún instrumento.

Escuchar música es muy benéfico para las conexiones neuronales, porque causa emociones, estimula recordar personas y situaciones y provoca que el cerebro, -como sucede al ejercitarnos, tener relaciones sexuales y comer lo que nos gusta- libere dopamina; neurotransmisor causante de relajación y sensaciones placenteras y responsable de funciones regulatorias del metabolismo.

Hallazgos arqueológicos de instrumentos musicales muy primitivos muestran que antes del lenguaje hubo música; desde siempre, la gente se ha juntado a cantar y bailar y aún en el vientre materno, los bebés se calman si la mamá oye música o canta.

Los especialistas explican que los cerebros sanos anticipan lo que ocurrirá; actitud que se aviva con la música, porque vamos adelantando ritmos y palabras de melodías y canciones que conocemos. 

Otros hábitos saludables son reír, dormir bien, no fumar, bajar el estrés, consumir poca sal y muchas frutas, verduras, granos enteros, chía, nueces y cacao, por su contenido en minerales y vitaminas; eliminar refrescos, alimentos procesados y palomitas de microondas y tomar pocas grasas y azúcar, sin quitarlas del todo porque alimentan algunas células cerebrales.

Según médicos y familiares, los primeros síntomas de demencia son: preguntar lo mismo una y otra vez; ansiedad, irritabilidad, agresividad; caminar sin rumbo; no reconocer lugares y rostros; olvidar información básica y la incapacidad de solucionar problemas.

El País publicó este mes, un reportaje titulado El enigma del Alzhéimer; que asienta que, pese a que los fármacos conocidos no lo curan, su incidencia bajó el 32 por ciento en los últimos veinte años.

Lo que indica que está siempre asociado a otras enfermedades y que su disminución podría deberse a los mayores conocimientos que hoy tenemos, sobre salud cardiovascular y dental.

Y que conducen a evitar hipertensión, obesidad, depresión, diabetes, aislamiento social, consumo de alcohol, golpes en la cabeza y contaminación atmosférica.

Las estadísticas anuncian que para 2050, el Alzheimer aumentará en el Norte de África y Oriente Medio.

Que Nicaragua, Guatemala y Perú casi los cuatriplicarán, por sus altas tasas de tabaquismo y bajo nivel educativo. 

Y por la correlación entre demencias seniles y mayor esperanza de vida, en países desarrollados como Francia, Alemania, Inglaterra, Italia y España el porcentaje bajará, pero no el número de enfermos. 

Japón será el país con menor aumento y en América Latina, Uruguay, Argentina y Cuba. 

Las mujeres somos 70 por ciento más propensas a padecer demencia, séptima causa de muerte en el mundo, y debemos recordar que con buenos hábitos puede prevenirse.

  1. Teresa Gurza es una periodista mexicana multipremiada que distribuye actualmente sus artículos de forma independiente

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