Teresa Gurza¹
Buena época esta de Semana Santa para hablar del arrepentimiento.
Hay personas que, como cantaba Edith Piaf en Jé ne regret nian, no se arrepienten de nada; yo, en cambio, me arrepiento de muchísimas cosas, sobre todo de las que no hice.
Por eso me interesaron dos artículos publicados por la BBC, Los Cinco Arrepentimientos de los Moribundos y Arrepentimiento, la poderosa emoción que nos ayuda a tomar mejores decisiones.
El primero es del 21 de enero y refiere las experiencias de la enfermera australiana Bronnie Ware con enfermos terminales. El segundo, del 14 de febrero, de David Robson, sobre experiencias de David Pink.
En su libro Confesiones honestas y francas de personas en sus lechos de muerte, Ware destaca cinco arrepentimientos que fueron comunes en sus enfermos y en los que coincide con Pink. Asegura que oírlos transformó su vida, porque es muy triste llegar al final pensando «ojalá lo hubiera hecho»; al enfrentar la propia mortalidad, explica, la gente ve las cosas con mayor claridad y, generalmente, encuentra la paz antes de irse.
Dice que todos sus enfermos deseaban haberse preocupado menos para haber sido más felices. Y que sus principales arrepentimientos fueron ocasionados por haberse perdido acontecimientos importantes por trabajar en exceso; no haber tenido el coraje de expresar sus sentimientos «tanto positivos como negativos» y no haber vuelto a tener contacto con viejos amigos por no haberlos buscado.
Por lo que respecta al artículo de Robson, acerca de la investigación de Pink The Power of Regret (El poder del arrepentimiento), el autor concluye que esta emoción no es tan negativa como se piensa, sino «crucial para desarrollarnos». Y tan compleja, que niños menores de siete u ocho años no pueden sentirla.
Advierte de que se ha hecho costumbre ver el arrepentimiento y otras emociones como sentimientos indeseables que debemos sofocar, cuando pueden ser eminentemente útiles. Y aporta ejemplos tomados de los 16.000 relatos recopilados en su Encuesta Mundial de Arrepentimiento.
Con base a ellos y los últimos experimentos científicos, identifica cuatro tipos diferentes de arrepentimiento y sugiere analizar cuál es el que «nos muerde más profundamente, para sugerir formas de hacer las paces con nuestras propias decepciones y errores». Ello requiere de capacidad para imaginar cursos alternativos y capacidad de contrastar diferentes resultados, para determinar cuál hubiéramos preferido.
Indica que la literatura psicológica o de autoayuda replantea la emoción de manera más positiva, aclarando su papel fundamental en la vida.
En su investigación, realizada en 1984, Pink analizó conversaciones de parejas casadas, para quienes el arrepentimiento fue la segunda emoción más discutida después del amor. Y alrededor del 20 por ciento de los encuestados afirmaron sentir la emoción «todo el tiempo», en alguno de los siguientes cuatro campos:
*Falta de responsabilidad que influyó en la estabilidad; como faltar a la escuela, gastar en exceso, descuidar su salud y malos hábitos que tuvieron consecuencias negativas a largo plazo.
*Demasiada cautela, que impidió cambiar la vida; «la gente ve más peligro del que realmente existe… y nos quedaremos para siempre preguntándonos ¿y si? »
*Remordimientos morales, centrados en personas a quienes hemos lastimado o en relaciones fallidas con miembros de la familia, amigos o colegas.
*No buscar a amigos perdidos a menudo por una simple negligencia. «Simplemente con estar en la coyuntura de preguntarte si debiste buscar a alguien, te has respondido a la pregunta».
Cómo actuar
Para hacer frente a los remordimientos, «sin revolcarnos en la tristeza por nuestros errores», sugiere compartir el sentimiento y, si no se quiere hacer por pudor, puede escribirse un ensayo privado. Siempre, dice, evitando descender a la autocrítica tóxica, para lo que es importante identificar el contexto en el que sucedieron las cosas.
Y cita a Kristin Neff, profesora asociada de la Universidad de Texas, en Austin, que asegura que las personas autocríticas y al mismo tiempo autocompasivas, tienden a recuperarse del estrés y la tristeza más rápidamente y son más propensas a cambiar su comportamiento para no cometer los mismos errores.
Pink asegura que se enteró de que, algunos de sus entrevistados para la Encuesta Mundial de Arrepentimiento, trataron de compensar sus traiciones pasadas cambiando patrones o haciendo contacto con amigos perdidos. «La encuesta», dijo, «no solo les ayudó a aceptar sus sentimientos, también los impulsó a la acción».
No quisiera meterme en arrepentimientos ajenos de personas con nombre y apellido, pero con frecuencia me pregunto si seres tan despreciables como Putin, Trump y López Obrador, por nombrar solo a algunos, se arrepentirán de haber llevado las relaciones políticas y la diaria convivencia a la infamia, la degradación y la locura.
- Teresa Gurza es una periodista mexicana multipremiada que distribuye actualmente sus artículos de forma independiente.