El gobierno saudí acorralado por el escándalo de la desaparición de Khashoggi

“Negar la acusación de la desaparición de Jamal Khashoggi[1] en el Consulado no es suficiente y las explicaciones dadas hasta el momento por los saudíes no son convincentes”, dicen altos cargos en la administración Trump, “Si ha salido del Consulado, ¿Por qué no hay ninguna prueba de ello y sí de su entrada?”, insisten las autoridades turcas.

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Imagen difundida por el diario turco Sabah de Jamal Khashoggi entrando al consulado saudí de Estambul, en la que se puede ver la fecha y la hora.

Esa es la pregunta clave. No hay duda de que Jamal Ahmad Khashoggi, el afamado periodista saudí, entró al Consulado, pero ninguna de que haya salido, o por lo menos, y como asegura la fiscalía de Estambul, no ha salido de forma “normal”, esto es andando y por la misma puerta que entró.

Ante la creciente presión mediática, en especial del Washington Post, medio en el que el desaparecido era columnista de Internacional, que ha decidido mantener la noticia viva hasta encontrar respuestas, y política, tanto turca como estadounidense y europea, el gobierno de Arabia Saudí se ve acorralado, en concreto el número dos del régimen, el príncipe Mohamed bin Salman (MBS).

La Casa Blanca, la administración Trump y las cancillerías europeas han tardado días en pronunciarse, y seguramente al disponer ahora de las pruebas circunstanciales y los indicios que manejan las autoridades turcas, las conclusiones criminalísticas no pueden ser otras, que el periodista saudí ha desaparecido en las dependencias consulares saudíes de Estambul, y es Arabia Saudí quien debe aportar respuestas o se tiene que atener a las consecuencias políticas de la violación de la Convención de Viena sobre Relaciones Consulares de 1963, así como de la violación de la Ley Magnitsky estadounidense que veintidós senadores han esgrimido el día de ayer si el Reino del Desierto no da explicaciones satisfactorias.

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Portada del diario Sabah turco en la que se ven identificados los 15 sospechosos

Las pruebas circunstanciales reunidas y los indicios dejan poco margen de maniobra a los saudíes. Las imágenes de Khashoggi entrando al Consulado a las 13:00 horas cuando se deja de atender al público a las 12:00 horas, la llegada y la salida de quince agentes saudíes el mismo día en dos vuelos diferentes procedentes de Dubai y El Cairo, su visita al Consulado cuando el periodista estaba dentro, el avistamiento de movimientos de agentes saudíes en la parte trasera del edificio transportando cajas negras con sello diplomático y su traslado en seis coches con cristales oscuros a la residencia del Cónsul que se haya a sólo 200 metros, el día libre dado a los agente de seguridad turcos que custodian el Consulado desde el interior, los datos aportados por su iwatch y trasmitidos directamente a su iphone que dejó en posesión de  su prometida que le esperaba fuera, la no grabación de las cámaras de seguridad del interior siendo ese sistema contratado el más caro y moderno, como han comprobado las autoridades turcas… así como la confidencia de Jamal Khashoggi a sus amigos tanto en Washington como en Londres y Estambul de sus miedos de ser secuestrado o asesinado por Mohamed Bin Salman, todo indica que el periodista no ha salido del consulado por sus propios medios.

Las sospechas se ven reforzadas por la presencia, entre los quince agentes saudíes identificados, de un reconocido médico forense, Mohamed Salah Ali Tbiki, director del departamento de criminalística de la policía saudí, Mishaal Saad Al Bostani, oficial del ejército del aire y Mohamed Saad Hussein Al Zahrani, oficial de la guardia real saudí y otros doce más. El número de agentes y su perfil indica que había un equipo para el interrogatorio, otro para la tortura y un tercero para la eliminación de pruebas. El New York Times afirma que el perfil de estos equipos hace pensar que la responsabilidad es de los Ministerios de Defensa e Interior saudíes y no del servicio secreto.

Asimismo, en las últimas horas, y tras haber accedido en principio, las autoridades turcas aseguran que los saudíes se niegan a permitir a sus investigadores turcos acceder a las dependencias consulares de Estambul y a la casa del Cónsul hacia donde se dirigieron los seis automóviles, entre los cuales figuraban dos coches tipo minivan en los que se sospecha que se ha transportado el cadáver de Khashoggi. También aseguran que se han hecho con tres meses de grabaciones de las cámaras que pueden contener las pruebas definitivas del caso.

Por otra parte, algunos medios aportan más datos de inteligencia al respecto. El Washington Post informa de fuentes de la inteligencia estadounidense de la interceptación de conversaciones telefónicas entre altos cargos saudíes sobre Jamal Khashoggi antes del día de su desaparición;  mientras que el Guardian informa de fuentes de la inteligencia británica que un alto cargo saudí reconoce que Khashoggi murió por error en el Consulado saudí de Estambul a causa de una sobredosis que tenía la finalidad de anestesiarle.

Ante la insistencia de los medios de comunicación y de periodistas los políticos han tenido que expresarse y sus palabras parecen severas. A nivel turco, los partidos políticos aliados y de la oposición han exigido a su Gobierno máxima celeridad y a los saudíes colaborar con la investigación sin condiciones, subrayando el grave daño que puede causar este caso a la dignidad y la imagen de su país. Asimismo, Trump ha manifestado su preocupación y su prudencia antes de tomar cualquier decisión que puede afectar su estrecha relación con MBS, dando a conocer que recibirá en los próximos días a la prometida del periodista en la Casa Blanca, lo que se puede entender como una medida de presión a los saudíes.

Por su parte, la Alta Representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores, Federica Mogerini, también exigió explicaciones a los saudíes, en la misma línea se expresaron varios ministerios de exteriores de Alemania, Francia y Reino Unido.

Por otra parte, parece haber una razón más para acallar la voz del prominente periodista. MBS nunca se ha sentido cómodo con las opiniones de Jamal Khashoggi, sin embargo, y según informa el medio estadounidense The Daily Beast y recogido por Aljazeera, el periodista saudí estaba preparando la constitución de una agrupación bajo nombre “Democracia para el mundo árabe ahora”, con el fin de apoyar un cambio democrático en la región, lo que le convertía en una amenaza más grande a la retrógrada y absolutista monarquía saudí.

La presión política y mediática, las pruebas circunstanciales y los indicios ponen en un serio aprieto al gobierno de Arabia Saudí, quien probablemente se aferre a la versión del espionaje británico de una muerte accidental y la actuación autónoma del equipo de agentes para no inculpar directamente a MBS y poder salvar lo salvable. No obstante, las consecuencias de un tal reconocimiento como si no, serán importantes.

Los turcos, débiles como para enfrentarse solos a Arabia Saudí por su mermada economía y su necesidad de las inversiones y el turismo saudíes, necesita la ayuda de EEUU y de la UE para pararle los pies al príncipe heredero. El senado norteamericano podría activar la ley Magnitsky y el embargo de armas al país del golfo. La UE y los Estados miembros también deben adoptar sanciones de confirmarse la acusación. Si no se toman medidas, muchas dictaduras se sentirán legitimadas a actuar como MBS o Putin. No obstante, si MBS se ha sentido capaz de acometer sus trágicas aventuras, es porque tiene la seguridad de tener a Trump en su bolsillo, tal como ha declarado el influyente senador demócrata crítico con el trumpismo, Bernie Sunders, hace dos días. Los días dirán si MBS tiene razón.

  1. Caso Jamal Khashoggi en periodistas-es
Houssien El Ouariachi
Periodista, analista de política internacional, experto en la región MENA (Oriente Medio y Norte de África), traductor, activista de derechos humanos. Licenciado por la Universidad de Fez y Máster por la Universidad de Granada, ha trabajado en medios de comunicación de TV, Radio y Prensa desde 2011.

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