El profe: tragedia desternillante de una profesión sagrada

Lo primero que quiero decir es que me he reído a rabiar con esta función titulada El Profe, que pone en escena la vida y milagros de un profesor actual, pues no en vano conozco muy bien la cocina en la que se ha cocido a fuego lento la locura de este pobre desgraciado, de ser peculiar e inadaptado, de este profesor de secundaria convertido en monstruo de feria por mor del correr de los tiempos, que es El Profe. Un personaje tragicómico al que, por sobrarle, le sobra hasta la mayúscula del título. Fuera mayúsculas.

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Gabriel Garbisu en «El profe»

El profe trata de la degradación de una profesión antes sagrada, empezando por su nombre que, de maestro, pasó a profesor, y de profesor, a profe. Nada más sagrado que el oficio de enseñar, pero eso era antes, en tiempos de nuestros padres, cuando todos se levantaban al entrar el maestro en el aula y no se sentaban hasta que él se lo ordenaba. En adelante, todo lo que salía de su boca era mágico y así quedaba grabado para siempre (a buril, como en las cuevas de Altamira) en las cabezas vírgenes de los alumnos. Rompimos este protocolo y bien caro que lo estamos pagando.

El profe es un profesor vocacional que ama la asignatura que imparte, y, tal como él cree, debe hacérsela amar a sus alumnos, tal es su empeño y su función, lo cual es imposible porque no le escuchan. He ahí su tragedia, el sapo en el estómago con que se desayuna cada mañana para subir encorvado las escaleras hacia el aula, su cruz. Lo que hace de él un monstruo es querer cumplir con su deber a pesar de todo, mayormente la indiferencia.

Pero empeñado en cumplir, cumplirá, y cómo. Él, sin ser exponente de nada, es sólo un ejemplo de tantos que rompieron con una norma asfixiante, una figura trágica, por tanto, que se niega a empequeñecerse como sus compañeros para ponerse a salvo (“el claustro de profesores es un compendio de las mayores miserias de este mundo”) y que acaba mal.

Lo que no podemos es imaginar cómo, ya que todo en él es, en verdad, auténtico, excesivo y auténtico como el hecho mismo en sí de enseñar a quien no quiere aprender, verosímil hasta en sus menores detalles. Todo empezó al abolirse el criterio de autoridad, algo que todos celebramos con gozo porque creíamos que iba sólo a afectar a lo personal, pero afecta también a la materia que se imparte, y esto se merece una obra que trate este tema tan candente que hace sufrir y reír a la vez. Sufrir a los propios, reír a los ajenos, pero también a la inversa porque todos estamos afectados.

Hemos visto películas, sobre todo extranjeras que, como La Clase, del francés Laurent Cantet (2008), tratan con hondura y belleza formal este problema de la disciplina interna en el aula. Sin embargo en ellas, lo pintoresco de la multiplicidad racial y de las peculiaridades del «profe» quitan hierro a lo que es puro acorralamiento y final trágico en un sálvese quien pueda del claustro y de la dirección.

Creo que lo que ocurre en las aulas necesitaba un tratamiento más claro y realista, pintoresco, sí, increíble, desde luego, humorístico, también, pero a la vez trágico sin fisuras, tal como enseña la tragedia moderna que da el esperpento.

Tal es el tratamiento actoral que da a la figura del profesor, el patético y terminal profe, el actor Gabriel Garbisu, siguiendo el texto de Jean Pierre Dopagne en versión española de Fernando Gómez Grande.

¿Recuerdan la obrita minúscula titulada La lección, del autor rumano nacionalizado francés Ionesco? Es hora de repasarla, con sus toques humorísticos, absurdos y enloquecedores.

Por eso hacía falta una obra que, como aquélla, pusiera sobre las tablas un estado de cosas que dura ya veinte años y que ha traído tanta frustración, tantas depresiones y deserciones, tantos suicidios entre la clase profesoral como fracasos escolares entre los alumnos, cosa curiosa, siendo éstos los mimados por el sistema “russoniano”.

Esta obra es El profe. Audaz, muy bien escrita y muy bien interpretada, que recomiendo como catarsis y como risa.

  • Título: El profe
    Autor: Jean Pierre Dopagne
    Versión: Fernando Gómez Grande
  • Intérprete: Gabriel Garbisu
    Dirección e iluminación: Jaroslaw Bielski
    Producción ejecutiva: Socorro Anadón
    Diseño gráfico: Carlos Verdasco
    Fotografía y redes sociales: Mikolaj Bielski
    Escenografía y vestuario: Réplika Teatro
    Producción: Réplika Teatro/ Amara Producciones
    Distribución: Isabel Barceló [email protected]
    Espacio: Réplika Teatro (Calle Justo Dorado)
    Fecha: 12 de octubre de 2014
Nunci de León
Doctor en Filología por la Complutense, me licencié en la Universidad de Oviedo, donde profesores como Alarcos, Clavería, Caso o Cachero me marcaron más de lo que entonces pensé. Inolvidables fueron los que antes tuve en el antiguo Instituto Femenino "Juan del Enzina" de León: siempre que cruzo la Plaza de Santo Martino me vuelven los recuerdos. Pero sobre todos ellos está Angelines Herrero, mi maestra de primaria, que se fijó en mí con devoción. Tengo buen oído para los idiomas y para la música, también para la escritura, de ahí que a veces me guíe más por el sonido que por el significado de las palabras. Mi director de tesis fue Álvaro Porto Dapena, a quien debo el sentido del orden que yo pueda tener al estructurar un texto. Escribir me cuesta y me pone en forma, en tanto que leer a los maestros me incita a afilar mi estilo. Me van los clásicos, los románticos y los barrocos. Y de la Edad Media, hasta la Inquisición.

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