Teresa Gurza¹
Hay temor en la derecha y en la izquierda por el resultado este próximo domingo 19 de diciembre de 202 por la segunda vuelta para elegir al presidente de Chile para los siguientes cuatro años.
Por primera vez en tres décadas, los candidatos no pertenecen a las coaliciones de partidos tradicionales que gobernaron Chile en ese lapso, dándole estabilidad política y económica; pero dejando sin solucionar cuestiones de desigualdad, corrupción, acceso a educación gratuita, salud de calidad y conflictos con los indígenas mapuches, que llevaron a los estallidos sociales de octubre de 2019.
Resulta curioso que el puntero en las últimas encuestas, Gabriel Boric, candidato de la izquierdista coalición Apruebo Dignidad, haya sido impulsado a donde está, en parte por el apoyo de muchos derechistas que no lo quieren [para] presidente y que pensando solo en lo inmediato se metieron a votar por él en las primarias de izquierda de julio pasado, para que no ganara el comunista Daniel Jadue; que jamás hubiera pasado a la segunda vuelta.
Pero lo hecho, hecho está, y este domingo, en una elección muy reñida, casi de voto a voto, y resultado tan incierto que tiene a todos nerviosos, Boric, soltero de 35 años, dos veces diputado por la Región de Magallanes, feminista y ecologista, vocero [portavoz] de la rebelión estudiantil de 2011 contra la privatización de la enseñanza y el neoliberalismo, exdirigente universitario que reprobó el examen para el título profesional y cabeza en tomas de escuelas, se confrontará con José Antonio Kast abogado santiaguino de 55 años, casado, padre de nueve hijos, admirador de Pinochet y candidato del ultraderechista Frente Social Cristiano.
En la primera vuelta del 21 de noviembre, Kast obtuvo solo 146.343 votos más que Boric, y si el domingo pierde, será la primera vez en la historia de Chile que el segundo en primera vuelta sea elegido presidente.
Medios chilenos afirman que Boric haría un gobierno más a la izquierda que Salvador Allende y Kast, uno más derechista que Pinochet y ninguno podrá aportar estabilidad y crecimiento económico, y, al mismo tiempo, hacer las reformas que el país necesita; pero no hay de otra, porque uno de los dos será presidente.
Tras la primera vuelta, y buscando atraer a los poco más de siete millones que no votaron y a los tres millones y medio que lo hicieron por otras opciones, ambos modificaron sus programas de gobierno para acercarse al centro, se asesoraron con economistas y cambiaron consignas.
«Para vivir mejor» es la de Boric y «todo va a estar bien» la de Kast, que me parece dicen poco y no identifican sus posiciones políticas.
Sin embargo, analistas chilenos, seguramente con mejor percepción que la mía, consideran que los conectan con los indecisos.
Boric, que ha declarado su atracción por «los guerrilleros heroicos» pero reconoce la importancia de los derechos humanos y la democracia, contaba desde la primera vuelta con el apoyo del Partido Comunista, pese a que alardeaba estar más a la izquierda.
Y para esta segunda pidió respaldo a partidos de la Concertación que gobernó seis periodos desde la recuperación de la democracia en 1990 y a los que calificaba de «traidores al pueblo».
Le respondieron positivamente parte de la Democracia Cristiana y del Partido Socialista y sus principales personalidades: los expresidentes Ricardo Lagos y Michelle Bachelet, Luis Maira y la senadora Isabel Allende.
Kast atrajo a los funcionarios mejor evaluados del presidente Sebastián Piñera, se ha deslindado de comentarios misóginos y xenófobos de sus colaboradores, ha desistido de desaparecer el Ministerio de la Mujer como había anunciado, promete combatir el narcotráfico, y controlar con zanjas los puntos fronterizos por donde entran miles de indocumentados, y es apoyado por toda la derecha, algunas figuras democristianas y Sebastián Sichel, cuarto lugar en la primera vuelta con casi el 13 por ciento de los votos.
Y buscando dar confianza a Estados Unidos, viajó a reunirse con el senador Marco Rubio, encargado de relaciones con Latinoamérica y con empresarios a los que dijo priorizará el orden, la responsabilidad fiscal y el impulso de las inversiones.
Todo es raro en esta elección en la que los casi 900.000 votantes de Franco Parisi, tercero en la primera vuelta y que hizo campaña desde Alabama, porque de entrar a Chile sería detenido por deudas de pensión alimenticia, podrían definir al futuro presidente.
Pero, quien sea el ganador tendrá que negociar con un Congreso en el que ninguna tendencia es mayoritaria y actuar en el marco de una complicada nueva constitución que 154 ciudadanos están empezando a redactar.
En estas vísperas electorales, intriga y preocupa a cuál de los dos beneficiará el voto oculto, el impacto de los nulos en un empate técnico, y la reacción de los perdedores.
Porque ya este pasado domingo 12 hubo un enfrentamiento en la Plaza Italia entre partidarios de Kast que lanzaron vivas a Pinochet y los de Boric, que lo vieron como provocación y arremetieron contra ellos; hubo dos heridos y un detenido.
- Teresa Gurza es una periodista mexicana multipremiada que distribuye actualmente sus artículos de forma independiente