Elena Poniatowska, entre la literatura y el periodismo, mi recuerdo

Elena Poniatowska es una de las personalidades más representativas de México y su brillante carrera como periodista se ha entrelazado con su vocación de escritora. Cumple noventa años en el 2022 y en México han decidido festejarlo porque la quieren y ella sonríe feliz, porque dice que ha logrado lo que deseaba en su vida y en tierra Azteca.

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Elena Poniatowska en México

La conocí cuando vivía en México, era un referente cultural en conferencias o eventos, pero mi interés por entrevistarla surgió cuando yo vivía en New York, a raíz de un premio que le otorgaron. Cuando viajé a México en abril del 2004, la llamé para coordinar la cita y me dijo que me esperaba en su casa. Este es el recuerdo de aquella conversación.

Llegué a la hora indicada a eso de las once de la mañana. Me recibió su ama de llaves, me dijo que la señora había salido con su nieto, pero que pasara y que me traería una agüita de piña fresca. La casa colonial estaba enclavada en el vecindario de Chimalistac, uno de los más antiguos de la ciudad de Mexico. Entre bugambillas y libros, me instalé en el escritorio. La ventana de su estudio daba a una plazoleta arbolada y se veía una capilla del Siglo dieciséis.

Era un lugar privilegiado detenido en el tiempo, pero al rato, doña Elena, que no está detenida en el tiempo, sino muy activa, llegó con su nieto, Tomás, de unos ocho años, quien ofició de fotógrafo durante nuestra conversación.

Mientras nos acomodábamos me fue hablando de su vida y del filoso límite entre la literatura y el periodismo, frontera que, en aquel entonces, ella cruzaba día a día. Elena no confundía la ficción con el periodismo. Sabía las diferencias, las reglas éticas y las practicaba con rigor.

Aunque nacida un 19 de mayo en París, Francia, de donde su familia emigró a raíz de la Segunda Guerra Mundial, Elena me confirmaba su amor por México y que sentía su tierra azteca como su patria. También me confirmó su origen noble, con cierta nostalgia.

Se inició como periodista, con entrevistas que la hicieron famosa. Su primera novela fue publicada en l954: Lilus Kikus. Luego vinieron Hasta no verte, Jesús mío (1969). Querido Diego te abraza Quela (l978), La flor de Lis (l988), Tinisima– la vida de la fotógrafa Tina Modotti– (1992), Paseo de la Reforma y su última novela La piel del cielo, que obtuvo el Premio Alfaguara en 2001.

Dentro del ensayo se destaca La Noche de Tlatelolco (l971), donde comenta los hechos históricos de la crisis de estudiantes. Fuerte es el silencio (l980) y Las palabras del árbol un homenaje al poeta Octavio Paz de quien fue muy amiga.

Su obra ha sido traducida a varias lenguas y ha recibido distinciones y premios, entre ellos Premio Romulo Gallegos en 2007, Premio Biblioteca Breve en 2011 y Premio Miguel de Cervantes en 2013.

Su obra es variada ya que incluye cuentos, novelas, ensayos, teatro, poesía y entrevistas periodísticas. Su discurso narrativo participa de lo periodístico, de la investigación histórica, de lo testimonial, pero también del ámbito de la ficción.

Su temática literaria es igualmente abarcativa ya que le interesan los problemas sociales, pero, a su vez, es sensible a los hechos diarios, a los temas femeninos y psicológicos, es defensora de los «sin voz», de las periferias abandonadas y a veces convive en su obra lo testimonial y la ficción. Es una autora comprometida con su época.

Tiene un sitial en el marco de la literatura latinoamericana, a la que ella ve en plena evolución.

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Elena Poniatowska y Adriana Bianco fotografiadas por su nieto Tomás en 2004

Elena Poniatowska: Creo que la Literatura Latinoamericana está pasando por muy buen momento. Tenemos grandes escritores aún vivos, que continúan trabajando y produciendo, García Márquez, Carlos Fuentes, Vargas Llosa. Y tenemos una nueva generación que está también trabajando muy seriamente como Jorge Volpi, cuya última novela es muy interesante. Alejados del «Boom», la literatura latinoamericana vive un excelente momento donde los grandes escritores y la nueva generación trabajan intensamente. No, no veo ni declinación, ni espera, ni cansancio, sino una continuidad creativa muy positiva.

Adriana Bianco: Su carrera comenzó como periodista pero también se ha desarrollado como escritora. ¿Cómo evalúa esta frontera entre el periodismo y la literatura, con lenguajes y visiones distintas, con objetivos distintos pero con ciertos puntos de contacto?

EP: Yo he sido periodista toda mi vida. Nunca he dejado el periodismo. Me inicié en el diario y le debo todo al periodismo. Comencé en l953, ese primer año como periodista hice 365 entrevistas. Una por cada día del año. He trabajado sin descanso y ahora cumplo cincuenta años de ejercicio del periodismo.
Es verdad, he hecho libros de testimonio que están ligados al periodismo como Noche de Tlatelolco y Fuerte es el silencio. He tomado los acontecimientos en forma directa, son casi documentos, testimonios.
También he escrito novelas, cuentos, ficción donde hay otro enfoque, otra intención.

AB: En algunas de sus novelas como Tinísima hay una base histórica, un manejo de datos históricos. El libro sobre Octavio Paz es también testimonial, hay información recogida y experiencias vividas por usted. Aquí parecen borrarse los límites entre literatura y periodismo.

EP: En Tinísima hay una gran documentación, es una biografía novelada. Tengo otras novelas totalmente de ficción como La flor de Lis y La piel del cielo. El libro de Octavio Paz es mi experiencia y amistad con él. Es verdad que mis novelas tienen elementos autobiográficos porque yo escribo a partir de mi misma.

AB: Entonces, ¿no hay límite entre el escritor y el periodista? ¿Cuál es el papel de cada uno dentro de la sociedad? ¿Se entremezclan?

EP: No. El periodista informa, su visión es descriptiva, está sujeto por los hechos y su veracidad. El escritor de ficción aunque informa, tiene otras libertades que un periodista no puede tomarse. Escribir, para mi, siempre, significa concentración. Escribir novela implica una concentración mayor y más reflexión. El periodismo exige inmediatez, un análisis rápido de los hechos. Da mucha satisfacción porque al día siguiente uno ve el artículo impreso y ve la reacción de la gente. Se siente ese diálogo casi directo. Con la novela es distinto, es un proceso más largo y en algunas ocasiones más arduo.

AB: En esa inmediatez del periodismo, usted entrevistó a muchas personalidades. ¿Qué significan todas estas entrevistas, qué le han dejado en su carrera?

EP: Tuve la suerte de entrevistar gente famosa y muy interesante. Recuerdo especialmente a Buñuel, a partir de entonces nos hicimos amigos, tuvimos una gran amistad que duró hasta su muerte. En realidad, cada entrevistado ha sido una experiencia. Recuerdo a varios premios nobel, entrevisté a Miguel Angel Asturias, Simon Powell, a Octavio Paz, a Malraux. Recuerdo la entrevista con María Félix, con Dolores del Río. Fueron experiencias importantes, son testimonios, muy directos y vividos.

AB: La veo muy feliz con su nieto, con su familia. Se siente amor a su alrededor, en su casa…

EP: Yo creo que en la vida no se puede hablar solo del amor de la pareja. En mi literatura, yo hablo del amor a la vida, del amor que se tienen los seres humanos entre sí. Creo en el amor fervientemente, no creo en la guerra como solución de los conflictos, ni en la violencia, sino en el amor como vía de entendimiento.

AB: En Estados Unidos asistimos al crecimiento de los hispanos que traen su lengua y su cultura, muchos de ellos son sus lectores…

EP: Es un verdadero fenómeno el crecimiento de la población latina. Los Angeles, New York, Miami son lugares donde se habla más español que inglés. Creo que los latinos debemos continuar con nuestra lengua, nuestras raíces. Hay que conservar nuestras tradiciones, éso es algo natural en nuestra vida, no debemos apartarnos de nuestra lengua, de nuestras creencias, nuestras comidas. Es nuestra identidad.

Identidad que Elena supo encontrar en sus escritos y en su función periodística. Incansable, prepara otro libro de cuentos Tlapatería, (palabra mexicana que significa bazar). Pronto, saldrá su libro octavo de Entrevistas y está trabajando en una novela que aún no tiene título.

Lo que si tiene título es su sonrisa de mujer feliz y la luz que entra a raudales por su ventana. Una ventana que no es frontera entre el mundo de afuera y el mundo de sus sueños, porque para Elena, la literatura y el periodismo son «vida». Y «su vida» es una vida dedicada a la literatura y al periodismo. Le deseamos Feliz Cumpleaños!

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