El uso de las letras mayúsculas y minúsculas es también una de las fuentes inagotables de impropiedades en la escritura. A veces por descuido y otras por desconocimiento, que es lo peor y cuestionable, personas profesionales que de una u otra forma utilizan el lenguaje como herramienta básica de trabajo, incurren en despropósitos que desdicen de su formación.
Es prudente señalar que el asunto, aunque no es difícil, es un tanto enrevesado, habida cuenta de la cantidad de criterios que se han emitido al respecto, incluido el de la Real Academia Española, que lejos de aclarar, oscurece por ambiguo, lo cual no implica que no sea provechoso; pero debería ser simplificado.
Es elemental que al iniciar un escrito se debe usar mayúscula, y que para los nombres propios de personas, animales o cosas, debe aplicarse el mismo criterio. Pero hay algunos casos en los que surgen dudas que conducen al mal uso. Sobre eso he escrito en varias ocasiones, y en todas he tratado de simplificar el asunto, en aras de disipar las dudas. El tema de hoy no es propiamente de mayúsculas y minúsculas, no obstante tiene relación directa con estas, y por eso conviene conocerlo para evitar equívocos.
Antes de abordar el tema de hoy, en mi artículo número 101 desde que formo parte del grupo de autores de periodistas-es.com, acuso recibo de una amable sugerencia de mi amigo Ybrahim Saavedra, quien me planteó una interesante inquietud respecto de la proliferación del uso de acortamientos en palabras comunes, lo cual –en su opinión-, se ha convertido en una plaga que está contribuyendo con la deformación de nuestra forma de hablar. Ante eso hay que decir algo, aunque signifique nadar contra la corriente. Le di mi criterio con una breve explicación, al tiempo que le prometí dedicar un comentario luego de estudiar el caso y pertrecharme de los recursos que permitan aclarar su duda, así como la de otras personas que no manejan el asunto con facilidad.
Ybrahim es un hombre de radio y televisión, preocupado por el buen decir y mejor escribir, lo cual lo distingue del grupo en el que abundan los disparates, pues muchos no han admitido que un comunicador es un educador a distancia. Él ha entendido que los medios de comunicación fueron concebidos para educar, entretener e informar.
El caso del artículo cuando forma parte del nombre, se ha convertido en uno de esos vicios que se han tornado casi indesarraigables, pues por lo general se usan mayúsculas o minúsculas en donde no se debe, y se omiten cuando sí deben usarse. Para que se entienda mejor esta exposición, es prudente señalar que artículo es, entre otras cosas, «la palabra que se antepone a los nombres para individualizarlos y concretizarlos, y para indicar su género y número» (El Pequeño Larousse Ilustrado 2008). En cuanto a nombre, según el registro lexical citado, es «la palabra que sirve para designar una cosa material o inmaterial».
Existen nombres de continentes, países, ciudades y pueblos que por lo general se los usa con el artículo, como la Argentina, el África, el Perú, el Brasil, el Uruguay, la China, la India, el Japón, el Nepal, el Líbano; pero no forma parte del nombre, y como podrán haber notado, este va con inicial minúscula. En tal sentido, también podrá decirse o escribirse sin el artículo: Argentina, África, Perú, Brasil, Uruguay, China, India, Japón, Nepal, Líbano. El asunto cambia y pudiera complicarse si el artículo forma parte del nombre, lo cual da pie a dudas, dificultades e impropiedades, especialmente en personas que, por el rol que desempeñan en la sociedad, están obligadas a manejar con relativa facilidad el lenguaje que emplean.
En el caso de El Baúl, El Pao, El Playón, El Tocuyo, El Vigía, El Llanito, El Hatillo El Sombrero, El Socorro, El Cairo, El Salvador (nombres ciudades, pueblos, ciudades y países), el artículo forma parte del nombre, y por lo tanto, este debe ir con inicial mayúscula. Ningún venezolano, por precaria que sea su instrucción, omitirá el artículo, y por tanto no dirá ni escribirá Baúl, Pao, Playón, Tocuyo, Vigía, Llanito, Hatillo, Sombrero, Socorro, toda vez que el sentido común obliga a usar el artículo definido «el» (con inicial mayúscula).