Tal como lo había anunciado, culminaré esta serie de dos artículos en los que, a manera de repaso, he vuelto sobre el uso de la tilde, que complementaré con algunos ejemplos de la coma.
Es un asunto sumamente sencillo; pero a muchas personas, entre ellas profesionales de la comunicación social y de la docencia, se les dificulta distinguir las palabras por la índole de la entonación (agudas, graves, esdrújulas y sobresdrújulas). Esa deficiencia les lleva a no usar la tilde cuando es necesario y, peor aun, a colocarla cuando no debe usarse.
Eso es lamentable, toda vez que un periodista o educador debe manejar con relativa facilidad el lenguaje que emplea. No debe tener errores ortográficos, y para eso no es necesario tener avanzados estudios de gramática y lingüística, pues como he dicho en reiteradas ocasiones, bastará con memorizar los conocimientos que en esa materia fueron recibidos en todos los niveles de la educación formal, para lo cual es indispensable el sentido común, que en esos menesteres es el mejor aliado.
A diario tropiezo con escritos cuyos autores son periodistas o docentes, que solo por adivinación o por lingüística forense podrán ser entendidos. Lo cumbre es que ellos se ufanan de no tener errores ortográficos. Es posible que crean que un error de esa naturaleza es solo escribir baca por vaca, kasa por casa, vicicleta por bicicleta o behículo por vehículo.
Alguien podría decir que exagero con esos ejemplos, lo cual no es cierto, toda vez que son muy frecuentes en redes sociales y en grupos de WhatsApp, de la autoría de personas que habitualmente se hacen llamar políticos, que opinan, critican; pero no se han dado cuenta de que el subrayado en rojo, tanto del procesador de palabras de las computadoras o de los teléfonos que hoy día llaman inteligentes, no es un efecto especial ni un adorno, sino una advertencia por dos razones fundamentales: hay vocablos incorrectos o no están en el diccionario invisible de esos equipos.
Si usted escribe «canbur» en vez de cambur, que es lo correcto, la computadora se lo subrayará o, en el mejor de los casos, se lo corregirá inmediatamente. En los teléfonos ocurre igual, y hay algunos que muestran varias opciones, en las que por supuesto está la correcta, como para que no les eche la culpa a esos equipos, que son de altísima utilidad en este mundo moderno.
Entonces, como esta serie también contempla a la coma, les mostraré algunos usos, con la finalidad y el deseo de que puedan manejarla con facilidad, que es una obligación moral de los que tienen la escritura como herramienta básica de trabajo. Espero que esta exposición les permita usarla de manera adecuada.
La coma tiene muchos usos, y es por eso que en diversas publicaciones se habla de los cinco, los siete, los diez, los doce y aun más aplicaciones de este importante signo de puntuación. Haré una síntesis sobre algunos usos, copiados textualmente de una publicación de Google, de los que modifique varios para facilitar la comprensión.
Se usa para separar elementos: «Es un joven muy educado, estudioso y de buena familia»; «Necesitamos agua, comida y refrescos».
Para hacer una aclaración: «María, la recepcionista del hotel, es una gran trabajadora»; «Juliana, cansada de correr todo el día, prefirió quedarse en casa»; «Tres de tus amigos, afectados por la COVID-19, no pudieron asistir a la fiesta».
Para aislar sustantivos que funcionan como vocativos. Es la que se conoce como coma vocativa o coma del vocativo: «Marcela, llámame»; «Buenos días, compañeros de grupo»; «Hola, Carmen», etc.
Se emplea en oraciones con adverbios correlativos: «Organizaremos la reunión, ya sea en tu casa, ya sea en la mía»; «A partir de cierta edad, o bien tienes los síntomas, o algo peor».
Antes de palabras como excepto, salvo y menos: «Todo me gustó, excepto la música»; «El profesor siempre llegaba temprano, salvo que tuviera una urgencia»; «Podría perdonar cualquier cosa, menos la infidelidad».
Deberá usarse después de palabras de transición: «es decir»; «Ahora bien»; «Por otra parte»; «Sin embargo»; «No obstante»; «Por el contrario»; generalmente»; «Por último»; «Además», etc.
Les recalco que estos no son todos los usos de la coma; solo que seleccioné los que, a mi juicio, son los que más se ignoran e inducen a confusiones. Lo curioso es que son los más sencillos.
Si un periodista o un educador ignoran estos usos de la coma, lo mejor sería que le dieran un repaso y se preocuparan por aprenderse otros, pues su rol ante la sociedad los obliga.